La fuerza de voluntad no siempre soluciona los problemas

Para superar la mayoría de los desafíos, la fuerza de voluntad no es el único requisito necesario. Por norma, obtenemos resultados cuando a la actitud y a las ganas las acompañamos de otros recursos.
La fuerza de voluntad no siempre soluciona los problemas
Valeria Sabater

Escrito y verificado por la psicóloga Valeria Sabater.

Última actualización: 18 agosto, 2021

La fuerza de voluntad no es la solución a todos los problemas. Aunque nos han vendido durante mucho tiempo aquello de que todos disponemos de un motor interno capaz de ayudarnos a lograr todo lo que deseamos, la realidad es otra. Un trastorno de depresivo, por ejemplo, no se supera únicamente «queriendo estar bien». A un adicto tampoco le funciona demasiado el simple hecho de «ponerle ganas» a su proceso terapéutico.

Admitámoslo, sería maravilloso contar con esa fuerza de voluntad incombustible que todo lo puede y soluciona. Sin embargo, tristemente, esta regla de tres no siempre nos sirve. Nos encantaría que esta competencia nos asegurara alcanzar el éxito, dejar de fumar, reducir un poco el uso del móvil, superar todo problema o limitación y convertirnos en personas más felices.

Sin embargo, esa actitud enérgica y prodigiosa que todos podemos poner a nuestro favor en algún momento tiene trampa: se agota con facilidad. Así es, la fuerza de voluntad dura poco y no es la mano hábil que desata todos los nudos. Por tanto, resulta decisivo profundizar en este aspecto; aclararlo y aplicar una serie de enfoques que nos pueden ser mucho más útiles.

“Mucha gente piensa que lo que el adicto necesita para superar su problema es fuerza de voluntad. No es verdad. Necesita muchas más cosas”.

-Arnold M. Washton-

hombre ante dos caminos activando la fuerza de voluntad

¿Por qué la fuerza de voluntad no es tan útil como pensamos?

La etiqueta de la fuerza de la voluntad lleva ya años presumiendo de más poder del que tiene. Nos han hecho creer que es suficiente con aunar ganas, esfuerzos y motivación para que todo lo que uno espera, suceda. Con ella, logramos ir dos veces por semana al gimnasio, salir a correr todos los días, estudiar con buen ánimo cada día para sacarnos esa oposición y por qué no, ir escalando puestos en nuestro trabajo.

Habrá, claro está, a quien le sobre y le baste con esta dimensión para alcanzar el éxito. Sin embargo, la realidad es algo más gris; lo cierto es que la resolución interior no nos basta para alcanzar la gloria. Tampoco podemos decirle a alguien que, para superar su ansiedad, su fobia, depresión o trauma psicológico, lo que necesita es fuerza de voluntad. Hay importantes matices que debemos considerar.

Los analizamos.

La fuerza de voluntad: un recurso limitado

El doctor Roy Baumeister es catedrático de psicología en la Universidad de California. Uno de sus estudios más interesantes es el relativo al autocontrol y la fuerza de voluntad. Nos dice que es que lo de “ponerle ganas” no siempre funciona porque las personas nos agotamos con facilidad. La fuerza de voluntad es como un músculo y a menudo, se cansa.

Asimismo, se da otro hecho y es que esta dimensión es muy sensible al estado emocional. Basta con que un día ocurra algo o nos sintamos más tristes o angustiados para que esa fuerza interna se venga abajo. En este caso, el componente emocional anula al componente cognitivo y al poco, dejamos de actuar.

Es decir el ánimo bajo reduce nuestra capacidad para pensar, decidir, planificar y al poco, quedamos sin ganas de hacer nada…

Enemigos comunes que te impiden mantener tus ganas de “trabajar duro” para lograr algo

La fuerza de voluntad es ese ingrediente esencial que debería estar presente en muchas de las cosas que hacemos. No podemos negar su utilidad, sin embargo, tampoco podemos cerrar los ojos a sus limitaciones. Son las siguientes:

  • Lograr algo no depende siempre de nuestra actitud, hay múltiples factores que escapan a nuestro control.
  • A veces sobreestimamos nuestros recursos. En ocasiones, efectivamente, pensamos que determinados objetivos son fáciles para nosotros hasta que finalmente nos ponemos a ello.
  • La fuerza de voluntad requiere de un nivel elevado de energía cognitiva (atención, resolución de problemas, planificación, focalización…). Sin embargo, los recursos cerebrales en este aspecto son limitados. Es imposible estar al 100% todos los días, variables como el estrés, el desánimo puntual, el mal descanso nocturno o el agotamiento físico suelen afectarle.
  • Los pensamientos automáticos y negativos suelen sabotearnos.
  • Mucha voluntad y poca planificación. Así es, este es otro factor recurrente. Uno puede tener alineadas las ganas con las buenas intenciones sin embargo, le falta técnica.
Mujer estudiando pensando en la fuerza de voluntad

Entonces: ¿qué más necesitamos aparte de la propia fuerza de voluntad?

Ya sabemos que la fuerza de voluntad es limitada y que no podemos sustentar todos nuestros objetivos en ella. Pensemos que alcanzar una meta (sea cual sea) es como elaborar una receta en la cual, se necesitan muchos ingredientes para que algo sea realmente exquisito.

Así, un aspecto que sin duda sabemos es que a la persona con una adicción o un problema mental, no le faltan ganas para mejorar. La gran mayoría ansía sentirse mejor y tomar el control de sus vidas. Sin embargo, se necesitan más cosas aparte de la fuerza de voluntad. Entonces ¿cuáles son?

El psicólogo organizacional Benjamin Hardy escribió un libro titulado Willpower Doesn’t Work que nos habla de esto mismo. Las claves que propuso son las siguientes:

  • Cambia tu entorno. Organiza tu vida para que todo lo que te rodee te impulse a lograr esa meta. Esto implica a veces, dejar a un lado a ciertas personas que por su actitud, te impiden focalizarte en tu objetivo. Hacer cambios en casa, cambiar de rutinas e incluso pasar tiempo en lugares diferentes, por ejemplo, también es adecuado. De ese modo, al cambiar nuestro entorno evitamos caer en antiguos patrones nocivos.
  • Planifica. Si quieres algo traza un plan y ese plan, deberá a su vez ir ajustándose a medida que vayas avanzando.
  • La disciplina, actúa aunque no tengas ganas ni motivación. Habrá días en que la fuerza de voluntad no esté disponible, ni todavía menos los ánimos. En esos momentos lo que nos debe empujar a seguir es la disciplina. A veces, el simple hecho de actuar y movernos por “simple obligación” genera un cambio en nuestro cerebro y las emociones positivas aparecen de nuevo.

Por último, y no menos decisivo, cuando falle la motivación es bueno recordar nuestros motivos, es decir, visualizar aquello que deseamos alcanzar o conseguir. No somos máquinas de recursos ilimitados, somos personas a las que les fallan las fuerzas cada dos por tres y eso es normal. Tengámoslo presente para aceptarnos, para tratarnos mucho mejor y actuar en consecuencia.


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