Las consecuencias de hacer de tu vida un trabajo
Después de revisar las entrevistas realizadas a más de 12.000 hombres y mujeres durante varios años, c ientíficos de la Universidad de Kansas han llegado a la conclusión de que aquellos que trabajan más de cincuenta horas por semana sufren deterioro físico y mental. Esto sería poco relevante, si el número de personas en esta situación fuera anecdótico. Muchos, por no decir la mayoría, de los padres intentan crear hijos trabajadores y constantes y sin embargo se olvidan de los peligros que atesoran la conducta o el pensamiento de llevar todo valor al extremo.
Por otro lado, muchos adultos utilizan al trabajo como una vía de escape para no afrontar los problemas que tienen en sus vidas y que la inercia o el propio paso raramente hacen desaparecer. Y, sin estar en ninguno de estos casos, sumen las horas de su horario laborar y el trabajo que realizan en tareas domésticas…
Según este estudio de la Universidad de Kansas, las horas extras “pueden costar la salud” y los adictos al trabajo ven reducida su calidad de vida tanto por la falta de alimentación adecuada como por la sobrecarga de preocupaciones.
Obviamente, la situación económica puede hacer que muchas personas deban trabajar en más de un empleo para cubrir las necesidades de su hogar. Pero esto acarrea una inevitable falta de tiempo para el descanso y la realización de otras tareas, así como un detrimento en las relaciones familiares o de pareja.
Lo curioso es que las nuevas tecnologías han simplificado enormemente las tareas y esto debería redundar en una reducción de la jornada laboral, pero esto no ha sucedido, pues mantenemos el mismo tiempo de trabajo que en la década de 1920… Las máquinas han sustituido a los hombres en muchos de los trabajos manuales; sin embargo, no solo los hombres siguen trabajando, sino también las mujeres. Es más, esta tecnología parece que facilita el hecho de que nos llevemos el trabajo a casa.
Adicción al trabajo
Se entiende por adicción al trabajo a la implicación progresiva y en exceso de la persona en su actividad laboral, en perjuicio de sus otras actividades. Este exceso de implicación en el trabajo no está relacionado con necesidades laborales ni económicas objetivas, sino con una necesidad psicológica de dominio y control.
Por lo general, esta adicción se presenta en personas muy perfeccionistas que creen que todo lo deben hacer personalmente, es decir que no delegan tareas a nadie porque no confían en que otros puedan realizarlas eficazmente. Esto comprende a aquellos trabajadores que, en un intento por lograr el éxito, van perdiendo gradualmente estabilidad emocional, convirtiéndose en adictos al control y al poder.
Existe una relación directa entre esta adicción y un deterioro tanto a nivel físico como mental, aunque no siempre es fácil de detectar, ya que se trata de un comportamiento socialmente justificado y aceptado. Según los estudios realizados, este problema de adicción laboral es bastante más frecuente entre los profesionales del género masculino, quienes en muchos casos podrían estar buscando refugio de sus frustraciones sentimentales en el trabajo, convirtiéndolo así en el centro de su vida.
Sorprendentemente, quienes van cayendo en este desequilibrio a su vez se vuelven irritables e insatisfechos cuando se encuentran fuera del trabajo, con tendencia al aislamiento y al mal humor. Es común que estas personas lleven el trabajo a sus casas, manteniéndose ocupados y reduciendo así el contacto cercano con su pareja y/o familia.
Como consecuencia de todo esto, las relaciones interpersonales suelen deteriorarse y, peor aún, los adictos al trabajo pueden llegar a caer en el consumo excesivo de alcohol, tabaco, café (con el objetivo de mantenerse “activos” y “despiertos”), como así también en la falta de descanso, problemas de sueño y hasta afecciones cardíacas.
Por otro lado, tendrán una especie de síndrome de abstinencia. Es decir, cuando estén en días no laborables, pensarán en el trabajo, se mostrarán aprensivos o preocupados por proyectos que tienen que hacer o finalizar, etc.
Jornadas más cortas = mayor productividad
En 2007, el Euro índice IESE-ADECCO (EIL), realizó el análisis del mercado laboral de siete países europeos, encontrando que los países con jornadas medias más cortas (Holanda, Alemania y Bélgica) presentaron mayor productividad por hora trabajada que el resto. Se llegó a la conclusión de que a mayor cantidad de horas trabajadas, menor el aprovechamiento de cada una de ellas. Esto se debe a que la mente humana no es capaz de conservar la atención durante mucho tiempo y que, por ende, una jornada laboral demasiado extensa acarrea, inevitablemente, una disminución del rendimiento.
Por otro lado, una jornada larga de trabajo hace que, con mayor frecuencia, las personas pospongan tareas para luego. Como se puede imaginar, muchas de estas tareas terminan no realizándose.
Obviamente, el tema tratado en este artículo es muy amplio y está determinado por diversos factores, siendo uno de los principales el aspecto económico. No obstante, en esta ocasión el objetivo es detenernos a reflexionar especialmente sobre los perjuicios de trabajar en exceso, como así también sobre los beneficios potenciales (a nivel personal, familiar, social, ambiental) de un cambio en nuestras jornadas laborales.
Entonces, ¿El trabajo es salud?
Algunos científicos han investigado la posibilidad de realizar jornadas de seis horas de trabajo como alternativa para llevar una vida más sana y más productiva. Al reducir la duración de las jornadas, podrían organizarse dos turnos laborales, lo que daría lugar a la generación de más puestos de trabajo.
Como ventaja implícita, la reducción de la jornada laboral también reduciría el hacinamiento en el lugar de trabajo, así como en el transporte público. También se dispondría de más tiempo para la asistencia a cursos y seminarios, aumentando la capacitación del trabajador, pues hoy en día el continuo avance científico requiere de una constante actualización.
Finalmente, desde el punto de vista de los recursos energéticos, el horario de trabajo más corto redundaría en una disminución del impacto ambiental. Además de ello, la reducción de la jornada laboral podría brindar al trabajador mayor tiempo para el esparcimiento y el descanso.
Por si todo esto fuera poco, una jornada más reducida podría redundar en favor de la cohesión familiar al brindar más tiempo disponible para interactuar con los seres queridos, haciendo el ambiente hogareño más propicio para todos, especialmente para el desarrollo de los niños.