Máquina o ser humano: ¿en qué consiste el test de Turing?
“¿Las máquinas pueden pensar? Hace doscientos años esta pregunta no tendría demasiado sentido, pero con el avance de la inteligencia artificial y la robótica dicha cuestión se ve desde otra perspectiva. Para saber si un ordenador o un organismo artificial tiene capacidad de razonamiento se le aplica el test de Turing.
Hace 67 años que el padre de las ciencias de la computación, Alan Turing, nos dejó. Sin embargo, antes de su dramático suicidio, tras su condena por homosexualidad, dejó lista esta prueba diseñada para valorar si una máquina era capaz de evidenciar inteligencia. Desde entonces, cada año se lleva a cabo esta interesante prueba denominada originalmente como imitation game.
Cabe señalar, como curiosidad, que en el 2014, un tal Eugene Goostman pasó el test. Tras este nombre, aparentemente humano, se escondía una mente artificial, pero cuidado, no era un ordenador. Se trataba de un chatbot, un programa informático que simula y procesa conversaciones humanas.
Esta entidad, capaz de aplicar técnicas del procesamiento del lenguaje y un amplísimo acceso a bases de datos, engañó a casi un 30 % de las personas que interactuaron con él. Sus creadores le dieron la personalidad de un niño de 13 años, era curioso, ocurrente y presentaba una lógica conversacional sorprendente para los medios y los antecedentes de la época.
Estamos seguros de que Alan Turing estaría asombrado. Sin embargo, este hecho no habría sido posible sin su dedicación y ese instintivo interés por dilucidar qué diferencias hay entre los humanos y las máquinas. Comprendamos en qué consistía su test.
“Si se espera que una máquina sea infalible, no puede ser también inteligente”.
–Alan Turing-
Características del test de Turing
Fue en 1950 cuando Alan Turing presentó su prueba en el artículo Computing Machinery and Intelligence. Este trabajo empezaba con el siguiente razonamiento: “propongo considerar la siguiente pregunta, ¿las máquinas pueden pensar?”. Lo cierto es que el término “pensar” resultaba algo complejo y polémico, así que reformuló la propuesta con la cuestión de si una entidad artificial podía evidenciar una conducta inteligente.
Es muy posible que dicha formulación no tuviera excesiva relevancia en aquel momento. Sin embargo, con el tiempo, tenemos muchos motivos para recordar a Turing. El primero es que fue el gran responsable de que pudiéramos descifrar Enigma. Descubrir el código secreto utilizado por el ejército alemán en la Segunda Guerra Mundial favoreció que los nazis terminaran perdiendo.
Lo segundo que nos aportó fueron motivos sólidos para ponernos a pensar en la evolución de la tecnología y sus consecuencias. ¿Podría llegar un momento en que robots y personas interaccionaran entre sí al más puro estilo Blade Runner? ¿Cómo diferenciarlos? El test de Turing es un método científico que intenta delimitar hasta qué punto una máquina razona como un ser humano.
Imitation game, el juego que le sirvió de inspiración
La prueba del test de Turing se inspiró en un juego de fiesta que tenía por nombre imitation game. Consistía, sencillamente, en que un hombre (A) y una mujer (B) entraran a dos habitaciones separadas. Los invitados (C), que desconocían quien estaba en cada habitación, les enviaban preguntas para intentar discriminar el género de esas personas. Pero lo complicado es que el hombre (A) intentaría hacerles creer que era una mujer, mientras que la mujer (B) sería sincera e intentaría ayudar C a resolver el misterio.
Alan Turing extrapoló ese juego a otro escenario. Se preguntó qué pasaría si en una de esas habitaciones hubiera una máquina. ¿Si les hiciéramos preguntas por igual, seríamos capaces de saber quién es humano y quién una entidad artificial? Aquí empezó esa hipótesis que más tarde, cobraría forma en la célebre prueba.
“En vez de intentar producir un programa que simule la mente adulta, ¿por qué no tratar de producir uno que simule la mente del niño? Si esta se sometiera entonces a un curso educativo adecuado, se obtendría el cerebro de adulto”.
-Alan Turing-
Test de Turing, la conversación humano-máquina
El test de Turing es, en apariencia, bastante sencillo: se establece una conversación en lenguaje natural entre una máquina (A) y una persona (B). Con los años, estas ingenierías son cada vez más complejas. El objetivo es crear entidades artificiales capaces de mantener una conversación sin que se diferencie al ser humano del software.
Esa conversación dura 5 minutos y debe ser valorada por un juez (C) es decir, una persona que desconoce quién hay en esa habitación o pantalla. La máquina (A) intentará en todo momento engañar al juez y hacerle creer que su personalidad, reacciones y actitudes son íntegramente humanas.
Como bien hemos señalado, fue en el 2014 cuando una máquina logró, por primera vez, superar el Test de Turing. Los creadores de aquel sofisticado chatbot fueron dos informáticos, Vladimir Veselov y Eugene Demchenko. No obstante, eso sí, engañó a un 30% de los jueces.
El auténtico objetivo de la prueba
Llevamos más de 70 años aplicando, revisando y analizando el Test de Turing. Hacerlo, nos facilita descubrir como avanza la inteligencia artificial y qué aspectos deben afinarse para engañar a los jueces, para crear mentes artificiales cada vez más afinadas. Resulta curioso, por ejemplo, ver cómo se analizan infinidad de detalles.
Trabajos de investigación, como los realizados por expertos como Kevin Warwick, científico, ingeniero y profesor de cibernética en la Universidad de Reading, Reino Unido, destacan algo llamativo. A la hora de desarrollar entidades más similares al ser humano debemos plantearnos la posibilidad de que las máquinas permanezcan en silencio durante los interrogatorios.
El hecho de que en algún momento decida por sí misma, no responder, revela también una actitud muy humana. Esto facilitaría crear seres artificiales cada vez más parecidos a nosotros mismos y nos recuerda en sí mismo cuál fue realmente el auténtico objetivo del test que desarrolló Alan Turing.
Su finalidad no era poder diferenciar al humano de la máquina. Lo que ansiaba era descubrir si llegaría un momento en que las máquinas pensaran como lo hace el ser humano. Ray Kurzweil, inventor y una figura dentro del transhumanismo, estimó que la inteligencia artificial superaría el test de Turing a partir del 2029. Sin embargo, sucedió en el 2014…
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