¿Por qué la evitación aumenta la ansiedad?
La ansiedad se constituye muchas veces como una bola de nieve que va haciéndose más y más grande sin que nosotros nos demos cuenta, y por ende no podamos hacer nada. Sin duda, son muchas las variables que pueden provocar que una persona empiece a sentir ansiedad y también son muchos los factores mantenedores que hacen que esta no solo no desaparezca, pero se vea incrementada.
Algunos de esos mecanismos por los cuales se mantiene la ansiedad, tanto en situaciones específicas como de forma generalizada, son el reforzamiento por evitación y el reforzamiento negativo de escape.
Antes de introducir esos términos, es importante conocer qué es un refuerzo negativo y la diferencia entre refuerzo y castigo.
El condicionamiento operante, cuyo máximo exponente es Skinner, es una corriente psicológica que estudia los mecanismos de aprendizaje a través de la emisión de refuerzos y castigos. Dicha disciplina estudia cómo la probabilidad de una conducta aumenta cuando es reforzada y cómo una respuesta tiende a extinguirse cuando deja de serlo.
Existen refuerzos y castigos tanto positivos como negativos. Los positivos se refieren a aquellos que suman algo, y los negativos que restan. Es importante no confundir términos, pues negativo no significa que sea un castigo.
Ejemplos de refuerzos
Un refuerzo, que aumenta la probabilidad de que se dé una conducta, puede ser positivo o negativo.
- Positivo. Cuando un niño hace algo bien se le puede dar una bolsa de chuches (refuerzo positivo, se le suma algo, en este caso, los dulces).
- Negativo. Cuando una persona tiene frío, se pone un abrigo (refuerzo negativo, se quita algo aversivo, en este caso, el frío. Cuando haga frío, habrá más probabilidad de que la persona se ponga el abrigo porque ya le ha quitado el frío en ocasiones anteriores). Otro ejemplo sería el de bajar de un autobús cuando siente miedo. El reforzador negativo es la evitación de la ansiedad al bajar del autobús, puesto que retira una sensación de malestar que se estaba sintiendo. Como se refuerza la conducta, pues le quita algo aversivo, en el futuro existirán probabilidades mayores de que la persona vuelva a bajarse del autobús, puesto que ya extinguió el miedo una vez de esa manera).
Ejemplo ilustrativo: reyes tiene ansiedad
Una vez entendido que castigo y refuerzo negativo son dos ideas totalmente opuestas (pues el castigo suprime una conducta, mientras que el refuerzo negativo la mantiene), vamos a trabajar con un ejemplo ilustrativo que puede permitir entender por qué el refuerzo negativo mantiene la ansiedad.
Reyes tiene ansiedad. Se define como una persona intranquila con ataques de pánico frecuentes. Dice haber sentido por primera vez esa ansiedad durante un trayecto en metro, y que desde ese momento no ha vuelto a cogerlo. Esto le complica mucho la vida, puesto que en la ciudad en la que vive hay prohibición de paso para los vehículos.
Condicionamiento por escape
Existen determinados estímulos cuya desaparición, inmediatamente después de la ocurrencia de una respuesta, incrementará la probabilidad de esa respuesta. Estos estímulos suelen ser aversivos para la persona, es decir, le generan malestar.
En el ejemplo anterior, ante el estímulo de malestar en el autobús, Reyes emite una conducta de escape, bajándose de él. Ante la desaparición de ese malestar, bajar se convierte en una conducta reforzada. Por ello, cada vez que Reyes coja un autobús, sienta malestar y se baje, incrementará la probabilidad de que se reproduzca esa respuesta. De alguna manera, se consolida.
Existe condicionamiento por escape, o reforzamiento negativo, que no es dañino. Por ejemplo, ante el destello de una luz cerramos los ojos, o escapamos del frío poniéndonos un abrigo.
Por otro lado, si Reyes continuara subiéndose al metro, aun teniendo esa posibilidad de escapar, su ansiedad se vería seguramente reducida por un proceso de exposición. El problema viene cuando el metro se condiciona como algo aversivo siempre y en vez de escapar de él de vez en cuando, se evita totalmente.
Reforzamiento por evitación
Al contrario del condicionamiento por escape, el reforzamiento por evitación establece que la frecuencia de una conducta aumentará si previene la ocurrencia de un estímulo aversivo. La diferencia con el anterior es que la respuesta de escape elimina un estímulo aversivo que ya se ha presentado, mientras que la evitación impide que ocurra el estímulo aversivo.
Huir de algo que nos resulta aversivo o desagradable parece algo natural, pero se estipula como una manera de afrontar bastante contraproducente. La evitación no solo reduce la ansiedad al permitirnos no colindar con ese estímulo aversivo. También provoca que la persona no sea capaz de comprobar la inocuidad del estímulo desagradable y hacer que el miedo a este se mantenga.
En el ejemplo de Reyes, el hecho de que no coja el metro nunca no solo provoca que, en efecto, no sienta ansiedad, porque no tiene ningún contacto con él. A su vez, Reyes es incapaz de comprobar que el metro en sí no es peligroso, de manera que sus ideas irracionales respecto al mismo se verán perpetradas y mantenidas en el tiempo.
Además, tanto al escapar como al evitar algo, se impide que tengan lugar los procesos de habituación al estímulo y de extinción de la ansiedad respecto al mismo.
Evitación, arma de triple filo
Por último, es importante señalar que la evitación limita la vida de la persona, igual que lo hace con la de Reyes al no llegar su destino. Una persona con problemas de ansiedad puede evitar un sinfín de situaciones que a la larga puede hacer mella en su estado de ánimo y generarle muchos más problemas de ansiedad.
Hay personas que dejan de hacer planes con sus amigos, dejan de lado aficiones que les gustaban o se recluyen en casa. El impacto en la salud mental del individuo puede resultar enorme, de manera que atajar la evitación respecto a un estímulo aversivo se torna como uno de los principales objetivos que acometer en terapia para el tratamiento de los trastornos de ansiedad.
En el día a día también puede aplicarse todo esto. Si al estar en alguna manifestación, en un concierto, tomando algo con amigos o en un autobús la ansiedad comienza a crecer, se recomienda que, si se puede, la persona se quede en la situación ansiógena lo suficiente como para que la ansiedad alcance su pico y comience a disminuir.
Lógicamente no se busca que el individuo sufra un ataque de ansiedad sin tener herramientas para gestionarlo. Lo que se busca es que esa salida con los amigos no se condicione como un estímulo aversivo, y que la persona permanezca el tiempo suficiente como para comprobar que la amenaza no es real. De manera que, si se es capaz de gestionar el nerviosismo en ese momento, se recomienda no huir, pues la tendencia de la ansiedad es que, alcanzado un punto máximo, comience a descender.
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- Baeza Villarroel, J. (1994) ISBN: 84-490-0131-5. Clínica de la Ansiedad.