Las consecuencias del alcoholismo en la relación de pareja
El alcoholismo en la relación de pareja es un factor muy erosivo para el vínculo, e incluso para la familia en general. Esta situación crea a veces cuadros muy complejos en los que el rechazo y la violencia se mezclan con los sentimientos de dependencia y culpa. Siempre que uno de los dos tenga esta enfermedad, ambos terminan participando de la misma de uno u otro modo.
Si hay alcoholismo en la relación de pareja, también hay un dilema que atormenta y que rara vez se resuelve. El cónyuge no alcohólico siempre estará en la disyuntiva entre ayudar a una persona, que evidentemente necesita ayuda, o dejarla a su suerte para que resuelva su problema. En este marco, con frecuencia se forja un lazo muy difícil de romper, pues se basa en la dependencia mutua.
El alcohol es una droga poderosa, que destruye la salud y termina cambiando por completo la manera de pensar y comportarse de una persona. A medida que avanza la adicción, se deterioran seriamente los valores , el sentido de la vida y la capacidad para comunicarse consigo mismo y con los demás. Por eso, el alcoholismo en la relación de pareja muchas veces resulta devastador.
“El amor es como el vino, y como el vino también, a unos reconforta y a otros destroza”.
-Stefan Zweig-
Algunos apuntes sobre el alcoholismo
Seguramente todos lo hemos oído decir, pero nunca basta recordarlo una vez más: el alcoholismo es una enfermedad. No es simplemente un hábito , ni tampoco un episodio pasajero que se vive cuando corren malos tiempos. Por lo general, se instala de manera imperceptible y gradual en la vida de una persona.
Ayuda a su desarrollo el hecho de que el alcohol es una droga aceptada socialmente. De hecho, muchos lo llaman “lubricante social”. Son muy variados los espacios y las ocasiones que tienen al alcohol como invitado central. Por eso, fácilmente se pierde la noción de lo que es un consumo razonable.
Si una persona tiene muchas actividades sociales, no es de extrañar que beba con frecuencia, pero eso no genera ninguna aprehensión en quienes le rodean. Lo que define al alcohólico son básicamente dos rasgos:
- Una vez toma la primera copa, ya le resulta imposible detenerse hasta que no esté seriamente embriagado;
- Cuando bebe cambia de manera notable su manera de ser.
El alcoholismo en la relación de pareja
La predisposición a las adicciones es una realidad que comprende aspectos físicos y psicológicos. Desde el punto de vista físico, muchas veces hay circunstancias genéticas o funcionales que predisponen a la dependencia química. Desde el punto de vista psicológico, también existe un tipo de personalidad o un cuadro psicológico que inclina al desarrollo de la adicción.
Lo más habitual es que una persona potencialmente alcohólica o drogodependiente busque como pareja a alguien que también tenga rasgos de dependencia. Si es un hombre, buscará una mujer con rasgos acentuadamente maternales. Si es una mujer, buscará un hombre de tipo protector, entre paternal y maternal.
De este modo, se instala toda una estructura que hace posible la existencia y permanencia de la adicción. El alcoholismo termina convirtiéndose en un factor que separa, pero también que une.
Una vez que se detecte que el alcohol está causando problemas, es probable que el cónyuge no alcohólico intente proteger, o sobreproteger, a su pareja. Se necesitan mutuamente.
El deterioro de la relación
Cuando el alcoholismo está presente en la relación de pareja, lo más usual es que en un comienzo el esposo o la esposa se conviertan en una especie de cómplice del otro. Lo justificarán ante los demás cuando ha bebido de más o serán capaces de mentir para que no tenga problemas en el trabajo. También es posible que, incluso, le ayuden a conseguir alcohol. Eso establece la codependencia.
Sin embargo, el consumo abusivo de alcohol, más temprano que tarde, termina teniendo una serie de efectos en la relación. El afectado va perdiendo el deseo sexual o no logra tener un desempeño sexual normal. Su sistema nervioso alterado se lo impide. Así mismo, el alcohol lleva a un aislamiento progresivo. Cuando la persona está embriagada, realmente no está. Tampoco durante la resaca.
Sin embargo, lo más destructivo es el hecho de que el alcoholismo suele activar reacciones agresivas o violentas. En muchos casos esto lleva a situaciones que en la que se dan diferentes formas de violencia, incluida la psicológica. Generalmente es entonces cuando la pareja comienza a sentirse sobrepasada por la situación.
Esto debería conducir a la ruptura de la relación. Sin embargo, con frecuencia, eso no ocurre. El vínculo persiste y se llena de odio, rencor y compasión al mismo tiempo, tanto de un lado como del otro.
El codependiente con sus acciones impide que el otro asuma su problema y tome decisiones. El dependiente utiliza al otro como medio para no hundirse del todo. Es una situación dramática que requiere ayuda profesional.
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- Irles, D. L. (2001). Alcoholismo: Una visión familiar. Salud y drogas, 1(1), 113-128.