La toma de conciencia es el primer paso para sanar o cambiar
La toma de conciencia es, por encima de todo, un despertar. Es abrir lo ojos desde el interior para hacer consciente lo inconsciente y así poder dar el paso e iniciar toda una necesitada revolución personal. Solo entonces seremos capaces de sanarnos, de desprendernos de lo que hace daño y, sencillamente, avanzar hacia lo que merecemos.
Son muchos los filósofos y sociólogos que definen la sociedad actual como una entidad dormida. Vivimos centrados en nuestro “yo”, pero es un yo que otros se han encargado de “narcotizar” a través de los hilos del consumismo. Un interés ajeno que ha explotado esa eterna insatisfacción, por la que siempre ansiamos alcanzar mucho más de lo que ya tenemos.
“Sabemos lo que somos, pero aún no sabemos lo que podemos llegar a ser”
-William Shakespeare-
Tal vez sea así. Tal vez seamos una sociedad tipo “Matrix”, sumidos siempre en un estado de indefinible apatía. Una atmósfera interior en la que saciamos vacíos emocionales mediante el placer comida, en la que aliviamos soledades con relaciones efímeras o donde nos limitamos a evadirnos el aburrimiento mediante la catarsis momentánea de nuestros juegos del móvil o el ordenador. Tal vez.
Puede que algunos lo crean así, sin embargo, hay algo que queda cada vez más en evidencia: son muchas las personas que buscan dar un sentido auténtico a su existencia. Para ello, no dudan en cultivarse a través de las lecturas, en iniciar terapias, en aprovechar los enfoques de distintas perspectivas psicológicas con las que hallar esa comprensión, esa “iluminación” para desconectar de lo ordinario y alcanzar lo extraordinario.
Te proponemos reflexionar sobre ello: te proponemos DESPERTAR.
La toma de conciencia, paso necesario en nuestro crecimiento personal
En psicoterapia, uno de los aspectos primordiales en el proceso de curación es conseguir que la persona tome conciencia de los auténticos problemas que generan su malestar. Cuando uno llega a la consulta de un psicólogo tiene, por lo general, muy claros los focos “externos” de su malestar, de su infelicidad (mi pareja no me entiende, mis padres me agobian, mi jefe me infravalora, no tengo trabajo y la sociedad parece haberse olvidado de mi…).
Sin embargo, el buen profesional deberá acompañar a esa persona hacia nuevos “despertares” internos en los cuales conferirle un control auténtico y mucho más pleno de su vida. Ahora bien, este no es un proceso precisamente fácil.
Se requiere tiempo para alcanzar eso que la Terapia Gestalt define como “awaress”, (darse cuenta de algo) o que incluso la cultura nipona traduce como “satori”, un proceso de comprensión profunda que requiere ir quitando capas y viejos eslabones oxidados para sortear todos los bloqueos que impiden que emerja nuestro auténtico ser, nuestra esencia aún dormida.
La toma de conciencia fue también un aspecto clave en las teorías de Piaget. Lo definió como ese proceso delicado y complejo por el cual las personas pasamos de un conocimiento instrumental de nuestra realidad a una conceptualización más íntima, abstracta y significativa de las cosas.
Aún hoy, siguen muy presentes estos enfoques que, a su vez, tienen un profundo arraigo en esa idea de “despertar”, esa comprensión o “insight” que el propio Lao Tse definió mediante 4 fases: sueño-vigilia-autoconciencia y conciencia objetiva.
Se trata de un viaje interior muy similar al que definió Platón en el mito de la caverna. Es pasar de ese universo de la sensaciones, los autoengaños y las sombras a una esfera mucho más elevada, libre y auténtica. Te explicamos a continuación cómo lograrlo.
El alivio del despertar o la reconstrucción
Citábamos hace un momento a Piaget. En sus textos sobre psicología genética cita un concepto que nos puede ser de gran utilidad: se trata del inconsciente cognoscitivo. A pesar de que nos recuerde un poco a las teorías freudianas, el padre de la epistemología genética nos ofrece un enfoque valioso sobre el que reflexionar: la toma de conciencia no es realmente un “despertar”, ni una iluminación.
“Tu verdadera responsabilidad social, es sembrar conciencia”
-Alejandro Jodorowsky-
No se trata solo de hacer consciente lo inconsciente, sino darle una nueva construcción. Por ejemplo, yo puedo tomar conciencia de una de mis limitaciones: mi incapacidad de poner límites o de decir “NO”.
Hacer consciente esta dimensión no me servirá de nada si no le doy un propósito, que no es otro más que ejercer el cambio, reconstruir esa parte del “yo” para sanarme, para tener un mayor control sobre mi realidad al salir de esa caverna de “sombras” e infelicidad. Veamos ahora cómo generar este proceso de despertar y reconstrucción.
Las tres fases de la toma de conciencia
Este proceso de toma conciencia puede parecer sencillo, solo lo es en apariencia. Requiere por encima de todo ser sinceros con nosotros mismos en todo momento.
- El primer paso requiere abrir los ojos desde nuestra zona más íntima y profunda. Hablamos del mundo emocional. Pregúntate qué sientes, explora sensaciones, sentimientos; pregúntale a tu cuerpo, a tus dolores de cabeza, a ese malestar en el estómago… Traduce en palabras esos síntomas (miedo, angustia, inquietud…)
- El segundo paso requiere que observes lo que acontece en tu exterior. Observa tu presente y atiende lo obvio, eso que a veces nos negamos a mirar frente a frente: mi pareja muestra frialdad, tengo amigos que sí se preocupan de mí, estoy invirtiendo tiempo y esfuerzos en cosas que no valen la pena…
- El tercer paso es el más complejo. Sabes ya lo que sientes, lo que acontece en tu exterior. Es momento de ahondar en tus barreras defensivas, en tus prejuicios, en tus actitudes, esas que te dicen erróneamente que es mejor aguantar que cambiar, que es mejor girar el rostro, quedarse quieto y callar por miedo a que las cosas cambien.
Enfréntate a ti. Nosotros mismos somos nuestros peores enemigos, así que no servirá de nada tomar conciencia de tus debilidades si no te atreves a transformarlas en fortalezas. Sé responsable, aúna valentía y sánate: ejerce el cambio.
Imágenes cortesía Nuck Asher, Art New Age