La exposición en imaginación: ¿en qué consiste?
Existen muchos trastornos -principalmente de ansiedad- en los cuales el componente clave es un elevado malestar ante la presencia de ciertos estímulos internos o externos. El tratamiento, entonces, pasa inevitablemente por la habituación a dichos estímulos. Sin embargo, en ocasiones, estos elementos no son fácilmente accesibles. Es ahí cuando la exposición en imaginación cobra fuerza como opción.
Desde las fobias, hasta el trastorno de pánico o el trastorno obsesivo compulsivo, muchos síndromes están fundamentados en la aversión y la evitación de ciertos objetos o situaciones. La exposición es una técnica de conducta muy utilizada en el abordaje de estas condiciones, ya que ofrece muy buenos resultados.
¿Qué es la exposición?
La exposición es una técnica conductual que consiste en permanecer en presencia de la situación fóbica hasta que la ansiedad disminuya considerablemente. De esta forma, si tengo fobia social, habré de exponerme a situaciones de interacción con otras personas. Por otro lado, si padezco un trastorno de pánico, mi objetivo será tolerar la presencia de los síntomas fisiológicos hasta reducir mi ansiedad.
La exposición se basa en dos premisas básicas que explican el origen y el mantenimiento de los trastornos. En primer lugar, un estímulo de carácter neutro (por ejemplo, un perro o una tormenta) ha quedado asociado a emociones desagradables. Se ha convertido por tanto en un estímulo aversivo, y cada vez que se presenta, la ansiedad y el malestar nos invaden.
Por otro lado, este fenómeno se mantiene debido a la evitación. Es decir, las conductas de escape que ponen en marcha los pacientes para no soportar el malestar de las situaciones temidas. Debido a ello, se privan a sí mismos de la posibilidad de comprobar que esos estímulos son, realmente, inofensivos, y la asociación errónea no se rompe.
La exposición se descartan esas conductas de escape, de manera que el paciente permanece en su situación fóbica. De esta forma tiene la oportunidad de comprobar que no ocurre nada y que la ansiedad se va diluyendo a medida que pasa el tiempo.
La exposición en imaginación
Esta exposición generalmente se efectúa en vivo, enfrentándose el individuo al estímulo en persona. Sin embargo, esto no siempre es posible, dado que el elemento fóbico no se encuentra fácilmente accesible. Por ejemplo, no podemos generar tormentas a nuestra voluntad para que la persona se exponga a ellas. En el caso de una fobia a los aviones, tampoco sería práctico ni rentable tener que coger vuelos sin cesar.
En estos casos la exposición en imaginación supone una gran alternativa. Ya que esta permite realizar una aproximación gradual al estímulo fóbico desde la visualización. También puede ocurrir que la persona no se sienta preparada para enfrentar su situación temida en vivo y prefiera comenzar con esta modalidad.
¿Cómo se aplica?
Podríamos secuenciar su aplicación en los siguientes pasos:
- Evaluar la capacidad del individuo para generar representaciones mentales vívidas. Es imprescindible tener una buena capacidad de visualización. Pensemos que es el medio para generar el objeto fóbico.
- Realizar una jerarquía de estímulos. Comúnmente la aproximación a los elementos temidos se hace de forma gradual. Para ello se establece una lista de situaciones ansiógenas que se ordenan de menor a mayor malestar. Por ejemplo, no produce la misma ansiedad al observar un perro pequeño tras una verja que cruzarnos con un perro grande por la acera.
- Se comienza la exposición imaginando las situaciones que generan menos malestar. La persona ha de visualizarlo de una forma realista y mantener la imagen en su mente hasta que note que su ansiedad disminuye.
- Se continúa avanzando por el resto de ítems de la lista hasta que la ansiedad se reduce a niveles aceptables en todos ellos.
¿Es eficaz la exposición en imaginación?
Como hemos comprobado existen determinados casos en los que esta modalidad de exposición resulta verdaderamente útil. Incluso, en algunos, es la única opción viable. Sin embargo, pesar de generar una reducción importante de la ansiedad, presenta algunos problemas.
Para empezar, la persona puede encontrar dificultades en generar y mantener la imagen mental, así como en regular su grado de ansiedad. Además, su efecto sobre las conductas de escape y evitación no es del todo efectivo. Por tanto, puede constituir un buen punto de partida, pero siempre será recomendable completar el tratamiento con exposición en vivo.
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