Mis sueños no tienen edad, tienen deseo

Mis sueños no tienen edad, tienen deseo
Sergio De Dios González

Revisado y aprobado por el psicólogo Sergio De Dios González.

Última actualización: 31 agosto, 2019

Ya no mido mis sueños en función de mi edad. Por medir las cosas según la edad llegué a parajes demasiado áridos para mi sensibilidad, atravesé caminando a toda prisa campos que en los que podía haber recogido frutos de aprendizaje si me hubiese parado.

Llegué a estaciones desiertas dónde aún no había un tren listo para salir. No había nada para mí allí. Por actuar en función de mi edad estuve sumida en un desespero áspero y lineal de acontecimientos que no me apetecía acabar sin ni tan siquiera haberlos vivido, porque no estaba preparada para ello.

Por actuar en función de mi edad, deje pasar pasiones que creía fortuitas, creyendo que éstas se expanden y se contraen en función de mis deseos futuros. Dejé a medio entender conclusiones que me hubieran servido para la vida entera, al retirarme de experiencias solo por la culpabilidad de vivir aquello en un tiempo que consideraba equivocado.

Mis sueños no tienen edad

Creía que las lecciones vienen por etapas, no por experiencias. Pero ahora he aprendido que mis sueños no tienen edad, solo deseo. Tienen deseo de ser alimentados de constancia, gratitud, ilusión y determinación. Ahora no veo lo que toca en el tablero, porque soy consciente de en qué casilla estoy y de soy yo la que tira el dado.

Mujer soplando diente de león

Me da muchas caras, pero cae firme y certero; como lo es mi actitud presente respecto al sueño al que quiero seguir dirigiéndome. No tengo miedo de seguir jugando a soñar porque me lo tomo más en serio que una obligación impuesta.

 

Mis sueños no se miden

Mis sueños no tienen edad, sino deseo de ser cumplidos. Algo que no se mide en un carnet de identidad, en un currículum vítae o en una escala de desarrollo normativo. Se miden por las ganas de decirle al resto del mundo que ya no me importa si corresponde llevarlos a cabo o no en función de mi año de nacimiento. Se mide por la sensación de vacío que dejó en mí hacer lo que tocaba sin quererlo y por la angustia de no querer que eso se repita.

Reniego de las tradiciones que no me gustan, de las imposiciones sutiles que en el fondo detesto. Las abrazo cuando me resulte placentero hacerlo y no cuando cualquier arroz debería alcanzar su punto, porque el que importa para mi felicidad es el mio. El de mi cazuela, el de mi alma.

Mis sueños no están en el aire, levitan para mi disfrute

Mis sueños no tienen bases poco fiables porque los haya soñado más que vivido en la realidad tangible. He hecho un entrenamiento mental del disfrute de mis sueños aún sin estar presentes en mi vida porque soy hedonista, me gusta disfrutar los placeres de la vida que la imaginación puede darme.

Mi mente es tan poco bondadosa conmigo que cuando me muestra un camino maravilloso en mis circuitos neuronales yo los alimento para que no dejen de echar chispas, así me mantengo alegre y con esperanza. Es una estrategia de supervivencia que no denota ingenuidad, sino madurez para dejar de amargarte la vida aunque sea un pequeño instante al día.

 

“Si has construido castillos en el aire, tu trabajo no se pierde; ahora coloca las bases debajo de ellos”

-George Bernard Shaw-

Mujer feliz

Mis sueños nunca dañarán, pero sí podrán crear envidia

No sé porque los sueños ajenos molestan tanto, quieren bajarte de la nube cuando es la parte más maravillosa. Yo estoy decidida a conseguirlos, pero no quiero dejar de disfrutar ninguna de sus etapas. Estoy convencida de que de la misma forma que debemos disfrutar de la inocencia de nuestra infancia, debemos saborear el aroma del sueño que ronda nuestra vida, sin prisas ni coacciones.

Pero cuidado con la gente que no tiene anhelos ni esperanza, suelen vapulearte hasta que consiguen que notes el golpe con la cruda realidad, cayendo de una forma tan fuerte que parece que ya solo quedan las facturas, los gritos y los días amontonados de rutina y tristeza. Yo quiero aderezarlos de algo más, es un privilegio de mi mente que no quiero que nadie me arrebate.

No es que no haya luchado por mis sueños, pero me niego a que solo sea una lucha

No quiero convertir mi sueño en mi pesadilla. Por ello, hay que controlar los tiempos, los relativos a mi madurez y a la forma en la que el mundo madura conmigo. Es importante llegar, pero de nada vale hacerlo con la mirada desencajada y acelerando pasos. Ese no es tu sueño, ese es tu ego que te pide ganar al resto, no cumplirlo como tú deseas.

No pasa ni un día en la vida de una persona que quiere conseguir de verdad algo en el que le aparezcan dudas de cómo poder llegar a conseguirlo: incertidumbre, decepción, tristeza; pero el vacío solo aparece cuándo abandonas la lucha aún teniendo fuerzas.

“Cuando nuestros sueños se han cumplido es cuando comprendemos la riqueza de nuestra imaginación y la pobreza de la realidad”

-Ninon de Lenclos-

La sociedad arrebata sueños, yo no se lo permito

La sociedad no quiere personas con sueños distintos a los que intenta imponer y a veces apelarán a la edad como método para disuadirte y que abandones el camino. Pero, en realidad, la edad más pobre es la que carece de auto-conocimiento. Teniendo 16 años puedes sentir vacío existencial y con 63 años una existencia en la que no tiene lugar este vacío.

Mujer derrochando felicidad

Así que deja de escuchar a los que dicen que eso ya no podrá conseguirse a tu edad, que es de otra etapa. Demuestra que las personas no estamos estratificadas por etapas, sino por deseos que hacen que unas nos apetezcan más que otras dependiendo de si nos sentimos preparados para ellas o aún no. Si haces lo que deseas, los dejarás sin argumentos y tú te quedarás con los suficientes.

Si abandonas, les darás poder a sus argumentos para que sigan cumpliendo su sueño: desmembrar los sueños auténticos y vívidos que ven en los demás. Son víctimas de la realidad, como no supieron soñar tampoco saben vivir.


Este texto se ofrece únicamente con propósitos informativos y no reemplaza la consulta con un profesional. Ante dudas, consulta a tu especialista.