La ilusión del tiempo en nuestras vidas
“Cinco minutos bastan para soñar toda una vida, así de relativo es el tiempo”
(Mario Benedetti)
Mira tu reloj, ¿qué hora es?
El paso del tiempo es una de las grandes cuestiones que más horas ha llevado tratar de resolver y aún quedan minutos, segundos y milisegundos de investigación para desentrañar todos sus misterios.
Es tal el interés y la complejidad de esta pregunta que incluso se organizó un concurso donde científicos tenían que darle respuesta de forma muy sencilla a un jurado compuesto por unos 6000 niños de 11 años.
Nuestra vida está ligada al tic tac de las agujas del reloj. Hacemos planes, organizamos visitas, nos aprendemos los horarios de los transportes para no llegar tarde y soplamos velas cuando celebramos el aniversario de nuestro nacimiento. Dormimos una media de ocho horas, tenemos que cumplir con el horario de trabajo establecido y tachamos días en el calendario.
Pero hay dos formas de explicar este concepto: una cosa es el tiempo que corre en el reloj y otra distinta cómo percibimos su paso.
¿Cuántos relojes tenemos?
-Reloj circadiano
Es el que nos permite que midamos la duración de las horas del día. Se encarga de controlar nuestro sueño, de que nos despertemos y de señalarnos las rutinas que adquirimos: “tengo hambre, tiene que ser la hora de comer” o “ya tiene que ser la hora de ir al gimnasio“.
Digamos que es aquel que nos avisa de los hábitos y funciones más básicas de nuestro organismo. Se distorsiona cuando hacemos un viaje largo en avión, provocando el fenómeno conocido como “jetlag” que es una descompensación horaria tras un viaje transatlántico, al producirse un desequilibrio producido entre el reloj interno y el horario real.
-Reloj milisegundos
Es, obviamente, el más preciso. Gracias a él podemos percibir correctamente el habla, el ritmo de una canción o controlar nuestros movimientos más finos como alcanzar un objeto al vuelo que se dirige hacia nosotros.
-Reloj cognitivo
Cierra los ojos y cuenta hasta un minuto. Este es tu reloj cognitivo. Se activa cuando somos conscientes del paso del tiempo y sirve para medir las duraciones comprendidas entre unos pocos segundos y algunos minutos.
Es el más flexible de todos, ya que podemos detenerlo y ponerlo en marcha cuando queramos. Pero esta facilidad tiene también su punto débil: importantes factores como la memoria, la atención o las emociones pueden alterarlo.
Las paradojas del tiempo
-“Cuando miramos el reloj, podemos ver moverse el segundero, pero sólo la memoria nos dice que las manecillas de los minutos y las horas se han movido” .
Esta paradoja resalta que ante un concepto tan abstracto e intangible necesitamos una referencia física para tener constancia del paso del tiempo. Un péndulo de un lado hacia otro, unas manecillas girando paso a paso, la sombra de un reloj de sol o la arena fina cayendo.
-“Una olla observada nunca rompe a hervir”.
Esta afirmación confirma que la atención juega un papel muy importante. Y es que si nos centramos en el tic tac, el tiempo parece estirarse o incluso congelarse. De ahí que cuando estamos disfrutando y no somos conscientes del reloj el tiempo se nos pase muy rápido y que, por el contrario, si estamos aburridos y sólo deseamos que el tiempo vuele, como venganza va más lento que nunca. Es todo un clásico: ¿mamá, cuánto falta para llegar?
-“Se me está haciendo eterna la espera al dentista”.
Las emociones también tienen su influencia. Ya estemos bajo un estado emocional positivo o negativo la percepción del tiempo se altera. Por ejemplo, el tiempo en la sala de espera antes de entrar a una entrevista de trabajo se hace más largo de lo que en otras circunstancias nos parecería.
Está comprobado que si le preguntas cuánto tiempo han estado en el aire a personas que acaban de saltar haciendo puenting o con paracaídas, te dirán que ha sido más tiempo del que realmente ha pasado, ya que con emociones fuertes todo se ralentiza.
Nos activamos para no perdernos detalle del momento que estamos viviendo y, a su vez, nuestro sistema de supervivencia se activa para hacer frente a la situación. Y sí, también los besos con tu enamorado/a parecen durar más de lo que duran.
Mira tu reloj de nuevo, ¿cuánto tiempo ha pasado?
“Cuando piensas que algo está ocurriendo, ya ha sucedido”