La fatiga de decisión, una telaraña que te atrapa
La fatiga de decisión puede estar afectándote sin que te des cuenta. Aunque resulte inverosímil, la ciencia ha establecido que en un día común y corriente una persona promedio toma alrededor de 35 000 decisiones. Algunos pueden llegar a las 40 000. Suficiente motivo para estar agotados.
Ese caudal de decisiones pasa desapercibido porque la mayoría de esas determinaciones tienen que ver con asuntos triviales. ¿Me levanto ya, o duermo otros cinco minutos? ¿Qué ropa debo ponerme hoy? ¿Tomo el desayuno, o ya no hay tiempo? Como ves, con tantas resoluciones, no es raro que haya fatiga de decisión.
El psicólogo social Roy F. Baum fue quien acuñó el concepto de fatiga de decisión. Él mismo fue claro en advertir que: “no importa lo sensato que seas, no puedes tomar una decisión tras otra sin pagar por ello un precio biológico”. Tal precio es precisamente la fatiga y, a veces, muchos errores.
“Usar el poder de decidir te da la capacidad de superar toda excusa para cambiar cualquier parte de tu vida en un instante”.
-Anthony Robbins-
La fatiga de decisión
La fatiga de decisión, como todo tipo de fatiga, reduce tus capacidades y tus potencialidades. También te lleva a que a media tarde solo tengas ganas de irte a dormir y no entiendas por qué, si finalmente no ha sido un día extraordinario. Así mismo, se acumula y con el tiempo incide en un mayor grado de estrés y menos eficacia en tu vida.
Si terminas atrapado en esta telaraña, lo más probable es que comiences a desarrollar una actitud apática. Todo te da lo mismo y lo único que quieres es terminar rápidamente tus tareas para ya no tener que hacer nada. Sientes que no tienes ideas, que el cerebro está seco y que estás harto de la rutina.
Lo cierto es que los seres humanos tenemos una cantidad limitada de energía mental . Nuestro cerebro no es una máquina que podamos poner a funcionar ilimitadamente, sin consecuencias. Si sobreviene la fatiga, lo que sigue son los errores, las malas decisiones, la procrastinación y el malestar emocional. ¿Qué hacer, entonces?
Lo primero: automatiza
El cerebro humano trabaja mucho mejor cuando dispone de patrones que pueda aplicar sistemáticamente, con pocas variaciones. Así, lo mejor que puedes hacer para evitar la fatiga de decisión es automatizar todo lo que sea automatizable y trazarte una rutina. Cuanto más estructurada, mejor.
Pero, un momento… ¿eso no nos lleva a convertirnos en robots? Sí y no. Y ahí está el secreto: al adquirir automatismos y rutinas fijas, logras cumplir con lo que debes hacer y también consigues ser más eficiente. Además, y esto es lo mejor, liberas al cerebro de una gran cantidad de tareas insulsas. De este modo, dejas espacio para que aflore la creatividad y el pensamiento superior.
¿Qué se puede automatizar? Barak Obama decidió de antemano qué vestido llevaría a todos los eventos de gala, por siete años. Angela Merkel tiene un listado de atuendos completos resueltos y no gasta tiempo peleando con el clóset. También se puede decidir qué se va a comer cada día, etc. La idea es reducir el número de decisiones diarias.
Ahora bien, ¿es aburrido tener una rutina fija? Si piensas esto, estás equivocado. Los estudios indican que quienes tienen una rutina elegida por ellos mismos y la siguen de manera juiciosa, son más felices. Además, no sufren de fatiga de decisión.
Otras claves para evitar la fatiga de decisión
Quienes han estudiado el tema recomiendan tomar las decisiones más importantes al comenzar la jornada. Es el momento en el que tu cerebro dispone de mayor energía y está más despierto y fresco. Por contrapartida, evita tomar decisiones relevantes al final del día. Lo mismo ocurre con las tareas: lleva a cabo primero las más difíciles.
En pocas palabras, reserva la segunda parte de tu jornada para todo aquello que no sea muy exigente. Esto no solo te ayuda a ser más eficiente, sino que también incide en tu estado de ánimo: te ayuda a sentirte más eficaz, menos agotado y con mayor proyección.
Otra clave para evitar la fatiga de decisión es la de bloquear todo aquello que pueda distraerte. Léase: móvil, notificaciones de email, etc. Reserva un par de horas al día para atender a todo eso que no te exige mucho, pero que, en cambio, sí puede incrementar los estímulos a los que te expones y te obliga a tomar muchas pequeñas decisiones.
Todas las fuentes citadas fueron revisadas a profundidad por nuestro equipo, para asegurar su calidad, confiabilidad, vigencia y validez. La bibliografía de este artículo fue considerada confiable y de precisión académica o científica.
- Narducci, A. S. (2007). La fatiga de decidir o si acaso vale la pena ser juez. In Estudios de derecho en homenaje a Raúl Tavolari Oliveros (pp. 605-612). Lexis Nexis.