Llegó la hora: toca ser feliz
Siempre es un buen momento para decidir que queremos empezar a ser feliz sin más motivos que un ‘porque sí’. De hecho, el instante presente es el mejor para tomar las riendas e izar el vuelo hacia todas las metas que nos hayamos marcado, pues solo hay una manera de conseguir una estrella y es apuntando hacia ella.
‘Ahora’ es el sinónimo de ‘oportunidad’ de ser feliz sin más razón que la necesidad obligada de serlo por uno mismo y para uno mismo, de tal forma que también podamos serlo con los demás. Esto parece muy obvio y, sin embargo, cada vez hay más caras tristes en un mundo donde paradójicamente deberíamos poder ser más felices.
Nunca es tarde para ser feliz
Lo normal es que todo lo que nos ocurra pase por una serie de altibajos anímicos, pues las cosas buenas deben alternar con las no tan buenas. Sin embargo, cuando se es feliz las razones que nos hacen serlo sobresalen por encima del resto: existen pequeñas gotitas que componen la felicidad y que pueden hacer brillar un día cualquiera.
Estas gotitas de felicidad pueden encontrarse en las situaciones más inesperadas, en los lugares más insospechados, en las cosas que se creen más insignificantes: un detalle, un abrazo, una comida, un recuerdo… cada uno guarda sus muestra de que ha sido feliz.
Justamente por eso nunca es tarde para ser feliz o, mejor dicho, para que la felicidad aparezca en cualquier momento. Además, alcanzar esta felicidad no dependerá del esfuerzo que se ponga en buscarla, sino de la actitud que se tenga para saber verla dónde está esperando: ser feliz es espontáneo, pero la opción de serlo tiene que estar presente.
“En cualquier momento dado la opción de ser feliz está presente;
sólo tenemos que elegir ser feliz”
-Steve Maraboli-
Quiero, puedo y me merezco ser feliz
Por otro lado, la felicidad es gratuita o, al menos, no cuesta dinero. De hecho, es uno de los mayores regalos que podemos llegar a tener, pues aparece sin ningún aviso y nos hace darle mucho más valor a las cosas que tenemos.
Al ser un regalo, todo el mundo tiene la capacidad de querer y recibir felicidad, solo que a veces no somos conscientes. En este sentido podemos querer ser felices pero no logramos encontrar las claves para conseguirlo, como en esos momentos en los que parece que hemos tocado fondo.
“La felicidad no se produce por grandes golpes de fortuna, que ocurren raras veces, sino por pequeñas ventajas que ocurren todos los días”
-Benjamin Franklin-
Sin embargo, cuando nos sentimos predispuestos a entender que el sufrimiento es opcional y que para afrontarlo podemos adoptar actitudes más adecuadas que otras, la felicidad llega en forma de bienestar general.
Cada día más humana, más feliz
El sufrimiento, como los errores y las caídas, nos ayuda a sentirnos más humanos; puesto que, de ser infinita, la felicidad no tendría ningún sentido. Ser feliz implica haber estado triste porque el equilibrio es necesario para crecer como personas.
“La felicidad suprema en la vida es tener la convicción de que nos aman por lo que somos, o mejor dicho, a pesar de lo que somos”
-Víctor Hugo-
En ocasiones nos preguntamos cómo las personas que están a nuestro lado nos quieren a pesar de todos nuestros defectos y de las equivocaciones que cometemos. No obstante, quien se queda lo hace porque entiende que para ser más feliz hay que ser más humano y, como tal, más imperfecto.
Por tanto, la felicidad se esconde detrás de todo aquello que nos comprende y nos cuida, así como de lo que nos hace creer que podemos respirar siempre. Encontrar la felicidad es similar a ver un campo lleno de árboles altos y aun así ser capaz de divisar un rayo de sol.
Por ello merece la pena que la actitud sea un ‘me toca ser feliz’, porque un mínimo rayo de sol que alumbre el bosque es más que suficiente.
Imagen cortesía de Susan Batori