Las secuelas de la violencia sexual
Cuando se habla de violencia sexual muchos piensan en el abuso hacia los niños o en las violaciones perpetradas por un desconocido. Aunque estas son las expresiones extremas de ese fenómeno, no son las únicas. Existen muchas formas de ejercer violencia sexual, incluso muchas veces esta situación se da en parejas estables y, aparentemente, “bien conformadas”.
Cualquiera que sea el caso, la violencia sexual, en todas sus manifestaciones , es deplorable. Aunque en general se considera una consecuencia del machismo, lo cierto es que las mujeres también pueden ejercerla de muchas formas: desde la violencia verbal hasta agresiones físicas directas.
“La violencia es el último refugio del incompetente”.
-Isaac Asimov-
Ahora bien, sin que importe el tipo de violencia sexual que se ejerza, lo cierto es que se trata de un hecho que deja secuelas en la víctima de la misma. Estas pueden ser de diferentes tipos. Van desde sentimientos de vergüenza y frustración, hasta graves consecuencias que eventualmente llevan a la depresión, e incluso al suicidio.
El concepto de violencia sexual
La Organización Mundial de la Salud (OMS) define la violencia sexual como ‘todo acto sexual, la tentativa de consumar un acto sexual, los comentarios o insinuaciones sexuales no deseados, o las acciones para comercializar o utilizar de cualquier otro modo la sexualidad de una persona mediante coacción por otra persona, independientemente de la relación de esta con la víctima, en cualquier ámbito, incluidos el hogar y el lugar de trabajo’. Así, la característica principal es que todo esto corresponde a una situación no consentida.
Además, también se considera violencia sexual si la persona no está en condiciones de dar su consentimiento, por ejemplo al estar ebria, bajo los efectos de las drogas, dormida o mentalmente incapacitada.
No hay unas normas precisas sobre qué es “normal” o “anormal” en la sexualidad. Hay parejas que disfrutan infligiéndose dolor físico. La clave está, precisamente, en que lo disfrutan , en plural. Ocurre entre adultos, a partir de un acuerdo y no da lugar a mayores consecuencias negativas.
La violencia sexual, por tanto, no tiene que ver con expresiones agresivas dentro de la actividad sexual. Lo que la define es el hecho de que, por un lado, a uno de los involucrados le genera sufrimiento emocional o físico, que no desea experimentar. Por otro lado, se pasa por alto su deseo de no vivir ese tipo de experiencia, es decir, se la imponen.
Tipos de violencia sexual
La violencia sexual se ejerce de diferentes maneras. A veces en la misma calle, a partir de la acción de extraños. A veces en la familia, en la pareja, en el hogar. No hay cifras exactas, pero a juzgar por los datos conocidos, el fenómeno podría estar bastante extendido.
Los principales tipos de violencia sexual son los siguientes:
- El acoso sexual. Es una forma de violencia psicológica en la que una persona presiona, coacciona, intimida o chantajea a otra, con el objetivo de conseguir que tengan relaciones sexuales.
- Abuso sexual. Corresponde a cualquier situación en la que una persona es obligada a llevar a cabo conductas sexuales en contra de su voluntad. Es la forma más nociva de violencia sexual.
- Agresión sexual. Incluye cualquier forma de contacto con el cuerpo de otra persona, no consentido y con propósitos sexuales. Comprende tocamientos y prácticas similares.
Las agresiones sexuales de tipo verbal también forman parte de la violencia sexual. Incluyen alusiones abusivas al cuerpo de otra persona o expresiones tendientes a invadir simbólicamente su sexualidad.
Las secuelas de la violencia sexual
Las secuelas de la violencia sexual dependen de la gravedad de los hechos, de las características de la víctima y del contexto en el que se produzca. Independientemente de esto, siempre se trata de una situación grave, que amerita tomar acciones legales, médicas y psicológicas.
Las consecuencias más habituales de la violencia sexual son las siguientes:
- Trastorno por estrés postraumático. Es un cuadro en el que hay ansiedad y remembranza frecuente de lo ocurrido, con síntomas de angustia y depresión. La ira es latente o manifiesta.
- Fuertes sentimientos de vergüenza y culpa. Las víctimas de la violencia sexual suelen sentirse personalmente responsables de lo ocurrido. Aparecen autorreproches infundados que conducen fácilmente a la depresión.
- Depresión. La depresión es una secuela frecuente de este tipo de actos. En los casos más graves, conduce al aislamiento progresivo o a cuadros graves que podrían conducir a la autolesión o suicidio.
- Abuso de sustancias. Muchos optan por comenzar a utilizar psicoactivos para moderar o tramitar los sentimientos de angustia, culpa, ira y depresión que sobrevienen tras la violencia sexual.
Las personas que son víctimas de violencia sexual muchas veces no pueden reaccionar asumiendo conductas de defensa. Esto se debe a que la descarga de adrenalina puede ser tan fuerte que anula las zonas del cerebro asociadas con el razonamiento y la toma de decisiones. Quien ha sido víctima de violencia sexual necesita apoyo psicológico profesional.