La memoria de trabajo: el almacén que no descansa

La memoria de trabajo: el almacén que no descansa
Sara Clemente

Escrito y verificado por Psicóloga y periodista Sara Clemente.

Última actualización: 26 agosto, 2019

Todos empleamos la memoria de trabajo en todo tipo de actividades y tareas cotidianas. Cuando calculamos la cuenta en el supermercado, cuanto tomamos apuntes, cuando tratamos de calcular un porcentaje o cuando mantenemos una conversación estamos usando nuestra memoria de trabajo. Así, el resultado de todos estos procesos va a depender directamente de su funcionamiento.

La memoria de trabajo, también llamada operativa, es un tipo de memoria a corto plazo que se encarga del almacenamiento y la manipulación temporal de la información. Se trata de un tipo de memoria que mantiene determinada información en nuestro foco atencional mientras realiza tareas cognitivas complejas con ella. Utilizando una metáfora, podríamos decir que en nuestra sala de operaciones mental, la memoria de trabajo es a la vez la camilla que sujeta al paciente y el cirujano que opera. El resultado va a depender, lógicamente, de cómo haga los dos procesos simultáneos.

¿Cuáles son las principales características de la memoria de trabajo?

Las principales características de la memoria de trabajo son las siguientes:

  • Tiene una capacidad limitada (7±2 ítems).
  • Es activa: manipula y transforma la información.
  • Actualiza constantemente sus contenidos.
  • Está íntimamente relacionada con la memoria a largo plazo. Puede trabajar con contenidos almacenados en este tipo de memoria y al mismo tiempo con contenidos almacenados en la memoria a corto plazo.
Mujer apuntando en notas

Importancia de la memoria de trabajo

¿Alguna vez has tratado de repetir en voz alta el mismo número de teléfono, para marcarlo 10 segundos después, y no eres capaz de recordarlo? Ahí es cuando nos damos cuenta de la relevancia que tiene la memoria de trabajo para nuestra vida diaria y las posibilidades que nos puede dar el hecho de ejercitarla y “mantenerla en forma”.

Así, por ejemplo, es fundamental en el proceso de toma de decisiones y para el correcto funcionamiento de las funciones ejecutivas, especialmente cuando hay una fuerte demanda de la atención y la planificación de acciones. Su implicación en la comprensión del lenguaje oral y escrito se debe a que permite mantener activa cada palabra, reconocerla, analizarla semánticamente, compararla con otras palabras y combinarla con información almacenada en otro tipo de memoria o que llega en ese momento a través de los sentidos.

La memoria de trabajo es el motor de la cognición. Como tal, es esencial en tareas cognitivas, como las relacionadas con el cálculo, el razonamiento puramente lógico y el control perceptivo-motor. También guarda relación con aprendizajes muy distintos, como pueden ser aprender a leer y aprender matemáticas. Una persona que tenga alguna lesión cerebral a la que se asocien problemas de memoria, podría no ser capaz de definir una palabra o decidir si dos palabras tienen una rima fonética.

¿Es lo mismo memoria a corto plazo que memoria de trabajo?

La memoria a corto plazo permite retener una cantidad limitada de información durante un periodo breve de tiempo. Se la considera un “almacén pasivo”, que tiene una limitación tanto en capacidad como en duración. Por su parte, la memoria de trabajo permite llevar a cabo procesos cognitivos conscientes que requieren de atención, de repaso, de manipulación, de organización y del establecimiento de conexiones con la memoria a largo plazo.

A pesar de esta aparente diferencia conceptual, actualmente existe un debate acerca de si la memoria de trabajo es o no lo mismo que la memoria a corto plazo. Por un lado, gran parte de los investigadores consideran que estos dos almacenes son o forman un único sistema de almacenamiento temporal, que permite trabajar con la información para resolver o realizar tareas cognitivas complejas.

Sin embargo, en el polo opuesto, otros autores consideran que ambos sistemas son diferentes y realizan funciones distintas. Para ellos, la memoria a corto plazo implicaría solo almacenamiento, mientras que la memoria de trabajo implicaría procesamiento: almacenamiento y manipulación.

Cómo funciona: el modelo multicomponente

Para tratar de explicar su funcionamiento, Baddeley y Hitch plantearon un novedoso modelo que proponía la división de la memoria de trabajo en 4 subsistemas o componentes especializados:

  1. Ejecutivo central: es el encargado de supervisar, controlar y coordinar al resto de sistemas. No se implica en tareas de almacenamiento. Se le considera un sistema de supervisión atencional, que permite cambiar el foco de la atención (atención selectiva).
  2. Lazo o bucle fonológico: permite adquirir vocabulario. Es esencial en el desarrollo de otras habilidades intelectuales. Está dividido a su vez en dos sistemas: el almacén fonológico pasivo, que mantiene la información verbal; y el de repaso subvocal, que “refresca” y mantiene esa la información.
  3. Agenda viso-espacial: nos permite percibir objetos, llegar a una dirección o jugar al ajedrez. También se divide en dos sistemas: el almacén visual activo y el escriba interno, que realizan las mismas funciones que los componentes del bucle fonológico.
  4. Buffer episódico: permite conectar la información del bucle fonológico y de la agenda visoespacial, así como con las representaciones de la memoria a largo plazo.

Estructuras neuroanatómicas involucradas en la memoria de trabajo

La memoria de trabajo no se localiza en una parte exclusiva del cerebro, sino que requiere la activación de un circuito de neuronas específico. Se pone en marcha por la activación de la corteza prefrontal, área cerebral implicada en la planificación de comportamientos complejos, en procesos de toma de decisiones y en la adecuación del comportamiento social a diversas situaciones.

Cerebro con una pieza de puzzle

Tras esta puesta en marcha, su funcionamiento radica en la interacción entre la corteza prefrontal y distintas áreas de la corteza posterior, el lóbulo temporal y el occipital.

  • El lóbulo temporal permite almacenar y manipular la información verbal a corto plazo (actividad del bucle fonológico).
  • El lóbulo occipital procesa la información visual (actividad de la agenda visoespacial).

La memoria de trabajo es, en definitiva, un almacén de memoria temporal activo. Gracias a él y a su potencia podemos atender, comprender el lenguaje, leer, realizar cálculos matemáticos, aprender o razonar. Fascinante, ¿verdad?

 


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