La vulnerabilidad cognitiva predice el riesgo de sufrir depresión
La depresión es uno de los problemas de salud mental más incapacitantes y que mayor sufrimiento personal tiene asociado. Además, es una condición cada vez más prevalente, pues se estima que alrededor del 7 % de la población presenta un trastorno depresivo. Por eso, entender el papel que juega la vulnerabilidad cognitiva en este padecimiento puede ser de gran ayuda, tanto para la prevención como para el tratamiento.
Numerosos estudios han demostrado que determinado tipo de patrones de pensamiento inciden en un mayor riesgo de desarrollar depresión, así como de experimentar recaídas. Desde la terapia cognitiva-conductual se trabaja activamente para detectar y modificar estas creencias a fin de mejorar la realidad de la persona.
¿En qué consiste la vulnerabilidad cognitiva?
Mirando a nuestro alrededor es sencillo percatarnos de que no a todos nos afectan por igual las situaciones. Ante un mismo evento vital algunas personas salen adelante sin mayor dificultad. Mientras que otras encuentran serios problemas, pudiendo incluso desencadenarse un episodio depresivo.
Esto es debido a que las últimas presentan una mayor vulnerabilidad cognitiva. Es decir, poseen una serie de creencias disfuncionales respecto a sí mismas, al mundo que les rodea y al futuro que viene.
Estos esquemas de pensamiento que les llevan a interpretar lo que acontece de un modo negativo, pueden mantenerse latentes. No obstante, cuando se presenta un evento estresante, los patrones se activan, marcando la diferencia en su modo de afrontar la realidad.
Así, para que se dé el trastorno deben conjugarse unos sesgos de pensamiento determinados y un suceso vital estresante. Además, esta vulnerabilidad cognitiva no solo influye en el origen de un episodio depresivo, sino también en su mantenimiento y en el riesgo de recaídas. Pues estos mismos patrones de pensamiento perpetúan la situación.
Principales sesgos cognitivos
En suma, la forma de procesar la información es lo que determina el mayor o menor riesgo de desarrollar depresión. Pero, ¿cuáles son específicamente los sesgos que hacen a una persona más vulnerable?
- Sesgos de memoria. Las personas con depresión suelen recordar más información negativa que positiva. Además, poseen un recuerdo autobiográfico sobregeneralizado. Es decir, tienden a recuperar de forma vaga y generalizada experiencias negativas de su propia vida. Como conclusión mantienen creencias como: “siempre he sido muy infeliz”, “solo he tenido decepciones”, “nada me ha ido nunca bien”.
- Atribuciones causales. A la hora de intentar determinar por qué se ha producido algún evento negativo, las personas con mayor riesgo de depresión suelen recurrir a causas estables y globales. Es decir, no circunscriben la adversidad a un momento puntual y a un ámbito específico. Por el contrario, creen que esto ha salido mal porque todo les sale mal siempre y en cualquier circunstancia.
- Sesgos atencionales. Se ha demostrado que las personas deprimidas tienen mayor tendencia a fijarse, buscar y hallar estímulos negativos en un entorno. Procesan de forma prioritaria los rostros y palabras negativas, ignorando la información positiva. Esta tendencia parece ser un importante marcador de vulnerabilidad psicológica ante la depresión.
- Estilo rumiativo. Este define a las personas propensas a sumergirse en bucles de pensamiento acerca de su malestar, sus síntomas y las consecuencias de los mismos. Se ha encontrado que quienes adoptan estos comportamientos son más proclives a mantener el sufrimiento y el ánimo depresivo que quienes logran distraerse de los mismos. La rumiación mental favorece el mantenimiento de la depresión.
- Supresión de pensamientos. Por último, quienes hacen un mayor esfuerzo por suprimir sus pensamientos negativos parecen, paradójicamente, experimentarlos más a menudo. Además, con frecuencia, tras un prolongado periodo de intentos de supresión, se da una reacción rumiativa.
Vulnerabilidad cognitiva y riesgo de depresión
Todos estos patrones de pensamiento se han encontrados en personas deprimidas. Pero además parecen ser claves a la hora de predecir el riesgo de un individuo sano de desarrollar depresión en el futuro. También juegan un papel primordial en el mantenimiento de la depresión y en posibles recaídas.
Por ello, es imprescindible hacernos conscientes de si mantenemos este tipo de sesgos cognitivos. Y, en caso afirmativo, trabajar para sustituirlos por creencias más funcionales. Tu forma de percibir e interpretar los sucesos, el modo en que piensas de ti mismo y lo que esperas del futuro tienen una gran relevancia. Tu vulnerabilidad cognitiva determina tu riesgo de padecer depresión.
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