Mareos por ansiedad: un mecanismo de supervivencia
Los mareos por ansiedad son un síntoma frecuente de ese tipo de trastorno. Suelen describirse como una sensación de aturdimiento o atolondramiento, acompañada de una sensación de movimiento desagradable. Se entiende que los mareos por ansiedad producen un estrechamiento de la conciencia, malestar, hipotonía muscular y visión borrosa o en túnel.
Así, en ocasiones, el mareo puede hacer sentir que el cuerpo se balancea a pesar de encontrarse quieto. Incluso, en otras, puede llegar a provocar un desmayo o pérdida de la conciencia y puede aparecer de forma repentina o gradual.
Este tipo de mareos es común cuando se sufre de ansiedad. No obstante, a veces ese síntoma se debe a otras razones, como deshidratación, subida de presión arterial o hipoglucemia y, a su vez, puede generar ansiedad en quien lo padece.
¿Por qué se producen?
Básicamente, la emoción negativa general y el miedo que produce la ansiedad activa el sistema nervioso, afectando al sistema nervioso simpático. Esta activación hace que la tensión muscular aumente y la respiración y el ritmo cardíaco se aceleran.
Sin embargo, si la amenaza o el estímulo que genera el estrés (que podría ser un pensamiento) no desparece, la respuesta física se mantiene agotando el cuerpo y provocando que éste mismo reaccione perdiendo tono muscular y dando lugar a un mareo. Es decir, el mareo es una respuesta corporal para sobrellevar y sobrevivir a la activación generada por una situación de peligro real o percibido.
Así, por un lado, los mareos por ansiedad se producen debido a la hiperventilación, la cual provoca que, ante la amenaza, el oxígeno en sangre aumente rápidamente, para poder generar más energía. Esto da lugar a una mayor sensación de asfixia, adormecimiento de extremidades y, con ello, mareo.
Por otro lado, se produce lo llamado presíncope vasovagal. En él, ante el aumento de la frecuencia cardíaca y la dilatación de los vasos sanguíneos, el propio sistema parasimpático hará que la frecuencia descienda bruscamente y lleve menos sangre al cerebro. En este momento, se produce una pérdida de conciencia débil o total.
Es importante saber que los mareos, aunque son experimentados muy negativamente, no son peligrosos para quien lo sufre. No obstante, es necesario estar atentos y descartar que se deben a otra condición médica. Por ello, es útil tener en cuenta la frecuencia con la que suceden y, sobre todo, si siempre se producen ante situaciones estresantes o no. De la misma forma, hay muchas personas que padecen de mareos y desconocen que sean producto de la ansiedad.
Neurobiología de los mareos por ansiedad
Los mareos, a nivel fisiológico, se producen por la activación del sistema vestibular. Este sistema es el responsable del sentido de la postura del cuerpo, el equilibrio y del movimiento. Para responder ante ello, el sistema comienza en el oído interno, cuya formación informa de la posición de la cabeza respecto al suelo y la velocidad de movimiento.
El sistema vestibular está conectado con el sistema límbico, especialista en información emocional como el miedo y la ansiedad. Concretamente, ambos sistemas se conectan en el núcleo parabraquial, en el puente troncoencefálico. Entre sus funciones se encuentran la regulación de la temperatura, el gusto, el control de azúcar en sangre, el placer y la excitación corporal.
En este sentido, existen varios neurotransmisores implicados en los mareos por ansiedad. Esta zona está relacionada con neuronas glutamatérgicas, las cuales producen el estado de vigilia. Por otro lado, los niveles de cortisol han sido relacionados con la ansiedad, llegando a la conclusión de que el estrés crónico es el principal motivante de los mareos.
¿Cómo afrontarlos?
Principalmente, si padeces de mareos por ansiedad, o ansiedad en general, lo mejor es acudir a un especialista para disminuir ese estado y aprovisionarte de herramientas que te ayuden a gestionarlo mejor. Como parte de ese proceso, uno de los aspectos más importantes de la gestión de la ansiedad es aprender a identificar los síntomas.
Para ello, se debe observar el propio cuerpo y cuándo suelen suceder. De esta manera, y con las herramientas adecuadas, cuando se comienza a notar la aparición de un mareo se puede hacer algo para minimizarlo.
Por ejemplo, mediante técnicas de relajación. Aprender un uso rápido y eficaz de relajación lleva su tiempo. Sin embargo, las técnicas de respiración diafragmáticas son muy sencillas y pueden hacer desaparecer la ansiedad y los mareos rápidamente.
Además, de forma general, se trabajará sobre las creencias que generan la ansiedad mediante la reestructuración cognitiva. Con el trabajo de un psicólogo o psicóloga se irán analizando los pensamientos que desencadenan los episodios ansiosos; poco a poco, se irán modificando y sustituyendo por otros pensamientos menos dañinos.
Por último, para disminuir la probabilidad de sufrir mareos por ansiedad son recomendables las prácticas generales de cuidado de la salud: como mantener una buena higiene del sueño o una dieta equilibrada y adaptada a nuestro gasto calórico diario.