Las conexiones emocionales: un lugar para el encuentro
Somos seres sociales. Autónomos e independientes, pero sociales. Pensadores infatigables, pero emocionales. Necesitamos al otro y dependemos en buena medida de él. Nuestra sociedad está organizada así. En los médicos depositamos la confianza para dejar atrás enfermedades, en los mecánicos para reparar nuestros coches.
Nosotros no sabemos ni en muchos casos vamos a dedicar tiempo a aprender. Es la confianza de que la sociedad pondrá recursos y herramientas a nuestro alcance para facilitarnos la solución de nuestros problemas. Sin embargo, en las conexiones emocionales, el pacto es un tanto distinto.
Lo es porque pagamos al otro con la misma materia que recibimos. Tiene que ser así, porque si no la conexión se rompe o no se crea. Además, lo sorprendente es que jugamos de manera muy hábil a este juego desde que somos pequeños.
Hermano mayor y hermano pequeño están viendo la tele. El pequeño no tienen edad para entender todavía lo que sucede en la pantalla, pero acompaña a su hermano en sus risas o expresiones de asombro. De alguna manera, genuina y mágica, la mayoría de nosotros nacemos con el programa preinstalado en nuestro cajón de software intrínsecamente humano, esperando las condiciones que lo pongan en marcha. Pueden ser unos dibujos, pero también un paseo en bici o una comida rica.
“Las personas aprendemos todo los que sabemos sobre las emociones en el contexto de las relaciones”.
-Ramon Riera i Alibés-
Confianza, intimidad, amor y relaciones
La conexión emocional es lo que le da un sentido práctico a la empatía, el campo de juego donde esa habilidad para ponernos en el lugar del otro da sus frutos. Esta coincidencia de frecuencias en la emisión nos permite consolar ante una pérdida de manera única e individual, aunque pode bajo circulen patrones conocidos. En este terreno de juego, el otro se convierte en un individuo particular al que nos adaptamos, de la misma manera que el otro se adapta a nosotros.
Hablamos de ese espacio en el que tiene lugar el intercambio emocional más íntimo y profundo, el sitio exacto por el que muchas parejas comienza su relección o su destrucción. Lejos de la conexión emocional, aparece el desprecio, la lejanía, la crítica destructiva o la indiferencia. Fuera de esta burbuja, la rutina impone su tedio, mientras las costumbres, en vez de generar seguridad, sirven aburrimiento, sensación de ahogo y vacío.
Por otro lado, es un antídoto para el odio y un obstáculo para el egoísmo, la kryptonita que ni siquiera les deja crecer. Porque los desencuentros o las broncas encuentran en esta conexión un espacio para el encuentro. Incluso la diferencia llega a ser un bien apreciado para aprender y construir.
Sin embargo, lo que vemos en la actualidad es un estado serio de carestía. Por ejemplo, hoy muchas personas buscan pareja como eligen una serie: por la portada y el resumen.
Todos tenemos en el teléfono acceso a un escaparate de personas. Tenemos la opción de “irnos de compras humanas”, mientras escuchamos la conversación que mantiene nuestra familia o nuestros compañeros de piso. Incluso de esta manera, en un encuentro puede llegar a darse un principio de esta conexión, pero también podemos llegar a guardarnos la inversión de alimentarla teniendo la seguridad de que sigue habiendo un montón de opciones en el escaparate.
Estrategias para generar y cuidar de nuestras conexiones emocionales
Algunas ideas que nos pueden ayudar en este propósito serían las siguientes:
- Ten paciencia. La conexión emocional es como un guiso: necesita tiempo. Por otro lado, con frecuencia, cuando se nos termina la paciencia es porque nuestra ansiedad ha alcanzado un pico de intensidad alto. Las mismas estrategias que nos pueden ayudar a mantener la calma en ocasiones también nos ayudan a ser más pacientes.
- Cambia las exigencias por peticiones. La libertad de dar cuida de la conexión e impide que las deudas o el compromiso estanquen lo que debería ser fluido.
- Protege la conexión en el conflicto. En la mayoría de las ocasiones, para decir lo que piensas no vas a tener que dañar al otro. Haz propuestas para mejorar, pero no para intentar cambiarlo.
- Anticípate alguna vez. Nadie tiene el poder de leer la mente del otro, pero algunas veces sí que logramos tener una intuición de lo que hará a continuación. Si es nuestra pareja e intuimos que ha podido tener un mal día, podemos preparar algo que le guste mucho para cenar. El hecho de evidenciar que esta conexión existe es un refuerzo para la propia conexión.
Cuidar de los bienes preciados, ya sea por codiciados o frágiles, no suele ser una tarea sencilla. Las conexiones emocionales, por tener esta naturaleza, siguen de igual manera la norma. La buena noticia es que está en nuestras manos la posibilidad de conocer a personas en vez de aceptar las fotos que nos gustan y descartar las que no. Simplificar, en este caso, es todo lo contrario a enriquecer-nos.
“¿Por qué la conexión emocional es tan importante para los humanos? Una de las experiencias que más nos atrae es la de tener la sensación de “yo siento que tú sientes lo que yo siento”.
-Ramon Riera i Alibés-