La suerte existe para los que la aprovechan
Muchos de nosotros hemos exclamado alguna vez aquello de “Vaya suerte la mía”. Posiblemente, nadie objetivamente os podría quitar la razón: un sinfín de circunstancias adversas que parecen no tener fin se condensan en el mismo espacio de tiempo, ensañándose con la misma persona (en este caso nosotros), y además intoxicando varias facetas de nuestra vida.
Podemos llamar a estas temporadas de adversidad “malas rachas” o “tiempos para olvidar”. En algunas personas se presentan frecuentemente y en otras parece que estas malas rachas se transforman en algo más que temporal, se instalan de forma duradera y contra la voluntad de la persona que lo sufre.
Si os fijáis, estamos hablando de la suerte como algo real, aunque no pueda verse….algo así como un presagio o destino divino que a algunos nos ha tocado de forma positiva o negativa, sin que podamos hacer gran cosa por desmarcarnos de ella. Ahora bien, en esto de la suerte habría que analizar de forma más concreta y realista varios aspectos sobre los que hay mucha niebla.
Gente con suerte que no logra ser feliz
No es un mito, ni una exageración. Existen muchas personas que, con innumerables factores a su favor en la vida, no han podido o no han sabido encaminarla de tal manera que les haya proporcionado un verdadero sentido. Puede ser hayan conseguido metas importantes, pero no han logrado una satisfacción vital diferencial respecto a otras personas que han tenido muchas menos cartas favorables.
Entonces, siendo conscientes de que esto ocurre, ¿por qué NO encontramos una diferencia tan abrumadora respecto satisfacción vital entre los que lo han tenido todo y los que apenas han contado con algún aspecto a su favor? Para responder fijémonos en dos factores claves:
- El exceso de suerte a veces es contraproducente e irrelevante en algunas profesiones, búsqueda de relaciones y tipos de personalidad.
- La suerte resulta útil solo para aquellas personas que la utilizan a su favor, no para aquellos que se dejan mecer en ella pasivamente disfrutando solo de sus ventajas, sin explotar sus potencialidades.
La buena y mala suerte, depende de para qué
Algunas personas encuentran adversidades serias o dificultades vitales incluso a edades muy tempranas. Estas personas, lejos de hundirse en esa situación, la utilizan como un arma más para fortalecer su resiliencia y alcanzar una visión más certera de la vida. Así, alcanzan la madurez a una edad más temprana.
Podríamos decir que existe el aprendizaje que nace del sufrimiento (resiliencia). Por otro lado, si esperas que por el simple hecho de contar con unas buenas cartas a priori podrás disfrutar de ellas sin el menor esfuerzo individual durante toda tu vida… puede ser que tu idea de estabilidad y comodidad se quiebre en algún momento: toda ventaja respecto los demás tiene también el reto y la responsabilidad de potenciarla o al menos mantenerla. Probablemente te exigirán más.
La única forma de encontrar la suerte
Como conclusión podremos decir que en ocasiones contar con muchos elementos positivos a nuestro favor puede ser algo productivo, en otras irrelevante y en otras incluso pueden ser un flaco favor: depende de nuestra madurez, responsabilidad, metas, aspiraciones, estilos cognitivos, etc.
Además, si bien en ocasiones la confortabilidad nos soluciona solos los problemas, quizás evita que los obstáculos a los que nos enfrentamos tengan la suficiente dificultad como para hacernos crecer. Hacerlo de forma independiente y sintiendo todo el dolor y enseñanza que a veces son necesarios, porque el mundo color de rosa que muchos quieren vendernos no existe.
Enfrentarnos solos al mundo sin demasiadas comodidades nos puede llevar a situaciones de desesperación e incluso de marginalidad y en otras a un aprendizaje y madurez que nos harán ganar cada vez más habilidades prácticas y humanas. Pero eso no es tanto cuestión de suerte como cuestión nuestra.
La suerte quizás haga a los retos más cómodos y fáciles, pero eso no quiere decir que superarlos en las dos condiciones sea igual de satisfactorio.