Los cambios emocionales en el TLP
La persona con trastorno límite de personalidad (TLP) necesita cumplir varias condiciones o criterios para ser diagnosticada. Un rasgo común en esta deriva clínica es la inestabilidad. Ya sea en su propia identidad o en sus relaciones interpersonales, las personas con TLP pueden parecer fluctuantes, inconsistentes, inseguras. Asimismo, los cambios emocionales en el TLP son también muy marcados, puesto que estos sujetos también suelen ser impulsivos.
Con un miedo atroz al abandono, las raciones afectivas de las personas con TLP también suelen estar marcadas por el cambio.
Pueden amar a una persona para pasar a odiarla en cuestión de minutos (idealización y devaluación extremas); pueden sentir irritabilidad y ansiedad de manera rápida e intensa debido a su reactividad emocional o hacer verdaderos esfuerzos para evitar el abandono que anticipan. Por ello, el cambio emocional en el TLP parece estar a la orden del (su) día.
La necesidad de sentirse vinculados
Para comprender los cambios emocionales en el TLP, y de las personas que lo sufren, es de vital importante comprender el temor al rechazo y la sensación constante de que alguien está a punto de dejarlas.
Buena parte de los cambios emocionales que sufren tienen origen en la necesidad de sentirse estrechamente vinculados a otra persona; es el miedo, como emoción, el que suele motivar conductas impredecibles e impulsivas, tanto dentro de la relación interpersonal como fuera de ella.
Por ello, y teniendo en cuenta su experiencia vital, el cambio emocional en el TLP tiene sentido. No viene dado solo. Este es precedido, no solo por la inestabilidad de sus relaciones sociales, que a veces es palpable en tanto que sus conductas desajustadas pueden provocar rechazo; pero también por una inestabilidad en su propia identidad.
Pensemos que muchas veces la imagen que uno tiene de sí mismo viene dada por lo que ven los otros de la persona. Por ello, las personas con TLP tienen el sentido de uno mismo totalmente alterado. Esto se traduce en cambios de humor, irritabilidad y sensación de vacío.
¿Cuál es el origen de los cambios emocionales en el TLP?
Los modelos etiológicos del TLP se relacionan con la genética y los factores psicosociales. No obstante, y tal y como menciona Escribano (2006), parece evidente la ausencia de criterios claros entre investigadores y escuelas entorno al origen del TLP.
Mosquera y González (2011) proponen la experiencia del apego en la infancia como una de las bases del cambio emocional en el TLP. Aunque aseguran que el apego no parece suficiente para desarrollar un trastorno tan complejo como el TLP, lo cierto es que sí defienden que puede jugar un papel importante en este rompecabezas.
De esta manera, estas autoras hablan de la alternancia entre una respuesta u otras en el cuidador, características del apego ambivalente, como una de las razones por las que el adulto con TLP es incapaz de mantener una línea emocional ajustada.
Si la primera y más importante relación que mantenemos, con nuestro cuidador o figura de apego, es caótica e inestable, esta puede generar un patrón interpersonal de inestabilidad y de miedo al abandono.
Por ello, parece lógico pensar que aquella persona que creció con una figura de apoyo ambivalente -a veces cariñosa, a veces tirana, a veces inaccesible- pueda anticipar cambios drásticos en el entorno. A través del apego, por tanto, podría explicarse esa expresión de alerta ante las señales de rechazo, pues no es la primera vez que se experimenta.
El reconocimiento de las emociones negativas
En su tesis doctoral, Inteligencia emocional e ira en pacientes con TOC y TLP (2006), Ruiz García expone como las personas con TLP pueden llegar a tener déficits y sesgos en el reconocimiento emocional expresado a través de la conducta no verbal. Esto puede ser un elemento central en los cambios emocionales en el TLP, puesto que además de ser especialmente sensibles al rechazo, lo perciben más.
Así, basándose en un estudio de Robin et al. (2012), Ruiz García encuentra que los adolescentes que sufren de TLP son menos sensibles a las expresiones faciales de ira y felicidad. Esto significa que las expresiones faciales referentes a estas dos emociones han de ser mucho más intensas que el resto para ser reconocidas.
Esto también significa que las emociones ambiguas son menos percibidas como ambiguas, y que pueden cometer el error de percibir una emoción ambivalente como enfado o rechazo.
La autocrítica en el TLP
En un estudio llevado a cabo por Vansteelandt, Houben, Claes et al. (2019), se observó el papel de la autocrítica en las relaciones interpersonales de los sujetos con TLP.
Estos autores concluyeron que las personas con TLP y con altos niveles de autocrítica suelen condicionar las relaciones interpersonales por elmiedo a recibir los mismos niveles de crítica de los otros.
Al pensar que el resto le ve como se ve él o ella, la persona con TLP teme el rechazo constantemente; la crítica y el juicio de los otros han de ser igual de encarnizados que los suyos.
Asimismo, encontraron que aquellos individuos con puntuaciones altas en autocrítica mostraban mayores fluctuaciones diarias en emociones como el enfado, la tristeza, la ansiedad, la felicidad y la sensación de relajación, que aquellos con niveles más bajos en dicha dimensión psicológica.
La dependencia como causa del malestar
El objetivo de este estudio era demostrar la heterogeneidad dentro del diagnóstico de trastorno límite de personalidad. Por ello, Vansteelandt et al. trataron de observar el papel de la dependencia en la expresión del TLP.
Como hemos observado antes, la ira y el enfado característico del TLP puede estar relacionado con el miedo a la crítica o al abandono. En esta línea, los autores encontraron que las personas con TLP y con puntuaciones más altas en dependencia sufrían una gran inestabilidad emocional con “caídas” frecuentes en la ira, pero parecían más estables en las emociones de ansiedad y sensación de relajación.
Conclusiones: ¿dónde está la explicación?
Los cambios emocionales en el TLP aparecen en los criterios diagnósticos expresados a través de la ira, los sentimientos de vacío y el miedo al abandono. No obstante, esto no significa que todas las personas con TLP sufran las mismas variaciones ni que sus niveles en otras dimensiones no influyan en su desarrollo.
Por ello, parece necesaria la integración de todas las teorías que tratan de esclarecer un trastorno tan complejo. Algunas de ellas son: la vulnerabilidad genética, la alteración de los neurotransmisores y disfunción neurobiológica de la regulación emocional y el estrés, los factores psicosociales o los procesos de apego.
Este nuevo estudio, publicado en diciembre de 2019, no hace más que corroborar la necesidad de concreción de aquello que está motivando esos cambios emocionales en el TLP; más allá de que este sea un síntoma característico de aquellas personas que lo padecen.
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- Escribano, T. (2006). Trastorno Límite de la Personalidad: Estudio y Tratamiento. Intelligo, 1(1), 4-20.
- Vansteelandt, K., Houben, M., Claes, L., Berens, A., Sleuwaegen, E. y Kuppens, P. (2019). Self-criticism and dependency predict affective variability in borderline personality disorder: An ecological momentary assessment study. Personality Disorders: Theory, Research, and Treatment.
- Mosquera, D. y González, A. (2011). Del apego temprano al TLP. Mente y Cerebro, 46, 18-27.
- Lalucat, L., Casañas, R., Estrada, M., Mas, L., Teixidó, M. (2011). Guía de práctica clínica sobre el trastorno límite de la personalidad.
- Ruiz, B. (2016). Inteligencia emocional e ira en pacientes con trastorno obsesivo-compulsivo y trastorno límite de la personalidad.