La libertad de expresión no tiene sentido sin libertad de pensamiento
Una parte del mundo se enorgullece de disfrutar de una bien ganada libertad de expresión, mientras que en otras partes del mundo los pensamientos son censurados, y las personas que los hacen visibles son castigadas por expresar libremente sus ideas. Sin embargo, esa libertad de expresión -de la que disfrutamos muchos- no siempre viene acompañada de libertad de pensamiento. ¿Qué sentido tiene, entonces, ser libre para expresarse si no se siente libertad para pensar?
“Para mí la clave de la libertad es la libertad de pensamiento. Se habla mucho de la libertad de expresión. Hay que reivindicar la libertad de expresión, por ejemplo en la prensa, pero si lo que usted expresa en la prensa es un pensamiento que no es propio, que ha adquirido sin convicción y sin pensarlo, entonces no es usted libre por mucho que le dejen expresarse”
-José Luis Sampedro-
¿De verdad tenemos libertad para expresarnos?
Por curioso que parezca, no tenemos tanta libertad para expresarnos como pensamos, sencillamente porque todo el mundo se siente libre de pensar. Pero, ¿dónde está la censura? Más que de censura de lo que tenemos que hablar es de manipulación.
La forma de hablar es el resultado de la forma de pensar. Es decir, el proceso de pensamiento se refleja en la forma de expresarse y comunicarse a través del lenguaje. Por lo tanto, cuanto más libre de pensamiento es una persona, mayor discurso propio reflejará su mente. Por el contrario, cuanto más manipulado esté el pensamiento, menos capacidad tendrá la mente para elaborar ideas propias.
Muchas de esas personas que sienten que se expresan libremente en realidad solo están expresando ideas ajenas, ideas implantadas, ideas que no brotan de su propia experiencia personal, ni de su comprensión de las cosas. Esas ideas son únicamente el resultado del condicionamiento al que han sido sometidos
Libertad de expresión y libertad de pensamiento no van de la mano
¿Hasta que punto libertad de expresión es posible cuando no hay libertad de pensamiento? La libertad de expresión no tiene sentido si no está alimentada por el pensamiento libre, creativo y personal.
Hemos crecido creyendo en la idea de que tenemos libertad de expresión. Pero en todo momento hemos sido manipulados por aquellos que necesitaban implantar en nosotros una idea que iba destinada a su propio beneficio personal. Personas que, de alguna forma u otra, tenían o tienen poder sobre nosotros.
Esto es puro marketing: elige entre esto, eso o aquello. ¿Con cuál te quedas? La opción de una alternativa personal y creativa no es posible. Y pobre de aquel que osara plantear algo diferente o que desafíe el orden impuesto. Tal vez no hay censura explícita ni castigos estipulados, pero todos sabemos lo que pasa cuando la oveja se sale del rebaño, aunque haya varios entre los que elegir.
La libertad de expresión sin libertad de pensamiento es un eufemismo
Somos esclavos de nuestra propia libertad
A las personas nos gusta pensar que somos totalmente libres, como si fuéramos completamente autónomos e independientes, como si no estuviéramos influenciados por nuestro entorno. Pero, en realidad, todos estamos obligados a sacrificar parte de nuestra libertad para alcanzar cierto nivel de seguridad y bienestar, e incluso reconocimiento.
Es cierto que no es posible ser completamente original, que las ideas y los pensamientos, también los conocimientos, se construyen sobre las ideas, pensamientos y conocimientos de los demás. También es cierto que nuestras creencias, miedos y experiencias nos limitan. Y en esto poco se puede cambiar.
“Si he logrado ver más lejos, ha sido porque he subido a hombros de gigantes”
-Isaac Newton-
La verdad es que las mentes de la mayoría de las personas no son susceptible al cambio. Esto es conveniente para muchos de los que ostentan el poder, de una u otra forma. La inseguridad, la pasividad y el miedo a alcanzar estados superiores de conciencia son buenos para seguir manteniendo a la gente controlada.
Delimitar el libre pensamiento, dando fórmulas fáciles para elegir, mantiene la ilusión de que el cambio es posible: un cambio limitado, pero no tan revolucionario como nos quieren hacer ver. Al orden establecido no le gustan las personas reflexivas, que son capaces de pensar de manera crítica, y de alguna u otra forma se hace lo posible para suprimir su inteligencia. Piensa que el libre pensamiento es el acto más revolucionario de todos.
El pensamiento crítico es el que tiene el poder de transformar el orden social, tal como la conocemos hoy. Pero eso sería fatal para muchos e incómodo para la mayoría; una mayoría que tendría que abandonar su vida cómoda en la que tiene que tomar pocas decisiones, en la que es suficiente con protestar un poco para sentirse libre de expresar lo que se siente