Lightyear, la película con la que Pixar quiere romper tabúes
Después de un parón de dos años, Pixar ha podido estrenar a lo grande su última película: Lightyear. Sin embargo, ese intento ha hecho aguas -en parte- porque varios países, la mayoría de Oriente Próximo y algunos de la esfera asiática, han prohibido su proyección en los cines. ¿La razón? Por mostrar un beso entre dos mujeres.
Lo cierto es que la polémica escena orientada a normalizar la diversidad sexual ha evidenciado el terreno que nos queda por andar en este campo. Esa carcoma, lejos de ser residual, tiene aún una significativa presencia en nuestra sociedad. También en muchas narrativas mentales que no ven lícito que una película de animación cruce esa barrera.
Sin embargo, Pixar lleva tiempo apostando por una perspectiva claramente inclusiva en la que ir derribando prejuicios y tabúes. Si llevamos años viendo producciones en las que la inclusión de otras culturas y razas es ya algo recurrente (Coco, Soul, Vaiana, Encanto, etc.), faltaba dar un nuevo paso. La comunidad LGTBI también merece su espacio en el universo de la animación.
Píxar busca que sus personajes sean cada vez más inclusivos y representativos del mundo moderno.
Lightyear, un héroe con un exceso de autoconfianza
Es cierto que la escena del beso tiene una relevancia social indiscutible. Pero no es, ni mucho menos, el tema central de la última producción de la factoría Pixar. Lightyear tiene una relación directa con Toy Story. Como recordaremos, Andy, el niño protagonista, recibe como regalo en 1995 una entrañable figura de acción: Buzz Lightyear.
Si por algo era conocido ese muñeco, además de por ser el amigo del sheriff Woody, era por repetir aquello de “¡hasta el infinito y más allá!”. Pues bien, al parecer, Buzz era el juguete que se fabricó a raíz de una exitosa película de la que Andy quedó fascinado. Lightyear es “esa película”.
Estamos ante una historia que, por su argumento, bien podría ser una aventura más de Star Trek. En cambio, por su estética y diseño, evoca a la Space Opera más querida, que no es otra que Star Wars. Es una aventura intergaláctica que rememora al espectador adulto a las grandes producciones de ciencia-ficción de los 80 y los 90. Los niños se verán fascinados por muchos más elementos…
Un protagonista empeñado en enmendar un error
Buzz Lightyear es un orgulloso piloto de la Fuerza Estelar. Tiene como misión llevar los mandos de una nave con cientos de personas suspendidas en hipersueño con las que ir colonizando diversos planetas. Él y su tripulación exploran la galaxia buscando nuevos mundos como lo haría el Capitán Kirk con su Enterprise. Aunque Buzz llama a su nave “el nabo”, por su similitud con dicha hortaliza.
Lo cierto es que nuestro protagonista es un tanto engreído, ególatra y peca de un desmesurado sentido de autoconfianza. Pilota la nave con tanta temeridad que, en un momento dado, realiza una mala maniobra y quedan varados en un planeta poco acogedor. También su orgullo impacta de pronto con el sentimiento de culpa, y con esa valentía miope que no le permitía ver los riesgos y responsabilidades que tenía sobre él.
A partir de entonces, inicia una travesía con la que intentar enmendar su error. Aunque todo intento tiene un duro coste. Su objetivo es lograr la hipervelocidad para lograr salir del planeta, pero si cada uno de esos intentos suponen para él poco más de unos minutos, para su tripulación han pasado años, y hasta una vida entera…
Buzz intenta llegar a casa a toda costa, pero finalmente se da cuenta de que al estar rodeado por sus amigos, ya está en su verdadero hogar.
Lightyear y la necesidad de aceptar los fracasos
Pocos personajes de Pixar resultan tan tercos y obstinados como Buzz Lightyear. Su propósito es noble: desea resolver su error, volver a casa, salvar a su tripulación y dejar atrás ese planeta hostil del espacio profundo. Sin embargo, no escucha a sus compañeros, no atiende sugerencias. Es tal su obsesión que empieza a perderse instantes hermosos de la vida de sus amigos: bodas, nacimientos…
Una vez más, como en la mayoría de estas producciones, tenemos modelos que nos sirven de espejo para reflexionar. Aquí encontramos al héroe defectuoso y engreído que anhela la redención. También a malvados que esconden secretos, y a jóvenes llenos de ilusiones que buscan una primera oportunidad para probarse a sí mismos. El toque de humor lo da un gato, un felino robótico que tiene como finalidad dar apoyo emocional a Lightyear.
Sí, el beso de la polémica era lo de menos, pero es un gran avance
La mejor amiga de Lightyear es la comandante Hawthorne, una mujer negra lesbiana. No solo supone un gran avance que Pixar haga una referencia a la diversidad sexual. De algún modo, también agradecemos que en una misión espacial aparezca una mujer negra. Recordemos a aquellas tres brillantes mujeres científicas afroamericanas que trabajaron en la NASA y que fueron clave en la carrera espacial.
Todas estas pequeñas pinceladas en materia de diversidad e inclusión son necesarias. Son un modo de normalizar y visibilizar realidades cotidianas, hechos que forman parte de nuestra sociedad. También de cualquier país que quiera llamarse democrático o civilizado. Sin embargo, cabe señalar que incluso los ejecutivos de Disney pidieron eliminar la secuencia del beso.
Afortunadamente, ganó la cordura y el sentido común. Pequeños avances como estos evitarán que quedemos varados en planetas hostiles, como le sucedió a Lightyear y a su tripulación.