La relación entre el aislamiento y el victimismo
El victimismo, entendido como aquel disfraz que nos permite llamar la atención sobre lo desamparados y mal que estamos, es muy dañino. En la mayoría de las ocasiones, se convierte en una estrategia para no hacernos responsables de lo que sucede en nuestra vida. Es decir, en última instancia hablamos de una manera de evitar crecer.
Esta forma de actuar, quizás, la hayamos visto en algún miembro de nuestra familia. Tendía aislarse, a estar solo y sentirse mal por ello. Con esto, puede que nos surja la siguiente pregunta: ¿existe alguna relación entre el aislamiento y el victimismo?
Cuando una situación nos sobrepasa, es normal sentirnos perdidos y con poca o ninguna capacidad para controlar lo que nos sucede. No tienen por qué ser algo objetivamente dramático (Ej. No encontrar un trabajo o que nuestros amigos no nos hayan invitado a un evento).
El malestar que esto nos genera puede hacer que nos sintamos víctimas de lo que ha ocurrido. No obstante, tras unas horas o pocos días, debemos ser capaces de alejar ese sentimiento de nosotros. En el caso de que esto no ocurra, corremos el riesgo de adoptar determinados hábitos poco saludables. Uno de ellos es el aislamiento.
El aislamiento es una forma de victimismo
Cuando hablamos de aislamiento, nos referimos a un acto voluntario. Decidimos refugiarnos en casa o no quedar con nuestras amistades por diversos motivos que tiene que ver directamente con nosotros mismos. En este tipo de situaciones tendemos, muchas veces, a autoengañarnos. Creemos que los demás nos dejan de lado cuando, en realidad, somos nosotros los que estamos evitando los compromisos sociales.
Aquí somos nosotros quienes necesitamos sentir que somos importante para alguien, que si nos alejamos el otro nos buscará. Es entonces cuando nos sentimos solos, sin realmente estarlo o sin que realmente lo estuviéramos antes de alejarnos.
“Si actúas como una víctima, es probable que seas tratado como tal”.
-Paulo Coelho-
El aislamiento nos ayuda a acrecentar esa sensación de que somos víctimas evitando que aceptemos la responsabilidad de lo que nos ocurre. Sin embargo, ¿qué influye más? ¿El aislamiento en el victimismo o viceversa?
Lo cierto es que el aislamiento y el victimismo se retroalimentan. Si nos aislamos es muy probable que terminemos sintiéndonos víctimas de lo que nos ocurre. Si nos sentimos víctimas, la probabilidad de terminar aislándonos de los demás es grande.
El aislamiento y el victimismo se retroalimentan. Al distanciarnos de los demás es muy probable que acabemos sintiéndonos víctimas y si en algún momentos nos sentimos así, es muy posible que terminemos aislándonos.
Motivos por los que nos alejamos de los demás
Aunque entendamos el aislamiento como un hecho derivado de encerramos en casa y no querer ver a nadie, lo cierto es que esto va mucho más allá. A continuación, vamos a ver algunos de los motivos por los que nos aislamos y por qué esto nos lleva acrecentar el sentimiento de que somos víctimas:
- Nos aislamos de los demás para sentirnos mal: aunque parezca absurdo, si somos personas victimistas nos aislaremos para potenciar ese sentimiento de “nadie me quiere”, “me ignoran”, “no cuentan conmigo” o “no valgo para nada”.
- Buscamos una distancia física y emocional: el hecho de encerrarse en casa o rechazar determinados compromisos es una forma de no tener contacto con las demás personas. Ver cómo continúan con sus vidas y que respetan que nos hayamos querido aislar dándonos espacio duele y esto se utiliza para aumentar la sensación de ser víctimas.
- Deseamos llamar la atención: el aislamiento y el victimismo pueden utilizarse para que “los demás vengan a mí”. Lo que suele ocurrir es que esto no suele suceder o, si pasa, las personas que se intentan acercar recibirán siempre una negativa o un “no”. Esto nos hará sentirnos aún más víctimas de lo que nos ocurre.
La zona de confort en el aislamiento y el victimismo
Una de las razones por las que nos cuesta tanto salir de ese papel de víctimas que hemos adoptado es porque ahí se encuentra nuestra zona de confort. Nos quejamos, nos lamentamos, pero no hacemos nada para cambiar la situación que estamos experimentando.
Como bien dice Maximiliano Hernández Marcos en su artículo El victimismo, un nuevo estilo de vida. Intento de caracterización, “Este auge del victimismo en las últimas décadas pone de manifiesto que no estamos ante una moda social de corto vuelo, sino más bien ante una mentalidad dominante“. Si tan grave es la situación, ¿qué podemos hacer ante esto?
Cuando nos aislamos en lugar de decir “sí” a la petición de nuestros amigos para salir por la noche, decimos “no” solo para aumentar esa sensación de “qué solo me siento”. El problema es que los únicos que lo están pasando mal y que no son felices somos nosotros.
Dar el primer paso
Para salir del aislamiento y el victimismo es muy importante empezar a adoptar determinadas medidas en las que es muy recomendable que nos acompañe un profesional. Este nos facilitará algunas herramientas para salir de ese hoyo en el que nos hemos sumergido y del que creemos que no seremos capaces de salir.
El primer paso es el más difícil de dar, pero el más valioso. Para empezar, tenemos que sacudirnos de encima todo aquello que nos está haciendo que nos sintamos víctimas. Para conseguirlo, una buena idea es revisar las creencias que tenemos, cuestionarlas y tirar a la basura aquellas que solo nos ofrecen dolor y sufrimiento.
Tras esto, llega el momento de abrirle un espacio a lo nuevo (al principio nos puede costar). La zona de confort puede llegar a ser muy atractiva y siempre nos hará creer que “no nos apetece” o “estoy muy cansado” o “voy a sentirme incómodo”. Sin embargo, los viajes al otro lado merecen la pena.