Los robots, una gran ayuda para los niños con autismo
Los robots siguen avanzando, hasta el punto de que muchos ya han pasado a formar parte de nuestras vidas (robots de cocina, robots aspiradores). Por otro lado, en esta paulatina incorporación a nuestra rutina, algunos ya han empezado a adquirir cierta forma humana. En este sentido, a muchos les puede dar un poco de “miedo” la rapidez con la que estos autómatas programados van progresando. No obstante, lo cierto que las posibilidades que ya nos aportan y que nos pueden aportar en un futuro son inmensas; de entre ellas, si hay alguna que destaca, es la ayuda que ofrecen a los niños con trastornos del espectro autista.
Por otro lado, muchos niños con autismo sufren aislamiento social y dificultades para comunicarse. Todo esto provoca que la ayuda que podamos brindarles sea difícil de hacérsela llegar. Es como si nos encontrásemos con una pared. Sin embargo, parece que los robots tienen más opciones de éxito.
“Estos robots, al contrario que las personas, presentan patrones de comportamiento sencillos y fácilmente segregables. Son capaces de hablar pero siguiendo discursos sencillos, realizan movimientos de cabeza e incluso presentan expresiones faciales pero fácilmente identificables individualmente”
-El País-
Los niños con autismo interactúan con los robots
La paradoja es curiosa: muchos de los niños con autismo que tienen problemas para comunicarse con su entorno, no los tienen en cambio para comunicarse con un robot. Estamos hablando de robots emocionales pequeños, sencillos, que tienen ojos y extremidades.
Estos robots han dado paso a lo que se podría denominar “terapia con robots”. Una nueva manera de abordar las problemáticas que presentan los pacientes y que, en el caso que nos compete, tienen que ver con los niños y el autismo. Pero, ¿cómo y por qué logran los robots lo que no consiguen los seres humanos?
Para tratar de buscar respuestas, vamos a conocer la historia de Juan, un niño de 6 años que a los 2 fue diagnosticado con autismo. Dejó de hablar, de relacionarse con las demás personas y se fue encerrando cada vez más en sí mismo. Debido a esto, desarrolló una fuerte agresividad que sufrían sus seres queridos más cercanos.
La madre de Juan ya no sabía a quién acudir. Habían probado las terapias recomendadas, pero nada le servía a Juan. Parecía que en vez de mejorar, su situación empeoraba. Cuando su madre escuchó hablar de la posibilidad de hacer terapia con robots no lo dudó. Al cabo de un tiempo, los resultados no se hicieron esperar.
Por algún motivo, Juan empezó a salir de la burbuja en la que se había sumergido y que lo aislaba de las demás personas. Empezó a interactuar con el robot con el que hacía terapia. Su madre no podía contener la emoción. Su hijo tocaba el robot, se reía e incluso repetía algunas palabras que este emitía. Sin duda, todo un logro.
La Universidad Miguel Hernández de Elche y la empresa AISOY Robotics siguen trabajando de manera conjunta en el diseño de una terapia con robots que pueda ayudar a los niños con TEA (Trastorno del Espectro Autista).
La interacción con los robots ayuda en la vida cotidiana
Podríamos pensar que si Juan consiguió interactuar con el robot con el que hacía terapia y no con las personas, solo lo hará siempre que esté ante un robot. Algo que afectaría de igual manera a su vida cotidiana. Sin embargo, esto no es así. Todos los avances que Juan hace con el robot, le sirven para relacionarse con su entorno.
Debido al aislamiento, dejar de hablar y de relacionarse con los demás, Juan no podía incrementar su capacidad de comunicarse. Gracias a la terapia con robots, su vocabulario fue mejorando de manera progresiva y, como hemos visto, también sus emociones se vieron estimuladas. Juan ya se reía, era capaz de expresar lo que sentía.
Sin este tipo de terapia… puede que Juan nunca hubiera logrado salir de ese aislamiento en el que se había adentrado. Tal vez, necesitaba más tiempo. Lo único que sabemos es que este nuevo tipo de terapia ha dado los resultados previstos. Ayudando a Juan y seguramente a otros muchos niños con capacidades extraordinarias a relacionarse con su entorno y desarrollar habilidades sociales.
Muchos niños con trastornos del espectro autista tienen un talento impresionante para la música o la pintura, por ejemplo. En ellas derraman toda su creatividad. Es el único tipo de interacción que son capaces de hacer, ya sea con un lienzo o un instrumento musical, entre otros. Ahora, pueden acercarse a un tipo de interacción más “humana”. Los robots logran que los avances que los niños con autismo consiguen con ellos se trasladen a la vida cotidiana.
Actualmente, aún no existe una cura para el autismo. No obstante, se siguen investigando nuevas formas de estimular a los niños con autismo para que puedan progresar y vayan adquiriendo herramientas que les permitan interactuar con su entorno. Los robots parecen ser una excelente herramienta.