La inhibición afectiva tiene consecuencias

La inhibición afectiva tiene consecuencias
Gema Sánchez Cuevas

Revisado y aprobado por la psicóloga Gema Sánchez Cuevas.

Escrito por Edith Sánchez

Última actualización: 29 julio, 2019

La inhibición afectiva puede definirse, en principio, como la dificultad para identificar y expresar las emociones y los sentimientos. Algunas escuelas de psicología definen a esta condición como “alexitimia”. Esta palabra viene de tres raíces griegas: “a” (sin), “lexis” (palabra) y “thimos” (afecto). Desde ese punto de vista, significa “sin palabras para los afectos”.

Muchas personas que presentan inhibición afectiva sí tienen emociones y sentimientos. El problema es que es muy difícil para ellos precisarlos y, por lo tanto, expresarlos. No todos viven esta situación con la misma intensidad. En algunos casos este fenómeno no es tan profundo , mientras que en otros hay una total disociación con el mundo afectivo.

Nada más dos tipos de personas pueden hablar sin inhibiciones: los desconocidos y los amantes. Los demás solo están negociando”.

-Anónimo-

Una persona con alexitimia tiene dificultades para saber si lo que siente es amor o amistad, por ejemplo. También será muy parco si le preguntas cómo está. Te dirá “bien” o “mal”, pero no precisará qué significa ese “bien” o ese “mal”. No dirá que está “enojado”, o “entusiasmado”, o “triste”. En casos extremos, frente a la pregunta guardan silencio o dicen siempre “bien” de forma automática porque entienden que esa es la respuesta que esperan los demás.

Rasgos que denotan inhibición afectiva

El rasgo más destacado de la inhibición afectiva es la frialdad. Es como si no sintieran y, efectivamente, en los casos más extremos en realidad no logran sentir. Sus síntomas son similares a los que experimenta una persona deprimida, pero en este caso son más acentuados. Los más visibles son:

  • No experimenta placer o lo hace mínimamente.
  • No se interesa por su vida sexual.
  • Es conformista.
  • Se mueve de forma rígida y lenta.
  • Tiene escasa vida social.
  • Muestra falta de vitalidad.
  • Presenta impulsividad.
  • Casi siempre se ven serios y aburridos.
  • No tiene fantasías y le cuesta mucho trabajo usar la imaginación.
  • Si establece vínculos, suelen ser de dependencia.
  • Jamás dicen “te quiero”.

Hay dos tipos de inhibición afectiva o “Alexitimia. Una es la primaria, en la que la persona se comporta de esta manera desde que nació. En este caso corresponde a una anomalía neurológica. La otra es la secundaria, que aparece después de un trauma físico o psicológico, o tras prolongados periodos de intenso estrés.

Para muchos investigadores, en la mayoría de los casos la inhibición afectiva estaría marcada por factores socioculturales. Hay modelos de comunicación familiar que inducen a inhibir la expresión de las emociones. También hay entornos sociales o escolares en donde decir lo que uno siente es reprobado. Es frecuente que se imponga un modelo de “emociones buenas” y “emociones malas”. De las “buenas” se puede hablar, pero de las “malas” no.

Los inconvenientes de no expresar los afectos

Los casos más graves de inhibición afectiva demandan una terapia, que suele prologarse en el tiempo. Es posible que también exijan una intervención neurológica. Todo parece indicar que la raíz de este problema es una desconexión entre los hemisferios cerebrales. Esto, eventualmente puede corregirse, pero hay casos específicos en los que es imposible.

Los casos menos graves, que son la mayoría, pueden seguir un plan de recuperación diferente. A veces una persona inhibe la expresión de sus afectos simplemente porque no ha aprendido a hacer lo contrario. Es muy usual que en el pasado le hayan obligado a callar sus afectos, ya que en ciertos entornos se valora la falta de expresividad emocional de forma positiva, como un signo de auto-control. De la misma forma, hay casos en que el silencio emocional es la respuesta “natural” a un trauma no resuelto.

En cualquiera de los casos lo cierto es que la imposibilidad de definir y expresar las emociones trae serias consecuencias sobre la vida. En primer lugar, las funciones intelectuales decaen. Las emociones juegan un papel fundamental en la adquisición de nuevos conocimientos y en la memoria, principalmente. También el mundo afectivo está en la base de las capacidades investigativa y la creatividad. Por lo tanto, una persona con inhibición afectiva será débil intelectualmente.

Por otro lado, y como es obvio, la vida social termina reducida a su mínima expresión. No existe la posibilidad de establecer vínculos profundos con los demás. La vida se torna árida y esto incide a su vez en una mayor inhibición. Se trata de una disfunción que es completamente tratable. Los afectos y las emociones son “la sal” de la vida. Si sospechas que tú o alguien que conoces tiene estos síntomas, no dudes en buscar ayuda.

Imágenes cortesía de Henrietta Harris


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