Las tres respuestas, una historia sobre la diferencia
Esta historia sobre la diferencia es una adaptación de un cuento de León Tolstoi. Nos dice que este era un poblado en el que había crudos inviernos, con nevadas diarias y unas temperaturas que ponían a tiritar a todos los pobladores.
En ese lugar vivía una pareja que no tenía hijos . Ambos eran muy friolentos y por más que se abrigaban, rara vez acumulaban el calor suficiente como para sentirse cómodos. Los dos estaban hartos de esa situación, pero no sabían qué hacer.
Uno de sus vecinos, en cambio, tenía una gran casa y una amplia familia. Jamás se quejaba del frío y, por el contrario, disfrutaba de cálidas veladas en invierno. Al notar esto, no pudieron evitar preguntarse por qué ellos sentían frío y el otro no.
Cuenta esta historia sobre la diferencia que el vecino les respondió amablemente. Puesto que el pueblo era muy frío, él había tomado la precaución de reforzar las paredes y los techos con una madera muy cálida. Quizás a ellos también podría funcionarles.
“La uniformidad es la muerte; la diversidad es la vida”.
-Mijail Bakunin-
Cambios en la vivienda
La pareja cayó en la cuenta de que sus paredes y sus techos eran, en verdad, muy frágiles. Así que ahorraron durante un buen tiempo, hasta que tuvieron el dinero suficiente como para reforzar su casa con una bella madera.
Llegó el verano y comenzaron a sentir un calor insoportable. La única manera de hallar alivio era saliendo de la casa, porque su interior era un horno. Pensaron que quizás ese era el precio que debían pagar por tener una casa cálida durante el invierno.
Sin embargo, dice la historia sobre la diferencia que el invierno llegó, pero no la calidez que ellos estaban esperando. Quizás ahora no temblaban como antes, pero tampoco dejaban de sentir frío. Molestos con la situación, nuevamente visitaron al vecino para obtener una respuesta.
Una segunda respuesta
La pareja consultó de nuevo la situación con sus vecinos. El vecino se quedó pensando y les dijo que quizás lo que necesitaban era una buena estufa. Quizás así podrían retirar los maderos de refuerzo y estarían más frescos en verano, sin que tuvieran que aguantar frío en invierno.
El esposo vio la estufa de su vecino y la grabó en su mente para comprar una igual. Era inmensa y fabulosa. Despedía un calor muy agradable. Lo que el vecino les había dicho era completamente razonable. Comprar una estufa igual seguramente solucionaría sus problemas.
Cuenta la historia sobre la diferencia que nuevamente la pareja tuvo que ahorrar durante un buen tiempo. Al final, lograron comprar una estufa tan grande como la del vecino. De este modo, quitaron los refuerzos y los apilaron en el patio de su casa. En el siguiente invierno, por primera vez, no sintieron frío a costa de quemar toda la madera almacenada.
Una historia sobre la diferencia
Pronto llegó un nuevo verano. Tal y como lo habían previsto, la casa se sentía fresca y cómoda. La pareja estaba feliz. Antes de que llegara el nuevo invierno se aprovisionaron de una buena cantidad de leña. Al fin y al cabo, la estufa era gigante y necesitaba que alimentaran de manera constante.
Vino el invierno y con él una nueva decepción. La madera que habían amontonado tan solo les alcanzó para un par de semanas. El esposo entonces cogió algunos maderos de las paredes y los quemó en la estufa. Repitió la operación varias veces. Cuenta la historia sobre la diferencia que, obviamente, entre más maderos retiraba, más frío sentían.
Llegó un momento en que ya prácticamente habían acabado con una de las paredes. Y siguieron con el techo. El vecino, que observó la situación, preocupado por la pareja fue a hablar con ellos. Les explicó que no tenía sentido destruir la casa para alimentar la estufa. Y si se quedaban sin techo, la estufa no sería capaz de impedir que se congelaran.
La pareja estaba molesta. Habían seguido los consejos de su vecino y no lograron solucionar sus problemas. ¿Ahora qué quería aconsejarles? El vecino entonces les dio una tercera respuesta. Su casa era grande y tenía amplios ventanales. Por eso, en verano no hacía calor en ella. Por eso, también necesitaba de una estufa amplia. La dificultad era esa: ellos habían tomado prestadas soluciones que estaban hechas para otros problemas.
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- Tolstoi, L. N., & Arrizabalaga, D. N. (1907). Cuentos populares. Garnier.