Me han despedido al poco de empezar el trabajo ¿qué hago ahora?
«Me han despedido. Todavía no llevaba ni quince días en este trabajo cuando de pronto y sin entender la razón, se me ha notificado el cese». Esta situación se da con más frecuencia de la que pensamos. Ahora bien, más allá de los aspectos legales por la extinción de ese contrato, hay un aspecto que a menudo pasa muy desapercibido: hablamos del coste psicológico.
Sabemos que nuestro ciclo vital está hilado por principios y finales. Así, y de algún modo, esos puntos claves en el transcurso de la vida lo marcan con frecuencia el mundo del trabajo y esas experiencias que para bien o para mal nos condicionan. Dedicamos gran parte de nuestro tiempo a esa esfera y es ella la que contribuye a nuestro avance y desarrollo o por contra lo estanca, hasta suponer un retroceso a todos los niveles.
Ser despedidos es algo más que un shock emocional y personal. A menudo, el daño va más allá del aspecto económico; hay también un rasguño a la autoestima, un golpe al autoconcepto e incluso al sentido de competencia. Estas sensaciones son, en ocasiones, más intensas y desconcertantes cuando el despido se produce en el periodo de prueba o al poco de iniciar nuestra labor en ese puesto.
Tras ese cese inesperado, pueden existir muchas realidades que la persona debe entender y asumir. A veces, el desempeño no se ajusta a las demandas propias de ese puesto. En otros casos, pueden existir realidades más complejas, como desavenencias entre compañeros o incluso un súbito desinterés por la propia dirección a la hora de mantener ese puesto. Sea cual sea la causa, es un golpe que al que el trabajador debe hacer frente.
Despido en el periodo de prueba… ¿soy yo el responsable?
Si me han despedido de un trabajo, lo natural y esperable es recoger la frustración, el desánimo y orgullo, reconstruirme y empezar a enviar currículums al día siguiente, sin perder un segundo. Porque lo mejor, tal y como nos dicen tan a menudo las voces bienintencionadas, es pasar página y focalizarnos en encontrar otra oportunidad mejor.
El guion cuanto menos parece sencillo y, aun así, no es nada fácil. Porque nadie se repone tan rápido. Es más, en estas circunstancias es común que la rabia y la decepción se adhiera durante semanas y que resulte casi imposible hallar ánimos suficientes para empezar de nuevo. La realidad, además, se vuelve más compleja cuando ese despido surge durante el periodo de prueba. Profundicemos en el tema.
En busca de un «porqué»
Por término medio, todo nuevo trabajador inicia su labor con gran entusiasmo. La economía, el propio mercado laboral y las macroestructuras que nos rodean hacen que no sea precisamente fácil hallar un empleo. Cuando alguien accede a uno, es común que lleve como media entre tres y seis meses de búsqueda.
Por tanto, al empezar esa nueva etapa se entremezclan emociones, ansiedades y el firme deseo de que ese contrato nos ofrezca estabilidad. Ahora bien, el hecho de ser despedidos durante ese periodo de prueba genera en primer lugar, sorpresa, turbación e incomprensión. La persona necesita saber por qué y las razones de que esto ocurra son generalmente, las siguientes:
- Nuestro desempeño y eficacia no se ajusta a las características del puesto.
- Se considera que no somos lo bastante competentes.
- Un hecho común es no recibir la adecuada formación previa para ese puesto. Nadie se molesta en formarnos, en clarificar qué se espera de nosotros y en mostrarnos cómo se lleva a cabo ciertas tareas. Todo ello nos lleva a fracasar durante el periodo de prueba.
- Las desavenencias y el no ajustarnos a un clima de trabajo de por sí complejo y adverso, es otro factor.
- Por otro lado, existe otra realidad muy común. La empresa puede decidir que no es necesario cubrir ese puesto al que acabamos de acceder. Si me han despedido al poco de empezar, una causa puede ser sin duda la mala gestión y la pésima organización, esa por la cual, se puede rescindir el contrato a los pocos días e incluso, antes mismo de incorporarnos.
Me han despedido al poco de empezar ¿qué puedo hacer?
La pérdida de un trabajo no es fácil de manejar. Y aún lo es menos cuando el despido se produce a los pocos días de empezar. La persona ve como sus proyectos se vienen al suelo. Nuevamente se debe hacer frente a la falta de ingresos y a la idea de tener que buscar empleo otra vez. Una búsqueda además que puede extenderse durante varios meses hasta que al final, alguien vuelva a llamar.
Ante estas situaciones lo mejor es seguir unas pautas muy básicas.
Claves para afrontar un despido inesperado al poco de firmar un contrato
El primer paso es entender la razón. Saber si es responsabilidad nuestra y comprender en qué hemos fallado es un buen paso. Ahora bien, si se debe a factores ajenos a nosotros mismos, lo mejor es aceptar lo ocurrido. En estas situaciones, el sufrimiento se extenderá en el tiempo si no dejamos de darle vueltas al asunto, si nos posicionamos como víctimas y dejamos que afecte a nuestro autoconcepto e imagen personal.
- Démonos una semana de descanso. Será unos días para llevar a cabo un pequeño duelo, un tiempo donde liberar emociones como la rabia, la tristeza y el enfado. Descansar el cuerpo y la mente nos será de gran ayuda.
- Es recomendable que podamos hablar con amigos y familiares sobre el tema. Sentirnos apoyados, reconfortados y comprendidos genera alivio.
- Recuperar y fortalecer la autoestima. Debemos recordar los logros conseguidos en el pasado, esos hechos que nos dignifican y por los cuales, nos sentimos orgullosos. Un despido es algo puntual y, recordemos, somos mucho más que esa mala experiencia.
- Debemos asumir una actitud proactiva. Si me han despedido lo último que debo hacer es quedarme quieto, lamentarme, obsesionarme con ello. Lo ideal es iniciar nuevos comportamientos en esa búsqueda de empleo, hacer algo diferente como sondear en mi red de conocidos, focalizarme quizá en otros mercados, reinventarme de algún modo…
Para concluir, un despido durante el periodo de prueba suscita mucha turbación e incomprensión. Sin embargo, se da con más frecuencia de la que pensamos.
Esto, pone en evidencia muy a menudo, la importancia de aspectos como la formación previa del trabajador por parte de la empresa o la necesidad de hacer mejores procesos de selección, para que competencias estén en armonía con las demandas reales del puesto.
Son situaciones que se sufren y de las que también se aprende, no cabe duda.