La formación reactiva, un sorprendente mecanismo de defensa
La formación reactiva es un mecanismo de defensa. Ocurre cuando alguien experimenta un deseo instintivo o, en todo caso, inconsciente, que rechaza conscientemente. Esto le lleva a desarrollar el impulso opuesto al que rechaza.
Un ejemplo puede ayudarnos a comprenderlo mejor. Supongamos que una mujer no está de acuerdo con la forma de ser de su madre, que es controladora. Ese rechazo la lleva a incubar odio por la manera como la mamá trata de intervenir y de limitar su vida. Tal odio también le resulta repulsivo: en el fondo siente que es una mala persona por sentir odio hacia su madre. Entonces desarrolla una conducta de formación reactiva: se desvive por cuidar y complacer a la mamá.
“La formación reactiva es un complejo mecanismo de defensa mediante el cual los sentimientos e impulsos inaceptables son modificados para volverlos aceptables”.
-Robert Isaacson –
Obviamente, este mecanismo de formación reactiva se forma y tiene lugar en el inconsciente. La persona no se da cuenta de que lo ha desarrollado. Simplemente, como ocurre en nuestro ejemplo, se siente un fuerte impulso a actuar de determinada manera. Lo que delata este proceso es lo exagerado de las manifestaciones.
Freud y la formación reactiva
El primero en describir este mecanismo de defensa fue Sigmund Freud en sus primeras descripciones de las neurosis obsesivas. Según Freud, la formación reactiva tiene lugar cuando el sujeto lucha contra un deseo inconsciente penoso y lo sustituye por un “síntoma primario de defensa”, también llamado “contrasíntoma”.
Uno de los ejemplos más representativos, utilizados por Freud, para hacer referencia a este mecanismo es la pulcritud, la escrupulosidad y el pudor que desarrollan muchos adolescentes y adultos. Para el autor, estas son formaciones reactivas que encuentran en evidente contradicción con los deseos propios de la sexualidad infantil a la que tempranamente estuvo sumergido el sujeto.
Dicho esto, se trataría entonces de una “defensa exitosa”, en la justa medida en que los componentes que intervienen en el conflicto, tanto el deseo inconsciente como el censurado “reproche” (el afecto asociado a la representación), han sido globalmente expulsados de la conciencia en beneficio de actitudes o conductas que representen virtudes morales extremas.
Formación reactiva, sobreprotección y laxitud
Uno de los casos más típicos de formación reactiva es el opuesto a nuestro primer ejemplo. Ocurre cuando una madre o un padre guardan resentimientos o sentimientos ocultos de rechazo por sus hijos. Todos los mandatos sociales les aseguran que deben amarlos sin condiciones. Por eso, la hostilidad hacia los hijos da lugar a sentimientos de culpa inconscientes.
Lo usual es que en estos casos la formación reactiva dé lugar a una fuerte necesidad de sobreprotegerlos. ¿De qué los protegen tanto en realidad? De su propio sentimiento de hostilidad hacia ellos. Temen que su rechazo les haga daño. Sobreprotegerlos es una manera de evitar ese daño, o de repararlo. Surgen entonces las madres o padres controladores, que fomentan la dependencia en sus hijos.
También ocurre lo opuesto. Los sentimientos inconscientes de culpa dan origen a una laxitud sin límites. Básicamente, dejan hacer a los hijos lo que quieran. No les ponen límites como una manera equivocada de compensar el rechazo que sienten hacia ellos. Al final, fomentan en ellos actitudes irresponsables y comportamientos perniciosos. Los convierten en personas demandantes y dependientes.
Otros casos de formación reactiva
Otros casos muy comunes de formación reactiva se dan en los hombres llamados “machistas” o en las mujeres mal llamadas “feminazis”. A veces un hombre no tolera su propia fragilidad, porque se le ha enseñado que toda muestra de sensibilidad o ternura pone en duda su masculinidad. Por eso se convierten en personas falsamente duras y temerarias, imponiéndose angustias y desafíos innecesarios. Algo similar ocurre con las mujeres que son hipersensibles a cualquier manifestación de la masculinidad.
También se dan casos que llegan un poco más allá. Son realidades en las que el mecanismo de defensa es más intenso y profundo, dando lugar a comportamientos sumamente rígidos, que se vuelven compulsivos.
Aparecen entonces lo que comúnmente llamamos “personas fanáticas”. Sienten fuertes impulsos sexuales y se vuelven los abanderados de la castidad. Se fustigan, incluso, por tener un “sueño húmedo”. O quienes viven sacrificándose por los demás, llegando a extremos. Probablemente intentan librarse de un sentimiento de culpa inconsciente.
Tipos de formación reactiva
En función de la intensidad de los comportamientos compensatorios y de su importancia, se puede hablar de dos tipos de formación reactiva: localizada y generalizada.
Formación reactiva localizada
Se produce cuando el deseo reprimido de la persona no es central para la estructura y funcionamiento de su personalidad. Debido a esto, los comportamientos reactivos que lleva a cabo no suelen ser demasiado intrusivos para su bienestar. Además, se centra en un área de la vida del individuo. De esta manera, los síntomas más negativos provocados por este mecanismo de defensa no aparecerán a menudo.
Formación reactiva generalizada
Implica deseos y comportamientos que son mucho más centrales para la persona. Las personas con formación reactiva generalizada inconscientemente quieren evitar uno de sus deseos principales. Por lo tanto, los comportamientos alternativos que adoptan generalmente son muy rígidos, y pueden llegar a tomar las riendas de su vida. Además, a menudo dan lugar a todo tipo de problemas.
Conocerse, siempre conocerse…
Es importante insistir en el hecho de que las personas no son conscientes de todo ese proceso. Ni reconocen los sentimientos o deseos que rechazan, ni tampoco se dan cuenta de que desarrollan impulsos para encubrirlos. Existe un autoengaño y también una conducta poco clara hacia los demás, pero todo esto no es deliberado.
A veces la formación reactiva cobija no solo a una persona, sino a todo un colectivo. Una familia, un grupo ideológico, un equipo de trabajo, etc. Esos entornos a veces alimentan la culpa frente a ciertas realidades subjetivas. Por ejemplo, idealizan el amor y lo ponen en un plano de perfección y no en términos humanos, es decir, imperfectos. Esto favorece la formación de estos mecanismos de defensa.
Hay casos en los que la formación reactiva se convierte en un obstáculo muy fuerte para avanzar. Se impone e incluso llega a incidir sobre el conjunto de la vida de una persona. En esas situaciones, puede convertirse en un riesgo para la salud física y mental. Llegados a ese punto, la única solución razonable está en una psicoterapia que facilite la emergencia y apropiación de los contenidos inconscientes.
Evidencia de formación de reacción
Si bien no todos los mecanismos de defensa han resistido el escrutinio de la investigación, muchos estudios han proporcionado evidencia convincente de la formación reactiva.
- En una revisión sobre la formación reactiva, se halló que los estudios han demostrado que las personas usan la formación reactiva como mecanismo de defensa para defender el ego. Este estudio reveló que, en las investigaciones realizadas, cuando la autoestima se veía amenazada, las personas respondían afirmando creer lo contrario de sus verdaderos sentimientos.
- En un estudio, las mujeres que tenían altos niveles culpa sexual decían tener niveles más bajos de excitación cuando se expusieron a estímulos eróticos, sin embargo, las medidas fisiológicas revelaron que en realidad estaban más excitadas.
- Una investigación encontró que cuando se les dijo a participantes blancos que los registros fisiológicos mostraban que tenían creencias racistas sobre los negros, le dieron más a un mendigo negro después de salir del laboratorio que aquellos que no habían sido acusados de racismo.
- En otro estudio, los investigadores encontraron que cuando había una discrepancia entre la orientación sexual implícita y explícita de los participantes, era más probable que miraran con hostilidad a quienes se identificaban como homosexuales.
Estos estudios permiten observar cómo, en diferentes situaciones, las personas apoyan un punto de vista, mientras inconscientemente siente exactamente lo contrario.
¿La formación reactiva es dañina?
Este mecanismo de defensa es una manera de protegernos de la ansiedad y la tensión que supone la lucha constante entre el Ello y el Superyó. Por lo tanto, la formación reactiva no tendría por qué considerarse como algo negativo. Sin embargo, esta podría causar todo tipo de problemas cuando es usada de manera patológica. Las personas que lo utilizan a menudo suelen adoptar conductas muy dañinas para su propia psique.
Para tratar este tipo de defensas, cuando se convierten en un problema de salud, lo más recomendable es trabajar terapeuta para identificar. El propósito sería explorar y aceptar los pensamientos, deseos, sentimientos o impulsos que causaron la ansiedad que condujo a la formación reactiva. Este puede ser un proceso desafiante y prolongado.
Para terminar, las formaciones reactivas buscan transformar un sentimiento, idea inaceptable o socialmente mal vista en su opuesto, con el objetivo de hacerlo más aceptable para las demandas del Superyó, de modo que tienen una función reguladora implícita, como todas las defensas yoicas.
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