Los 7 conflictos familiares más frecuentes y cómo solucionarlos
Los conflictos familiares más frecuentes tienen que ver con coyunturas o procesos de cambio que no logran asimilarse. Así mismo, tienen que ver con hábitos negativos que echan raíces y se convierten en patrones de conducta que entorpecen o dificultan el diálogo y las relaciones interpersonales.
Más allá de las razones por las que surgen los conflictos familiares más frecuentes, es bueno no perder de vista que estos también constituyen una oportunidad. La familia es la célula social básica y el aprendizaje que se deriva de ella tiene un valor incalculable para otras dimensiones de la vida.
“El vínculo que te une a tu verdadera familia no es el de la sangre, sino el del respeto y la alegría que tú sientes por las vidas de ellos y ellos por la tuya”.
-Richard Bach-
Que haya contradicciones, desacuerdos y desencuentros es muy normal. Toda la relación humana tiene algo de esto y la familia no es la excepción. Sin embargo, es importante desarrollar y practicar estrategias para gestionar esos problemas y sacar provecho de la experiencia. Los siguientes son algunos de los conflictos familiares más frecuentes y también algunas pistas para resolverlos.
1. Derivados del ciclo vital
Hay edades y momentos de la vida en los que las personas son más propensas a tener relaciones conflictivas con quienes les rodean. Una de ellas es la adolescencia, una etapa en la que los cambios suceden a una velocidad abrumadora. En esta fase, el conflicto va de la mano con la reafirmación y ambos son temas centrales todo el tiempo.
Algo similar ocurre cuando se pasa de la mediana edad a la vejez. Se trata de una transición que no siempre es fácil y que implica muchos cambios en la vida de una persona. A veces se reacciona a ello con irritabilidad e inconformidad.
En ambos casos, lo que más se necesita de la familia es comprensión. Ni los adolescentes ni los adultos mayores tendrán la razón en muchos casos, pero sí requieren de personas que no los estén señalando por eso, ni les exijan un equilibrio que ellos no pueden alcanzar, al menos de manera momentánea.
2. Pérdidas
Las pérdidas son una de las fuentes de conflictos familiares más frecuentes. La muerte de alguno de los miembros de la familia o de alguien amado tiene un impacto muy fuerte sobre sus deudos. Es usual que esto genere ira y frustración.
También influyen las pérdidas de algo significativo, como un trabajo importante, un negocio, una oportunidad, etc. Hay que entender que nadie puede superar esto de manera automática y que necesita tiempo para procesar lo sucedido.
3. Problemas del pasado sin resolver
Los problemas familiares que no se resuelven tampoco se quedan simplemente en el pasado. Es muy común que se conviertan en tensiones o resentimientos latentes, los cuales terminan escapando por una u otra vía: hostilidad, mal humor, desconfianza, etc.
Si bien algunas veces resulta imposible encontrarle solución a un problema, en un momento dado, tampoco es buena idea pasar la página sin más. Lo más adecuado es reflexionar sobre lo sucedido y buscar un momento adecuado para hablar acerca de ello y dejar las cosas claras.
4. Indefinición de roles
Este es uno de los conflictos familiares más frecuentes y viene dado porque no hay una distinción clara en torno al papel que cada uno debe jugar dentro del grupo social. Ocurre cuando los padres terminan pidiéndole consejos a los hijos, o estos son quienes dan las órdenes, o las responsabilidades están mal asignadas, etc.
Como una estructura social que es, lo ideal es que en una familia se tengan bien definidos los roles, en particular de autoridad. De lo contrario, lo más probable es que los vínculos fluyan en medio de cierta anarquía que da lugar a malos entendidos, injusticias o confusiones.
5. Enfermedad, uno de los conflictos familiares más frecuentes
La enfermedad de uno de los miembros de la familia es una situación que puede generar muchos conflictos. Esto ocurre en particular cuando se trata de algún mal catastrófico o crónico y que implica la necesidad de asistencia.
Este tipo de situaciones ameritan un diálogo abierto y sincero. Es importante distribuir las tareas y asignar las responsabilidades, de la forma más equitativa posible. De este modo, se le prestará una asistencia de calidad a la persona enferma y nadie será exigido en exceso.
6. Atención dispar
La atención dispar genera conflictos familiares porque en muchos casos se convierte en la base de una estructura injusta y discriminatoria. Un hogar es un hogar porque cada uno de los miembros tiene un lugar indiscutible en ese grupo humano.
Es cierto que nunca habrá equidad total, pero sí debe existir una voluntad firme de ser justos con todos. Algunos miembros de la familia serán brillantes y exitosos; otros, no tanto. Aún así, la base de los lazos familiares es el amor y la aceptación. Esto jamás debe ser puesto en entredicho.
7. Agresividad y falta de respeto
La agresividad no solo es la raíz de los conflictos familiares más frecuentes, sino de los conflictos de toda índole. El maltrato es inaceptable, al menos en la vida de una persona a quien le interese preservar la salud mental.
Que haya momentos de agresividad es perfectamente normal. El problema aparece cuando esto se convierte en un patrón y se vuelve frecuente. El resultado suele ser una cadena de heridas y de rupturas que a veces no sanan jamás.
Para que una familia, y cualquier grupo humano, funcione de manera constructiva, nunca se debe cruzar la frontera de la falta de respeto. Hacer esto deteriora significativamente los vínculos y provoca efectos emocionales muy profundos. Difícilmente una relación vuelve a ser la misma tras un acto irrespetuoso.
Los conflictos familiares más frecuentes, y los no tan frecuentes, se pueden resolver incrementando la capacidad de diálogo. Esto incluye escucha activa, asertividad y afecto. Solucionar los problemas familiares enriquece la vida y prepara para tener mejores relaciones con toda la sociedad.
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- Albuquerque, J. P. (2018). Familia, conflictos familiares y mediación. Editorial Reus.