La falsa vivencia, un sesgo de nuestra mente
La falsa vivencia es un sesgo cognitivo. Esto quiere decir que se trata de una situación en la cual procesamos de una forma inadecuada la información que recibimos del entorno. El cerebro aplica unas pautas determinadas para los datos que recibe, pero a veces esas pautas son ineficaces en ciertas circunstancias. Es entonces cuando se produce el sesgo.
La falsa vivencia se define también como una falacia lógica. La palabra falacia hace referencia a un razonamiento que en apariencia es completamente lógico, pero que en el fondo no lo es. Y no lo es porque, de una u otra manera, contradice alguna norma lógica. Las falacias suelen inducirnos al error de manera sutil.
A la falsa vivencia también se le conoce como “vivencia desorientadora”. Mediante esta, en ocasiones, nos hacen creer que algo es cierto, sin que lo sea. Este tipo de sesgo, así como el sesgo de “la verdad a medias” (que mencionaremos más adelante) son con frecuencia empleados en la publicidad y en las estrategias de marketing comercial y político. Veamos de qué se trata.
“La intención de no engañar nunca nos expone a ser engañados muchas veces”.
-François de La Rochefoucauld-
La falsa vivencia
La falsa vivencia es un sesgo cognitivo por el cual una explicación o narración detallada lleva a la convicción de que algo es verdadero, sin serlo. Dicho de otra manera, cuando se hace una exposición minuciosa, nuestro cerebro tiende a creer que la información es cierta. Son los detalles los que dan esa sensación de verdad, aunque lo que se diga sea falso.
De hecho, este sesgo de la falsa vivencia aplica incluso cuando se habla de una historia completamente absurda o descabellada. De hecho, puede ir totalmente en contra de la lógica. Sin embargo, la precisión y especificidad de los pequeños detalles generan un efecto psicológico por el cual tendemos a creerlo todo.
En algunos casos, la falacia no tiene que ver propiamente con los hechos que se detallan en la narración y que, eventualmente, podrían llegar a ser ciertos. En esos casos, lo falso estriba en la gran tergiversación que se hace frente a la relevancia, consecuencias o alcance de la realidad descrita.
Hay un problema
Una de las características de la falsa vivencia o vivencia desorientadora es el hecho de que su propósito es convencer de que existe un problema , cuando en realidad no existe. Este sesgo es la materia prima de lo que se ha dado en llamar “teorías de la conspiración”, las cuales se han vuelto muy populares en los últimos años.
Un ejemplo cotidiano del sesgo de falsa vivencia puede ser el siguiente. Juan le comenta a su amigo Fernando que va a dejar de practicar deportes de riesgo, pues acaba de ser padre y ahora debe ser más cuidadoso con sus acciones. Fernando le contesta:
“No lo hagas. Javier hizo lo mismo que tú. Iba a ser padre. Un experto en deportes le aconsejó que no cambiara sus prácticas, pues tales cambios implican adaptaciones que no se dan de la noche a la mañana. Javier no le hizo caso y comenzó a jugar golf. Una semana después, justo cuando iba a golpear la pelota con su palo de golf, tuvo un accidente. El carrito de los palos lo atropelló. Mejor, no asumas nuevos riesgos”.
Si se busca información, se puede comprobar que no hay expertos que recomienden mantenerse toda la vida realizando las mismas prácticas deportivas. A su vez, el accidente del que se habla no tiene nada que ver con las supuestas adaptaciones que se deben hacer antes de cambiar de deporte. Sin embargo, el relato tiene detalles que pueden hacerlo creíble.
El sesgo en el marketing
Como lo habíamos anotado, el sesgo de la falsa vivencia es muy utilizado en la publicidad y el marketing. Son incontables los comerciales en los que se les advierte a los consumidores sobre todo un conjunto de problemas que podrían sobrevenir de no usar determinado producto. “Usa este nuevo acondicionador en el cabello para que tu pelo no se quiebre”.
Tales mensajes están acompañados de información que puede ser cierta en principio, pero que termina exagerándose y tergiversándose para producir el efecto deseado. Por ejemplo: “Se ha comprobado que el uso frecuente de acondicionador termina alterando el cabello a largo plazo”.
Este último ejemplo está asociado con la falacia de la “verdad a medias”, que muy frecuentemente acompaña a la falsa vivencia. Tiene que ver con que se parte de una premisa verdadera, pero se llega a una conclusión exagerada o falsa.
No podemos comprobar toda la información que recibimos. Sin embargo, para las decisiones o acciones importantes siempre es conveniente verificar la veracidad de lo que nos dicen, especialmente cuando nos advierten de problemas que exagerados o sospechosos.
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- Concha, D., Ramírez, M. Á. B., Cuadra, I. G., Rovira, D. P., & Rodríguez, A. F. (2012). Sesgos cognitivos y su relación con el bienestar subjetivo. Salud & Sociedad, 3(2), 115-129.