¿Qué podemos aprender de los lobos?
Los lobos son animales extraordinarios, que desde siempre han despertado la curiosidad y la admiración de los humanos. Hay muchos mitos y leyendas de diferentes pueblos que aluden a ellos. De hecho, en algunas culturas indígenas norteamericanas en el comienzo fue el lobo. Su mito de la creación dice que los seres humanos vivían bajo la tierra y fueron los lobos los que lo sacaron de ahí. Después los hombres los expulsaron.
Pocos animales tienen un comportamiento tan interesante como el de los lobos. Aúllan bajo la luna, aparentemente sin explicación, y son capaces de transitar enormes extensiones de tierra completamente solos. Pero siempre vuelven a su manada. Son solidarios y fieros a la vez. Son cautos y audaces. Tienen costumbres muy arraigadas y de todas ellas emana un aura de dignidad.
“El lobo es nuestro poder y nuestra fuerza, muchacho. La licantropía no es una maldición, sino un don”.
-Laura Gallego García-
Los seres humanos tenemos una gran afinidad con esta especie. De hecho, puede decirse que los perros son lobos que han permitido que los domestiquen. Su lealtad, su alegría y su capacidad de dar amor son algo que nos conmueve. También esto lo han heredado de los lobos llamados “salvajes”, que, sin embargo, son muy evolucionados.
Los lobos que encabezan el viaje de la manada
Al frente de la manada siempre van unos cuantos lobos. A diferencia de los humanos, quienes los guían a todos son los más ancianos y los enfermos. ¿Por qué hacen esto? Simplemente porque la manada valora los conocimientos y la experiencia que ellos tienen. Tenerlos al frente es una manera de cuidarlos, de protegerlos y de aprovechar su sabiduría.
Los demás lobos de la manada siguen a sus mayores y acatan todas sus indicaciones. Los ancianos y enfermos van adelante porque si fueran atrás, posiblemente se rezagarían y terminarían apartados de la manada. Todos caminan al ritmo de los que se mueven con mayor dificultad.
En la segunda línea van los lobos más fuertes. En el centro del grupo van los demás lobos. Al final, en solitario, va el Macho Alfa. Este controla el avance de la manada y decide la dirección desde allí. No va al frente, sino que es el último. Precisamente esa figura del Macho Alfa en los lobos es una de la cual muchos “machos” de nuestra cultura podrían aprender.
Los lobos y el Macho Alfa
El Macho Alfa en los lobos no es un individuo autoritario y agresivo al que todos temen. Por el contrario, se trata del ejemplar más completo y el que le proporciona seguridad a toda la manada. No lo temen, sino que es su modelo a seguir.
Los Machos Alfa son excelentes padres. Protegen a las hembras y a los cachorros de una manera decidida, todo el tiempo. También consiguen comida y la llevan a los pequeños durante todo el año, no solamente durante las primeras fases de la cría.
Su paternidad no se limita a cazar y llevar la comida. Los Machos Alfa también juegan con los cachorros y son muy amorosos con estos. También admiten la existencia de matriarcas, o hembras que ejercen gran influencia sobre el grupo. Muchas veces les dejan las decisiones del rumbo a seguir o cuándo descansar.
Las múltiples enseñanzas de los lobos
Según Francesc Miralles hay nueve principios inspirados en el comportamiento de los lobos, que todos los seres humanos deberíamos aprender. Hablan de orden, de cohesión con el grupo y de nobleza. Son los siguientes:
- El respeto por los ancianos, del cual ya hablamos.
- La labor de guía de los mayores. Los ancianos toman muy en serio su papel de guiar a los más jóvenes, ayudarlos a crecer y protegerlos.
- Cooperación con el clan. En esta especie pueden haber individuos solitarios, pero siempre tienen a su manada como referente, como principio y fin, saben que forman parte de un grupo.
- El juego. Los lobos son juguetones. A la hora de jugar desaparecen las jerarquías y los más adultos disfrutan de divertirse con los cachorros.
- La austeridad. Los lobos solo cazan cuando es necesario y no consumen más de lo que necesitan.
- El valor de la pausa. Estos animales siempre toman un momento para la pausa durante sus travesías.
- Dar afecto. La propia forma de organización de esta especie implica unos lazos de afecto muy fuertes entre los miembros de la manada.
- Expresar, decir, mostrar. Los lobos aúllan por diferentes razones. Es una forma de expresar y lo hacen sin inhibiciones, ni excusas.
- La adaptación a toda prueba. Estos animales son unos verdaderos sobrevivientes. Se adaptan, resisten en los lugares más inhóspitos y luchan por vivir.
A veces los seres humanos somos soberbios y pensamos que somos el producto más acabado de la evolución. Sin embargo, tenemos primos y hermanos biológicos, de los que podríamos aprender mucho. Volver a encontrarnos con ese lobo que también llevamos dentro puede ser un camino para ser más humanos.