¿Puedes vivir sin respuestas?
El hombre es un animal de costumbres. Por lo general nos agrada la certidumbre, la sensación de que tenemos control sobre lo que ocurre en nuestras vidas y por qué. Sin embargo, como todos sabemos, la ambigüedad forma parte de nuestro día a día y nos vemos obligados a aprender a lidiar con ella. Pero, ¿por qué nos resulta tan difícil vivir sin respuestas?.
Los niños son un magnífico ejemplo de nuestra innata necesidad de saber. Ellos disfrutan escuchando las mismas historias una y otra vez y escogen ver cada día la misma película. Conocer el desenlace les proporciona una agradable sensación de seguridad, les evita atravesar por la incómoda falta de certeza. Aunque a medida que crecemos vamos aprendiendo a manejar la ansiedad, la urgencia por obtener respuestas nos sigue acompañando.
La necesidad de cierre cognitivo
El cierre cognitivo hace referencia a la necesidad psicológica de dar una respuesta rápida y firme a una pregunta, debido a la aversión que nos genera la ambigüedad. Se trata de un continúo en el que la mayoría de nosotros nos situamos en puntos intermedios: valoramos el orden pero podemos tolerar un cierto grado de incertidumbre.
Sin embargo, existen diferencias en nuestra actitud a medida que subimos o bajamos por la escala. Quienes presentan una gran necesidad de cierre cognitivo se caracterizan principalmente por dos parámetros: urgencia y permanencia. Es decir, requieren una respuesta o explicación inmediata, y necesitan que esta sea firme y se mantenga, bloqueando el resto de hipótesis alternativas.
En definitiva, necesitan deshacerse de la falta de certeza de forma rápida y permanente. Son personas que prefieren el orden, la estructura y lo previsible. Experimentan una necesidad apremiante a la hora de tomar decisiones, y tratan de evitar el caos y la inestabilidad. La ambigüedad les genera una gran incomodidad interna, por lo que la perciben como muy negativa.
En su vida diaria tratan de no involucrarse con personas y situaciones impredecibles. Disfrutan de una rutina estructurada, no se demoran en tomar decisiones y sienten un gran alivio cuando deciden. Además, experimentan una elevada molestia cuando no comprenden el por qué de un suceso o una conducta.
Por otro lado, quienes no experimentan esta necesidad en un grado tan elevado toleran bien la incertidumbre, la ambigüedad y la indecisión. Prefieren entornos menos estructurados y llevan vidas más creativas y cambiantes. Se abren a diferentes experiencias y puntos de vista.
¿De qué depende la necesidad de respuestas?
Además de nuestras tendencias personales, que difieren de un individuo a otro, existen ciertas condiciones que nos llevan a tolerar un mayor o menor grado de falta de certeza. Así, cuando nos encontramos en entornos demasiados estimulantes o indeterminados aumenta nuestra necesidad de cierre cognitivo. Lo mismo sucede cuando estamos cansados, presionados o estresados por la falta de tiempo.
Como ocurre en gran parte de los aspectos de la vida, ningún extremo es positivo. Una absoluta falta de necesidad de respuestas nos llevaría a ser indisciplinados y caóticos. Seríamos extremadamente indecisos y poco productivos. Pero, por otro lado, una elevada intolerancia a la incertidumbre, genera estrés y desasosiego. Nos conduce a ser impulsivos, impacientes y a tomar decisiones precipitadas y poco meditadas.
Además, favorece el desarrollo de un pensamiento rígido y extremista, que nos impida tener una mente abierta y un buen juicio crítico. Nuestra incapacidad para vivir sin respuestas puede volvernos autoritarios y prejuiciosos, induciéndonos a juzgar de forma inflexible a los demás.
Aprender a vivir sin respuestas
Nos guste más o menos, a lo largo de la vida habremos de hacer frente a numerosas situaciones pocos claras. No siempre nos será posible predecir con exactitud lo que va a ocurrir o comprender a la perfección por qué algo ha sucedido. Tendremos que hallar el modo de tolerar un futuro indefinido o un pasado sin explicaciones convincentes.
Para que esto no nos produzca ansiedad, malestar ni inquietud hemos trabajar nuestra necesidad de cierre cognitivo y nuestra tolerancia a la incertidumbre. Hemos de desarrollar un pensamiento flexible, abierto a diversas alternativas y capaz de sopesar diferentes puntos sin que esto nos haga sentir una pérdida de significado personal. Ser capaces de soportar cierta falta de concreción nos ayudará a soltar la necesidad de control y a vivir con más libertad y menos estrés.
Todas las fuentes citadas fueron revisadas a profundidad por nuestro equipo, para asegurar su calidad, confiabilidad, vigencia y validez. La bibliografía de este artículo fue considerada confiable y de precisión académica o científica.
- Moyano-Pacheco, M., Expósito-Jiménez, F., & Trujillo-Mendoza, H. M. (2013). Cierre cognitivo, sexismo y religiosidad: diferencias y similitudes entre grupos de adolescentes con distinta cultura. Anales de Psicología/Annals of Psychology, 29(2), 501-508.
- Moyanoa, M., & Trujillob, H. M. Pérdida de significado, necesidad de cierre cognitivo y extremismo.