¿Los animales sienten emociones como los humanos?
Seguro que has notado cuándo tu perro está contento. O has visto a un chimpancé tras unas rejas y piensas que está triste. ¿Te preguntas si los animales sienten emociones? Es fácil responder a esta pregunta de manera intuitiva, pues muchos animales expresan sus emociones de una forma similar a nuestra especie.
Por tanto, lo que encontrarás en este artículo es aquello que puedes presentarle a quienes nieguen la emocionalidad animal: evidencia científica. Vamos con ello, pues la investigación es extensa y presenta resultados bastante interesantes.
¿Qué evidencia científica existe de que los animales sienten emociones?
La primera parada para demostrar que los animales sienten emociones es comparar su cerebro con el nuestro. La investigación estudia las similitudes entre el funcionamiento cerebral humano y el de otros animales, asumiendo que una correspondencia a nivel estructural resultará en un mismo proceso psicológico.
Ejemplo de ello es el estudio publicado en la revista Neuron, que analizó las estructuras cerebrales de las ratas relacionadas con las emociones. Los científicos afirmaron que estos roedores mostraban señales de euforia cuando se les estimulaba una región específica del sistema límbico, lo cual indica que las ratas pueden experimentar emociones positivas similares a la felicidad humana.
Asimismo, en un trabajo compartido por Behavioural Processes se utilizó la resonancia magnética para examinar los cerebros de los perros, mientras olfateaban olores familiares y desconocidos. Los resultados mostraron que los caninos evidenciaban respuestas neuronales distintivas ante olores familiares, lo que coincide con que sientan emociones relacionadas con la familiaridad y el apego.
¿Qué emociones son capaces de sentir los animales?
Partiendo del valor funcional que tienen las emociones a la hora de relacionarse con el medio, se asume que los animales pueden sentir, como mínimo, las básicas: miedo, alegría, asco, tristeza e ira. No obstante, algunas especies van mucho más allá.
Y es que estudios en primates revelan que los chimpancés muestran signos de empatía y compasión hacia otros individuos de su grupo, manifestando emociones sociales complejas.
Otro ejemplo llamativo es el del elefante, conocido por su estructura social colaborativa y la enorme complejidad de sus emociones. Lloran a sus muertos, hacen amigos, cooperan y se vengan de los cazadores que matan a su familia.
Para que te hagas una idea de la magnitud de esto, echa un vistazo al artículo de Rizzolo, J. B., & Bradshaw (2016), afirmando que estos animales desarrollan estrés postraumático y este se traslada de una generación a otra.
¿Cómo afectan las emociones de los animales su supervivencia en la naturaleza?
Las emociones de los animales, humanos o no, son cruciales para la supervivencia. El miedo advierte sobre posibles amenazas, la tristeza atrae el apoyo social, la ira provoca reacciones ante peligros inminentes. Nadie quiere comerse aquello que da asco, pues podría ponerse enfermo y contagia su felicidad a los demás para estrechar vínculos.
Otras emociones más complejas, como los celos o el duelo, tienen una función reguladora en grupos sociales, al igual que en nuestra especie. Un ejemplo curioso de esto es la investigación compartida en Emotion, en 2019, sugiriendo que los chimpancés obtienen ventajas afiliativas y sociales devolviendo la risa de sus compañeros de juego.
¿Existe algún nexo entre las emociones de los humanos y los otros animales?
No es casual el hecho de que nuestras estructuras cerebrales y neuroquímicas sean similares en cuanto al procesamiento y expresión de emociones. Esto tiene un componente evolutivo, donde diferentes especies se han enfrentado a retos similares durante millones de años y adaptándose de maneras parecidas.
Por otro lado, la psicología comparada lleva muchos años tratando de encontrar similitudes y diferencias entre la cognición humana y la no humana, centrándose tanto en estudios del cerebro como del comportamiento.
En la actualidad, se considera a lo neuroquímico como este nexo del que hablamos y se avanza en indagaciones sobre la experiencia subjetiva de las emociones; esto es, la consciencia.
Retos y fronteras en esta rama investigativa
El mayor reto al que se enfrentan los investigadores es que prácticamente la mayoría de los animales no pueden comunicarnos lo que sienten en nuestro idioma. Es por ello que los análisis se basan en la evolución de las especies y el estudio del cerebro, pues es de donde se sacan los datos más objetivos.
El siguiente paso es describir la emoción subjetiva, es decir, cómo los animales las experimentan. Si bien demuestran sentimientos de todas clases, es un error asumir que su experiencia subjetiva es igual que la nuestra. Sus sentidos son diferentes y sus cerebros, aunque por poco, en algunos casos, tienen estructuras distintas. Por tanto, leerles la mente será un trabajo de muchos años.
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¿Cómo comprender la emoción animal ayuda a mejorar su bienestar y protección?
En el momento en el que se interioriza la idea de que los animales sienten emociones (similares o no a los humanos), muchas áreas de nuestra vida se cuestionan de forma automática.
¿Nos bebemos la leche de alguien que está llorando la pérdida de su hijo? ¿Se siente solo un elefante que vive en un zoológico? ¿Se puede mejorar el manejo de un animal en el veterinario para reducir su estrés? Las preguntas se multiplican a cada minuto y las soluciones van apareciendo.
Por eso, muchas personas ahondan en si los animales sienten emociones, pues son miles las prácticas que podrían cambiarse para una mejor convivencia de nuestras especies sobre el planeta, reducir el sufrimiento y conservar nuestro hogar. Reconocerles emociones es, aunque sea de manera inconsciente, reconocerles derechos. Y esto lleva inevitablemente a la acción.
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