Las circunstancias son poderosas, pero tú lo eres más
Muchas veces, las circunstancias nos absorben de tal manera que nos cuesta ver salida al problema que definen. Nos olvidamos de que más allá de nuestro entorno, tenemos el poder de cambiar nuestra mente. Lo que pensamos y creemos sobre nuestra vida determina, y mucho, cómo nos sentimos.
Por ejemplo, si piensas que vas a ser capaz de superar una dificultad, va a ser más probable que la superes. Somos, al menos en parte, el resultado de nuestras decisiones y de las acciones que acompañan a estas decisiones.
En este sentido, las circunstancias puede identificar el punto de partida: a partir de ahí -incluso muchas veces antes- tenemos el poder de empezar a tomar decisiones. Tú eres más que tus circunstancias, no lo dudes. Tu poder personal es inmenso, solo hace falta que conectes con tu interior para que la fuerza y la coherencia acompañen a tus pasos.
El poder de las creencias
Las creencias son ideas preconcebidas que vamos adquiriendo a medida que vamos creciendo. Estas creencias van calando en tu interior a nivel inconsciente de tal forma que ya no concibes tu mundo de ninguna otra manera que no sea pasando por tu mapa mental. Lo cierto es que el mapa de nuestro mundo a veces también se nubla y nos impide ver la luz que llevamos dentro.
Frases tan repetidas como: “No puedo hacerlo, no soy capaz de conseguirlo, no me merezco ser feliz”… hacen que nos desconectemos de nuestra capacidad, o de la fe en nuestra capacidad, para darle la vuelta a situaciones complicadas. Muchas veces este solo es el punto de partida para dar paso a una insatisfacción crónica que perjudique a nuestro bienestar emocional.
Las creencias negativas son muy limitantes porque destruyen nuestros sueños y pasiones. Cambiar nuestro pensamiento depende de nosotros, el primer paso es estar decididos a querer mejorar.
“Si crees que puedes, tienes razón. Si crees que no puedes, también tienes razón”.
-Henry Ford-
Una buena autoestima te ayuda a superar los obstáculos más difíciles
Una buena autoestima es el punto de partida para trasformar nuestros pensamientos y emociones. No esperemos a que los demás nos den el cariño que nosotros no nos damos. De otra manera, ¿cómo vamos a recuperar o a mantener nuestro poder interno? No es posible trasformar nuestra mente si no creemos en nosotros.
En vez de decirnos: – soy un inútil, no soy suficiente, nunca podré conseguirlo…. probemos a cambiar nuestro lenguaje y empecemos a comunicarnos con palabras de ánimo, del estilo: Me acepto tal como soy, soy suficiente y capaz, me amo profundamente, puedo conseguir mis objetivos… así será más fácil que seamos capaces de mirar al mundo con esperanza.
Por ejemplo, si estás en una relación que te hace sentir infeliz, ¿para qué seguir alimentando lo que te desagrada en tu vida? Quizá piensas que no puedes cortar esa relación porque no sabrías que hacer sin esta persona, o porque tenéis hijos, o dificultades económicas. Pero, si tú no cambias lo que te disgusta ¿quién lo hará por ti?
Las circunstancias no podrán contigo
La vida nos da en ocasiones, una de cal y una de arena. Puede ser que nos haya tocado vivir, duelos, muertes, y situaciones que sintamos como profundas injusticias. A pesar de las situaciones traumáticas o difíciles que podamos vivir, tenemos la capacidad de recuperarnos y salir fortalecidos de la adversidad. A este concepto lo llamamos la resiliencia.
Si somos personas resilientes, significa que nos atrevemos a mirar en nuestro interior y a conocemos a nosotros mismos de una forma honesta, además de ser capaces de mirar el dolor a los ojos. En vez de evitar el dolor, podemos después de un proceso, aceptarlo y transformarlo para aprender de él. Si no te reconoces en esta descripción, tranquilo. Lo bueno es que la resiliencia es una característica que se puede aprender y practicar hasta que mejore.
La resiliencia nos da la oportunidad de aceptar y aprender de nuestras experiencias, no importa cuales sean nuestras circunstancias.
Uno de los aspectos más importantes de la resiliencia es la flexibilidad. Una flexibilidad que mejora nuestras posibilidades de adaptación a las circunstancias adversas. En este sentido, además, las circunstancias no tienen por qué encerrarnos en nosotros, sino que podemos mostrarnos vulnerables, enseñar el dolor y buscar apoyo emocional. En vez de tapar nuestras heridas, podemos elegir cicatrizarlas a través de la aceptación.
Empieza por objetivos alcanzables, para luego llegar a donde tú quieras
Si hay una tarea que las personas inteligentes hacen bien es la de ponerse retos realistas: asumibles, pero no fáciles. Que requieran un gasto de energía, pero que no las agoten. Que supongan un esfuerzo, pero no tiempo perdido. Al mismo tiempo, dividen el sendero hasta el objetivo que se han marcado en pequeñas metas. Son puntos de parada: en ellos se refuerzan y re-evalúan los aspectos más importantes de la siguiente etapa, por si tienen que realizar algún ajuste.
Contar con una buena autoestima y un autoconcepto fortalecido nos ayuda a incrementar el margen de control sobre lo que nos sucede. Si pensamos que somos muy capaces de llevar la situación a buen puerto, querremos hacernos con el timón y no dejaremos que sean las circunstancias azarosas las que decidan. Por el contrario, si no nos sentimos autoeficaces, será más fácil que nos limitemos a seguir la dirección del viento.
Si creemos en nuestra capacidad de hacer cambios y pasar a la acción, veremos cómo empiezan a surgir nuevos horizontes; cambios que nos darán la oportunidad de renovarnos y crecer emocionalmente. Si nos marcamos objetivos graduales, hacemos actividades que nos provoquen bienestar y dejamos de pensar en lo que los demás esperan de nosotros, podremos disfrutar de nuestro poder personal de nuevo.