La mentalidad fija y la mentalidad de crecimiento, según Carol Dweck
La doctora Carol Dweck plantea que existen dos tipos de mentalidad que definen el pensamiento: la mentalidad fija y la mentalidad de crecimiento. La primera corresponde a una idea cristalizada de lo que uno es y de las potencialidades que es capaz de desarrollar. La segunda hace referencia al enfoque por el que es posible el desarrollo continuo y el cambio.
Dweck es profesora de psicología en la Universidad de Stanford, siendo considerada como una autoridad en el campo de la personalidad, la motivación y el desarrollo psicosocial. Sus conceptos sobre la mentalidad fija y la mentalidad de crecimiento se dieron a conocer por primera vez en su libro Mindset, la actitud del éxito.
Cada persona adopta una perspectiva frente a sus potencialidades. Algunos piensan que tienen capacidades innatas y que esto es determinante. En ese caso, se aplica la mentalidad fija. Otros, en cambio, asumen que el trabajo, la formación y la perseverancia incrementan sus capacidades; esta es la mentalidad de crecimiento. Veamos esto con mayor detalle.
«A menudo, si nos sentimos presionados cuando no tenemos una mentalidad de crecimiento, tendemos a centrarnos en lo que no podemos controlar. Es mucho más útil centrarse en lo que podemos influir».
-Isabella Venour-
La mentalidad fija
Carol Dweck señala que quienes esgrimen la mentalidad fija tienen la convicción de que su inteligencia , su personalidad y su carácter son rasgos inherentes y estáticos. Parten de la idea de que todo esto se determina al nacer y que no cambia a lo largo del tiempo. Cuando mucho, se reafirma.
Esta premisa tiene importantes consecuencias en la forma de abordar la realidad y dirigir la existencia. Lo más decisivo es que terminan por no buscar el cambio, ni el mejoramiento, como tales. Suelen concentrarse en evitar el fracaso, en lugar de promover su progreso.
Por lo anterior, si no logran algo en los primeros intentos, lo abandonan. No perseveran, pues piensan que jamás conseguirán pasar de ciertos límites. Así mismo, rechazan las críticas y la retroalimentación, ya que las asumen como un reproche y un intento de minimizarlos. Todo en conjunto lleva a las personas con mentalidad fija a rechazar los retos.
La mentalidad de crecimiento
En la mentalidad de crecimiento se tiene una idea flexible en torno a las propias capacidades y habilidades. Asumen que el desarrollo es un proceso continuo y que el potencial individual es un terreno desconocido, que se va descubriendo en la medida en que se introducen el aprendizaje, el trabajo y la perseverancia.
Todo lo anterior les motiva a querer progresar. Se esfuerzan por incrementar su potencial, y por eso no se rinden fácilmente ante los contratiempos. Tienen la convicción de que un error o un fracaso no deben interpretarse como un hecho definitivo, sino como un eslabón necesario dentro de un proceso inacabable.
También están abiertos a los nuevos desafíos y no se paralizan frente a la incertidumbre. No tienen miedo a fallar porque se fían más del esfuerzo personal, que de supuestas habilidades innatas. De ahí que siempre estén más motivados para seguir trabajando por conseguir lo que buscan.
Una creencia determinante
La mentalidad fija y la mentalidad de crecimiento son creencias que cada persona tiene frente a su propia identidad y desempeño. También son decisiones que, por diversas razones, toma cada individuo. Como es obvio, ambas están asociadas a la percepción de suficiencia o insuficiencia que cada persona tiene acerca de sí misma.
Cada mentalidad se hace mucho más evidente en situaciones de dificultad. Es básicamente en esas coyunturas cuando cada uno decide si elige una mentalidad fija y dice «no puedo hacerlo» o «no soy suficientemente bueno para sortear este obstáculo»; o escoge una mentalidad de crecimiento y acepta el desafío de afrontar el problema y comenzar a buscar soluciones.
El enfoque del «sí puedo» es propio de la mentalidad de crecimiento. No significa que se tenga certeza de conseguir un buen resultado, pero se parte de la idea de que es importante intentarlo y que, sea cual sea el fruto del esfuerzo, de todos modos, va a aportar algo positivo que incluye experiencia y aprendizaje.
Carol Dweck en su libro observó que los niños que reciben elogios del tipo: «buen trabajo, eres muy inteligente», tienden a desarrollar más la mentalidad fija. En cambio, aquellos a quienes se les reconoce con frases como «buen trabajo, has hecho un maravilloso esfuerzo», suelen desarrollar la mentalidad de crecimiento. Así pues, la clave está en destacar más el trabajo que el resultado.
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