La metáfora de las olas en la playa
La metáfora de las olas en la playa es una herramienta utilizada en la terapia de aceptación y compromiso (ACT). Esta corriente dentro de la psicología pertenece a las terapias de tercera generación. En un contexto clínico, esta herramienta sirve para restarle importancia a las emociones y pensamientos negativos.
En este artículo veremos exactamente en qué consiste la metáfora de las olas. Además, aprenderás a utilizarla para tu día a día de forma fácil y sencilla. Para ello, sin embargo, primero es necesario entender exactamente en qué consiste la terapia de aceptación y compromiso. Profundicemos.
¿Qué es la ACT?
La terapia de aceptación y compromiso (conocida también como ACT por sus siglas en inglés) es un enfoque terapéutico desarrollado en los últimos años. Surge a partir de la rama cognitivo – conductual de la psicología. Por lo tanto, considera que los pensamientos tienen un poder enorme sobre la manera en la que nos sentimos.
Sin embargo, al contrario de lo que ocurre en la terapia cognitivo-conductual, la ACT no intenta cambiar lo que pasa por nuestra mente. La principal idea de esta práctica clínica es que aquello que pensamos no tiene más poder que el que queramos darle.
Así, uno de los postulados de la terapia de aceptación y compromiso es que los pensamientos y emociones negativas no pueden dañarnos. Sus creadores piensan que se trata de algo que simplemente está ahí. Por lo tanto, si aprendemos a aceptarlos, nuestro sufrimiento se verá muy reducido.
Para conseguir este objetivo, muchas veces esta terapia hace uso de herramientas en las que hay que usar la imaginación. Una de ellas es precisamente la metáfora de las olas en la playa.
En qué consiste la metáfora de las olas en la playa
Esta herramienta pretende que nos demos cuenta de que nuestros pensamientos y sentimientos no pueden hacernos daño. Por lo tanto, está muy indicada para personas con ansiedad.
La manera en la que funciona es la siguiente. Imagina una gran playa de arena blanca. En su orilla, constantemente están rompiendo olas de todos los tamaños. Algunas de ellas son pequeñas, y dan ganas de bañarse para jugar con ellas. Otras, por el contrario, son muy grandes y de aspecto amenazante. Sin embargo, cuando llegan a la orilla, todas ellas acaban por desaparecer sin provocar daño.
Ahora imagina que alguien decidiera luchar contra las olas. No tendría mucho sentido, ¿verdad? Al fin y al cabo, el agua no puede causar ningún daño a la playa. Lo único que conseguiría esa persona sería cansarse y sentirse frustrada.
Pues bien, en esta metáfora la playa es una representación de ti mismo. Al igual que ella, puedes resistir prácticamente cualquier cosa que te ocurra. Las olas, que representan a tus pensamientos y emociones, no pueden hacerte daño.
Es cierto que algunas de las olas que rompan en la playa darán mucho miedo. Puede que te hagan sentir mal momentáneamente. Incluso, puede parecer que nunca van a irse. Sin embargo, al final, todas ellas acabarán disolviéndose en la arena.
El objetivo de la metáfora de las olas en la playa es brindar la posibilidad de considerar la aceptación como una alternativa a la necesidad de control.
Cómo usar esta herramienta
Según la terapia de aceptación y compromiso, nuestra mente tiene dos partes. Una de ellas es la que se encarga de pensar y sentir. Los contenidos que crea pueden parecer muy amenazantes. Sin embargo, la otra parte, el “observador”, nunca puede resultar dañado.
Tu mente observadora es como la playa de la metáfora. Los pensamientos y emociones vienen y van; pero al final, desaparecerán y solo quedará la arena. Por lo tanto, ¿qué sentido tiene preocuparnos por ellos? ¿Para qué vamos a luchar contra nuestros sentimientos o pensamientos descontrolados?
La metáfora de las olas en la playa puede ayudarnos a distanciarnos de nuestras creaciones mentales. En muchas ocasiones, nuestro sufrimiento no viene de lo que nos ocurre. Por el contrario, surge a partir de lo que nos decimos a nosotros mismos. Cuando le damos demasiada importancia a nuestras historias y preocupaciones, solemos acabar pasándolo realmente mal.
En tu mano está ver lo que te dices a ti mismo como lo que es, es decir, observar sin juzgar ni dejarse impregnar. Tus pensamientos y emociones no tienen más poder sobre ti que el que tú les des. Al final, las olas acabarán desapareciendo y el mar volverá a estar en calma. Piénsalo.