Mendigar amor, una falta de respeto hacia uno mismo
Mendigar amor no es una buena idea, pues actuar así solo termina por generar dolor. Además, las personas que lo hacen atentan contra sí mismas porque abren las puertas a personas que realmente no querrían en sus vidas. Una persona que mendiga amor suele generar alrededor círculos de apoyo muy débiles.
Al cambiar dignidad por amor, las personas desnaturalizamos el concepto, de alguna manera lo pervertimos. Le quitamos la parte generosa, natural, espontánea. En estos casos es más fácil que se imponga la parte instrumental, y por la tanto es muy fácil que la relación se convierta en una fuente de emociones negativas. Asimismo, este estado emocional aumenta la sensación de falta de amor, de falta de afecto, de falta de apoyo, por lo que es probable que la persona que ha elegido este camino todavía camine más por él.
Además, esta forma de crear vínculos dificulta la simetría y el equilibrio en las relaciones. Hablamos de un caldo de cultivo muy favorable para la dependencia emocional. Una situación propicia para que entren en la vida del que mendiga aquellas personas que no tienen reparos en manipular a los demás para obtener lo que quieren. Es como si la propia persona, ofreciendo todos sus recursos a aquel que esté dispuesto a quererla, excavara su propio pozo.
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El amor verdadero
Una persona que quiere de manera honesta suele encontrar las vías para que el otro sienta que es importante. Asimismo, lo frecuente es que le dedique tiempo de calidad, participe y enriquezca de manera proactiva la relación. Esto no quita para que el amor verdadero sea en parte ciego -en cuanto a que es ingenuo y confiado-, incondicional y hace, al que lo siente, sensible a las necesidades del otro-. Tampoco que sea un anhelo de proximidad, que se transmite en los gestos, pero también en el discurso.
El sentimiento que ayuda, complicado para el que se entrega al acto de mendigar amor, hace buena la vulnerabilidad de las personas que tejen sus hilos. Se crea un compromiso, muchas veces implícito, alimentado de acompañamiento, ayuda, complicidad y cariño.
El ego, la difícil convivencia con el amor
Por norma, el ego hace que las personas sean prepotentes, egoístas y miren a los demás desde las alturas. De esa manera, es muy complicado establecer relaciones de simetría con ellas. En su mundo no hay iguales, solo personas mejores y peores que ellas, y así es muy complicada la complicada que necesita el amor.
Es complicado que las personas egocéntricas confiesen un margen de duda en sus creencias. Esta es una de las razones por las que es complicado que inspiren amor; es muy complicado que alguien piense que puede influir en ellas y que, por lo tanto, puede construir un vínculo con ellas. Por un lado, un ego sólido nos suele hacer persistir en nuestras metas, pero también aumenta el riesgo de que dejemos de ver al otro, de que dejemos de considerarle. En muchos casos, las personas con un ego quieren a los demás como si fueran instrumentos, solo por lo que piensan que pueden aportar a sus vidas.
Una buena autoestima evita mendigar amor
El amor propio puede ser un mal alimento en cuanto a que nutre al ego, pero también puede ser muy valioso cuando se trata de defender nuestros derechos. Con la energía del amor propio es más fácil ser asertivos, y por lo tanto establecer relaciones que crezcan sobre pilares honestos. La asertividad nos permite decirle al otro lo que nos gusta y lo que no, las concesiones que estamos dispuestos a hacer y los principios inquebrantables. Es una salvaguarda para nuestra dignidad.
El amor propio nos ayuda a identificar esa parte emocional que tiene origen en el comportamiento de los demás. Así, el autoconocimiento es un obstáculo para la mayoría de comportamientos potencialmente dañinos, viento a favor para las relaciones sanas. Finalmente, las personas con una buena autoestima, más que rogar amor, están abiertas al amor, al mismo tiempo que se muestran reacias a establecer relaciones con personas que quieran utilizarlas. No renuncian a mostrarse vulnerables con aquellos con quienes comparten amor, al mismo tiempo que se muestran fuertes e inteligentes frente a aquellos que puedan intentar manipularlas.
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- Vidal, Javier, Una explicación del autoconocimiento psicológico. Tópicos, Revista de Filosofía [Internet]. 2018; (54):353-392.