La gente con un punto de sana locura, contagia magia y coraje
La gente con un punto de sana locura enciende sonrisas en momentos de decaimiento, son nuestra energía cotidiana, nuestra alma de colores para días grises y el reflejo de ese coraje que sabe encontrar siempre el lado bueno de las cosas. Pocas personalidades pueden llegar a ser tan enriquecedoras como aquellas que hacen de la ilusión constante, el auténtico motor de sus vidas.
A la pregunta de si uno nace con este tipo de positivismo algo desinhibido pero responsable o si por el contrario, son las circunstancias las que propician este modo de afrontar las cosas, cabe decir que no hay acuerdo científico sobre el tema. Cada uno de nosotros tenemos unos rasgos de personalidad muy concretos, pero el ambiente y nuestras propias experiencias también pueden determinarnos.
No tengo problema en ser normal, pero una pincelada de sana locura siempre me sienta mejor, aunque admito que es un placer que solo entendemos los locos.
Decía Lewis Carroll que la locura es ese estado en que la felicidad deja de ser inalcanzable. Tal vez el autor de “Alicia en el País de las Maravillas” se refería más bien esa locura donde hay cierta ausencia de “razón”, pero en nuestro caso, queremos hablarte más bien de esa actitud llena de energía, de apertura y espontaneidad donde sí habita el equilibrio y la razón…
Te lo explicamos.
La sana locura, fuente de felicidad y motivación
Estamos seguros de que en alguna ocasión, habrás compartido un instante de risas intensas con alguien tras cometer un acto atrevido que te ha resultado tan estimulante como divertido. Tras ello, le habrás dicho a esa persona aquello de “estás loco/a”.
Son momentos donde nuestro cerebro nos gratifica con una buena dosis de serotonina y dopamina, esos neurotransmisores asociados a la motivación y a la alegría donde además, se le puede sumar en muchos casos la oxitocina. Es la hormona que cursa con el cariño y el afecto, la que hará que estrechemos aún más el vínculo por esa persona capaz de “hacernos vibrar”, de regalarnos emociones intensas y alegres cuando más lo necesitamos.
La alegría, así como este tipo de sana locura es tremendamente contagiosa. Tanto es así, que según un estudio llevado a cabo en el 2008 en el “Framingham Heart Study”, esta sensación de bienestar y felicidad puede extenderse hasta 3 grados dentro de nuestro círculo social. Es decir, la felicidad que nosotros hemos recibido puede impactar incluso hasta en dos personas más (basta con imaginarnos llegando a casa y explicando a nuestra pareja o nuestros padres lo que nos ha ocurrido o hemos hecho).
En ocasiones, la verdadera locura, la más sana y auténtica hunde sus raíces en esa sabiduría que ha tomado la resolución de relativizar las cosas y permitirse disfrutar, y ello, puede sin duda beneficiarnos a todos.
Los 3 componentes de la locura más “sabia”
En ocasiones, para seguir avanzando en este mundo tan cuerdo y donde tanto abundan los días de claroscuros, merece la pena echar mano de esa locura más bella y terapéutica con la cual, encontrar fuerzas. En caso de no lograrlo, estamos seguros de que cuentas con esa amistad única que te arropa con su personalidad excepcional y llena de arrebatos de sana locura.
A veces, lo que empieza siendo una locura acaba siendo lo mejor de tu vida.
Ahora bien, en ocasiones nos preguntamos cómo lo hacen. Tal vez estén hechos/as de un material excepcional capaz de transmitirnos su coraje y esa magia que todo lo relativiza, que desata todo nudo para hacer de cualquier problema algo sencillo. Para comprender qué dimensiones psicológicas caracterizan a estas personas te invitamos a tener en cuenta estos puntos.
- El placer de la libertad: las personas con esa pincelada de locura saludable hacen de la libertad un valor esencial y vertebrador. Libertad a la hora de expresarse, de actuar, de no ver muros cuando uno tiene aspiraciones o necesidades… Todos esos aspectos no resultan al resto verdaderamente inspiradores.
- El sentido del humor como vitamina cotidiana: las risas que nos contagian y sobre todo, esa capacidad que nos demuestran para relativizar las cosas hasta el punto de hacerlas sencillas y divertidas, es una facultad que debería aparecer en todo manual de supervivencia. No hay nada más terapéutico que compartir tiempo con personas dotadas de un gran sentido del humor.
- La capacidad de empatizar: la locura nunca será divertida si no se comparte y sin con ella, no nos llevan de la mano para permitirnos ir más allá de nuestra zona de confort. Estas personalidades son auténticos artesanos emocionales que intuyen a la primera nuestras penas y que, sin decir nada, nos sumergen en algo nuevo y estimulante que no tarda en alejar nuestros nubarrones.
Si también tú dispones en tu círculo personal de alguien con estas características, deja que te inspire, que te lleve, que te envuelva, que te haga vibrar y que pinte de estrellas todos tus días. Son seres únicos que merece la pena cuidar y valorar porque son ellos/as los que grabarán en tu mente recuerdos inolvidables.