La receta, una historia sobre el poder de la experiencia
Esta historia sobre el poder de la experiencia comienza en un lejano país en donde habitaba una madre con su único hijo. La mujer era viuda y su razón de ser y su mayor alegría era ese hijo de 16 años, que la llenaba de fuerza para vivir.
La madre contaba con unos ingresos modestos. Vivía de remendar ropas, trabajo que realizaba a la perfección. Tenía mucha clientela y aunque a veces se veía obligada a trabajar de sol a sol, se sentía satisfecha porque podía darle a su hijo todo lo que él necesitaba.
Sucedió que en una ocasión llegaron más clientes de los habituales. Cuenta esta historia sobre el poder de la experiencia que la mujer tenía que levantarse con los primeros rayos del sol y se acostaba ya de madrugada. Sin embargo, estaba feliz. Mayor clientela y más trabajo significaban también unos ingresos adicionales.
“Dar ejemplo no es la principal manera de influir sobre los demás; es la única manera”.
-Albert Einstein-
Una situación inesperada
Terminado su trabajo, la mujer reunió mucho más dinero del que había visto antes. Pudo comprar algunos muebles nuevos para reemplazar aquellos que estaban más gastados. También compró ropa para los dos. Además, le sobró dinero para hacer una compra que normalmente no podía permitirse.
Cuenta la historia sobre el poder de la experiencia que la mujer adquirió varios manjares que ni ella ni su hijo habían probado antes. Frutas exóticas, jamones traídos desde tierras lejanas, faisanes, codornices e incluso una buena porción de ciervo. El chico estaba feliz, ya que le encantaba probar comidas nuevas.
Tras una semana de estar degustando esos exquisitos manjares, el joven comenzó a sentirse mal. Le dolía mucho el estómago y sentía nauseas. La madre le pidió que hiciera dieta, pero él no lo resistía. Así que pasaban los días y no mejoraba.
Una consulta necesaria
Al no saber cómo resolver la situación, la madre se preocupó mucho. En realidad no sabía si su hijo estaba intoxicado o si el exceso de comida le había causado una gran indigestión. Por eso, decidió llevarlo al médico del lugar, para que este diera su dictamen.
El médico examinó cuidadosamente al muchacho. Al mismo tiempo, la madre le habló de los excesos alimenticios en los que había incurrido en las últimas semanas. También le detalló uno a uno los alimentos que había ingerido y en qué cantidad.
Según la historia sobre el poder de la experiencia, el médico dijo que el caso era muy sencillo. Simplemente se trataba de un malestar por exceso de comida. La solución también era muy fácil: el chico debía ayunar durante una semana. Solamente estaba autorizado a tomar agua y comer alguna fruta.
El médico aseguró que si seguía sus indicaciones, mejoraría. Sin embargo, el muchacho se mostró reacio. Tan pronto llegaron a la casa, volvió a comer como de costumbre. Por supuesto, siguió enfermo. Entonces a la madre le dijeron que había un hombre muy sabio en las montañas. Tal vez él podría solucionar su problema.
Una historia sobre el poder de la experiencia
Dice esta historia sobre el poder de la experiencia, que la mujer aprovechó que algunos de sus vecinos iban a hacer un viaje a la montaña. Les pidió que buscaran al hombre sabio y le comentaran la situación. Así quizás él diría qué se podía hacer para que el joven dejara de comer y mejorara de su mal.
Después de unos días, los vecinos volvieron. Le contaron entonces lo que el sabio había dicho. Este indicó que el joven debía seguir la recomendación del médico, pues era lo más adecuado. Si aún sabiendo cuál era la solución, el joven persistía en su comportamiento, entonces él y su madre debían ir a su cabaña en una semana exactamente.
La mujer le comentó todo al joven, pero este no prestó atención. Como era su costumbre, siguió comiendo y, obviamente, siguió enfermo. Una semana después, la madre preparó todo y se fue con su hijo a las montañas. Tenía la esperanza de encontrar una solución que sí pudiera aplicar.
Al llegar a donde el hombre, la madre le preguntó qué hacer. El sabio respondió: “Ayunar durante una semana”. La mujer se sintió decepcionada. Pensó que había perdido su tiempo. El chico dijo entonces: “No puedo ayunar, es imposible”.
El sabio le contestó: “Sí es posible ayunar. Llevo una semana en ayuno, desde que supe que ibas a venir”. El joven se sintió avergonzado. Sin dudarlo, hizo el ayuno y mejoró una semana después.
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- Calabrese, E. (2014). Cuentos (1880). In Anales de Literatura Hispanoamericana (Vol. 43, p. 484). Universidad Complutense de Madrid.