Meltdown y Shutdown: dos consecuencias de la sobrecarga sensorial en el autismo
El trastorno del espectro autista (TEA) es una condición compleja que afecta no solo a quienes lo sufren, sino también a las familias y los allegados. A nivel social, estamos muy lejos de comprender las necesidades de las personas con TEA. Por ello, algunas de sus conductas y manifestaciones pueden resultar llamativas, perturbadoras o confusas. Es el caso del meltdown y el shutdown, dos realidades sobre las que hoy trataremos de crear conciencia.
Ambos términos hacen referencia a reacciones que tiene el organismo de la persona con autismo para protegerse ante una sobrecarga sensorial. Pese a no ser los modos de afrontamiento más apropiados, son la vía que encuentra la persona para lidiar con una saturación interna que está viviendo.
Generalmente, las familias y las personas más cercanas a quienes sufren TEA están habituadas a estas crisis y, aunque para ellos también resulte difícil lidiar con ellas, son más capaces de comprenderlas. En cambio, en cuanto a la población general, estos fenómenos suelen suscitar prejuicios, incomprensión y rechazo. Para que esto no suceda, es necesario entender a qué se debe.
La sobrecarga sensorial en el autismo
Para abordar el meltdown y el shutdown es imprescindible hablar primero del procesamiento sensorial en las personas con TEA. Comencemos recordando que los sentidos son la vía por la que captamos información relevante del entorno para procesarla y hacer uso de ella. Sonidos, luces, aromas, sabores… Todos estos inputs sensoriales ingresan a través de los sentidos y se combinan y traducen en el cerebro antes de generar una respuesta apropiada a ellos.
Las personas con TEA procesan los estímulos del entorno de manera diferente, y esto puede dar lugar a reacciones de hiposensibilidad o hipersensibilidad. En el primer caso, puede generar dificultades para identificar el dolor o provocar comportamientos de búsqueda de estimulación. Sin embargo, en el segundo caso, la persona es extremadamente sensible a algunos estímulos del ambiente, lo que facilita el hecho de que se produzca una sobrecarga sensorial.
Los ruidos fuertes, las luces brillantes, los olores intensos, ciertas texturas en la ropa o los materiales… Este tipo de elementos que para la mayoría de personas son inocuos, resultan realmente molestos e incluso dolorosos para las personas con TEA. Las sobrecargan, las saturan, desencadenando crisis.
Meltdown y Shutdown
Con lo anterior en mente, podemos decir que meltdown y shutdown son dos consecuencias o respuestas a la sobrecarga sensorial, antónimas en sus manifestaciones pero causadas por el mismo proceso. Esto es, que la persona se siente abrumada y colapsa, teniendo una crisis que puede expresarse de una de esas dos maneras.
Como decíamos, principalmente se debe a la saturación sensorial, pero también puede producirse ante una sobrecarga o desborde emocional; por ejemplo, cuando la persona experimenta frustración, estrés o sobreexigencia, cuando se encuentra en un entorno hostil o cuando debe afrontar el cambio o la incertidumbre.
Pero, ¿en qué consisten estos dos términos? Pues bien, el meltdown es una reacción de externalización de ese malestar que la persona está experimentando. Así, puede gritar, llorar, comenzar a realizar estereotipias, autolesionarse, golpear objetos y, en definitiva, perder el control de manera temporal. Se trata de episodios muy llamativos.
Por el contrario, el shutdown es una reacción de internalización del malestar. La frustración o la saturación llevan en este caso a que la persona tenga un “cortocircuito” interno y desconecte del entorno. Así, puede parecer ausente, retraída y apagada, y también puede aparecer mutismo. En este caso, es más común que el episodio pase desapercibido.
Pese a sus diferencias, ambas reacciones son debidas a la incapacidad de procesar la situación y en ambos casos hay una pérdida temporal de habilidades básicas. Durante la crisis, para la persona puede resultar imposible comunicarse o socializar, pensar con claridad o incluso recordar cómo atarse los cordones.
¿Cómo manejar estas crisis?
Comprender el origen de estas crisis y saber cómo actuar ante ellas es crucial para los familiares de las personas con TEA y quienes tratan con ellos habitualmente. Pero todo deberíamos ser conocedores y estar concienciados para poder actuar y responder con empatía y respeto.
Pese a que no es posible controlar o evitar por completo estas crisis, si se puede reducir su aparición tomando algunas medidas. Por ejemplo, adecuando el entorno para que no sea tan estimulante o desafiante y proveyendo a las personas con TEA de recursos de afrontamiento y estrategias de gestión emocional.
Además, durante el episodio, es fundamental mantener la calma, no alterarse ni gritar (pues esto solo empeoraría la situación) y actuar con sensibilidad. Validar las emociones de la persona y acompañar con respeto es clave, y esto implica saber leer su lenguaje no verbal y tratar de comprender para saber, entre otras cosas, cuando requiere contacto físico y cuando un acompañamiento silencioso es más apropiado.
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