La falta de paciencia con los hijos, ¿por qué?
La falta de paciencia con los hijos es un mal que aqueja a muchos padres. También son muchos los que no saben por qué les ocurre esto, si adoran a sus hijos y solo quieren lo mejor para ellos. Lo cierto es que lo uno no excluye lo otro, cuando se es padre sin haber resuelto algunos nudos internos o no se emplean estrategias inadecuadas para sortear la crianza.
Es muy común que la falta de paciencia con los hijos lleve a conductas injustas que luego susciten autorreproches. Esto también genera desconcierto en los chicos y, a veces, por extraño que parezca, estimula los comportamientos que le resultan más intolerables a sus padres.
Todo esto sucede en especial con los niños más pequeños, aunque también suele estar presente con los hijos adolescentes. ¿Por qué se instala esa falta de paciencia con los hijos? ¿De qué manera se puede resolver esto? Es lo que veremos a continuación.
“Con amor y paciencia, nada es imposible”.
-Daisaku Ikeda-
Falta de paciencia con los hijos: las causas
En definitiva, la falta de paciencia con los hijos nos está hablando de un enfado latente frente a ellos o a lo que ellos representan. En otras palabras, la impaciencia es una manifestación de algo más profundo y que genera un estado de inconformidad, frustración o malestar.
Los motivos que pueden motivar la escasa paciencia con los hijos son los siguientes:
- Falta de claridad en la distribución de roles a cumplir. Ocurre cuando se asume el rol de padre sin tener conciencia sobre lo que esto significa. Se piensa que es algo natural, sobre lo que no hay nada que aprender, cuando no es así.
- La crianza se convierte en un obstáculo para la realización de deseos individuales. La madre, el padre o ambos quieren poner en marcha proyectos que necesitan tiempo y la crianza se ve como un lastre en este sentido.
- La relación de pareja no es buena. A veces se percibe a los hijos como una fuente de conflictos en la pareja. En esa medida, terminan viéndose como un obstáculo para disfrutar de la convivencia.
- Se repiten patrones. Quienes han sido criados con maltrato o desconsideración tienden a repetir esos patrones, si no han hecho un trabajo de elaboración sobre esto.
- Hay problemas con el control de los impulsos. En ocasiones el problema está en que no hay comprensión y control sobre las propias emociones, no solo con los hijos, sino en la vida en general.
- Se rechaza al hijo. Lo usual es que esto se produzca de forma inconsciente y no significa que los padres sean unos monstruos. Lo que sucede es que no han aceptado su maternidad o paternidad, por alguna razón, aunque amen a sus pequeños.
Decodificar el enfado
La falta de paciencia con los hijos es un síntoma y debe verse como tal. Esto quiere decir que el asunto a resolver no es este, sino lo que hay detrás de ello. Esto implica un trabajo de reflexión y de honestidad con uno mismo, para identificar la causa o las causas para que esto ocurra.
Un buen punto de partida es comenzar por pensar en las razones que motivaron a los padreas a serlo. No siempre es fruto de un plan y tampoco siempre ocurre en el momento más adecuado. Este puede ser el origen de la intolerancia a esa persona que existe y demanda un lugar en la vida de sus padres.
También conviene reflexionar sobre el estado de la relación de pareja y sobre las pautas de crianza que se están adelantando. ¿De dónde salen esas pautas? ¿Cuál es su base? ¿Funcionan de verdad?
Claves de emergencia
Las reflexiones pueden llevar tiempo, pero es muy importante hacerlas porque solo de ese modo se llega al fondo del asunto. Mientras tanto, hay algunas medidas que bien merece la pena tener en cuenta para moderar la falta de paciencia con los hijos.
Se puede ensayar lo siguiente:
- No hablar ni actuar en momentos de mucha rabia. La ira se abre paso por sí sola y solo nos hace cometer errores. Mejor esperar un momento antes de hacer o decir algo.
- Menos control. Es importante aceptar que durante la crianza difícilmente van a existir momentos en los que tengamos un control total de la situación. Hay realidades que no van a satisfacer expectativas, así que lo mejor es quitarle dramatismo al tema.
- Pedir ayuda. Si la crianza se percibe como una carga que desborda la energía de la que se dispone, lo mejor es buscar ayuda en la pareja, los amigos o algún agente externo.
- Observar. Es bueno tomar nota de los momentos y las razones que disparan enfado, así como en las conductas de los niños al respecto.
A lo anterior habría que agregar que conviene hablar con la pareja y ponerse de acuerdo en las pautas de crianza y la distribución de las tareas. También es adecuado informarse sobre las mejores estrategias para educar a los chicos.
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- Elias, M. J. (2014). Educar con inteligencia emocional: Cómo conseguir que nuestros hijos hijos sean sociables, felices y responsables. DEBOLS! LLO.