Mujeres que odian a mujeres, cuando la sororidad no se cumple
A veces, la misoginia también tiene sello femenino. En ocasiones, la tan ansiada y necesitada sororidad, lejos de cumplirse, se vulnera en sus cimientos del modo más agresivo y humillante. Hay mujeres que odian a mujeres, que ejercen incluso conductas de acoso y derribo de unas contra otras en múltiples escenarios sociales. Esta es una realidad tristemente común.
Un ejemplo, en los colegios e institutos es frecuente ver cómo grupos de niñas hacen bullying a otras. También en los entornos laborales pueden darse estas dinámicas, pero en estos últimos casos, el componente de la competitividad es el desencadenante más frecuente. Asimismo, en el mundo digital y en el universo de las redes sociales la confrontación es otro campo digno de estudio.
Son muchas las que, envalentonadas quizá por el anonimato de las nuevas tecnologías, no dudan en difamar, criticar y orquestar campañas de desprestigio contra otras mujeres. Viendo esto, no está de más realizar una profunda reflexión sobre este tema. Podemos descubrir datos realmente reveladores sobre el mismo.
Mujeres que odian a mujeres: características
Si hay algo que nos sana y nos hace felices a las mujeres es la complicidad entre nosotras. La camaradería y la confianza de esos lazos son un bálsamo en el viaje de la vida, un refugio seguro en el día a día. Ahora bien, hay un aspecto que también conviene aclarar. No estamos obligadas a llevarnos bien ni a construir un vínculo de amistad con toda mujer que conozcamos.
Es lícito y comprensible tener nuestras diferencias y mantener respetables distancias, pero también es lícito saber convivir y respetar. Las mujeres que odian a mujeres, en cambio, lejos de ser solidarias o de establecer un entorno de sana convivencia, tejen otro tipo de agresión, una más silenciosa.
Sabemos que todo tipo de agresión es intolerable venga de donde venga, pero esta es una de las más invisibilizadas, de las que no se habla en exceso.
Mujeres carcelero y mujeres prisioneras
Existe un falso mito que afirma que toda mujer es amable, cariñosa y protectora a su vez de otras mujeres. Si hay alguien capaz de hacerles daño, es el hombre. Esta idea es claramente errónea.
De hecho, cualquier niña de 7 u 8 años descubre de manera temprana que no todas sus compañeras serán sus amigas. Porque también las niñas compiten con otras niñas, agreden, hacen daño y por supuesto, ejercen el bullying.
Un estudio de la Universidad de São Paulo (Brasil) recoge datos que apoyan la hipótesis de que los niños y las niñas pueden ser víctimas y agresores del acoso escolar. Sin embargo, las niñas aplican un tipo de bullying indirecto, son más tendentes a las burlas, a escampar rumores y ejercer el acoso psicológico.
De este modo, si hiciéramos ahora un sondeo, más de una mujer diría aquello de que en algún momento de su vida tuvo que soportar/enfrentarse a otra mujer. Así, en nuestras esferas sociales, debemos empezar a asumir que hay figuras femeninas que actúan como carceleras y agresoras.
Excluir, la táctica más común en las mujeres que odian a mujeres
Podríamos limitarnos a decir que las mujeres que odian a mujeres lo hacen por envidia. Así, en un escenario laboral pueden aparecer conductas de acoso a la empleada más atractiva o la más competente, inteligente, popular, etc.
La competitividad femenina es todo un clásico a la hora de dar razones para entender la agresividad femenina entre iguales.
Sin embargo, lo cierto es que hay realidades mucho más sofisticadas. Estudios, como los realizados en la Universidad de Emmanuel College (Boston), nos señalan algo revelador. Las mujeres son expertas en excluir a otras, ya sea en círculos escolares, laborales, sociales, etc.
Un ejemplo: en una empresa una compañera de trabajo empieza a difundir rumores sobre otra para lograr así, aislarla de los demás y convertirla en ese foco de burlas. Poco a poco logra invisibilizarla y desgastarla psicológicamente.
Es decir, las mujeres que odian a mujeres no se valen de la violencia física o de esas conductas menos disimuladas que suelen ser características de los hombres. Sus tácticas son más sibilinas e indirectas.
¿Cuál es el origen de esas conductas de odio hacia otras mujeres?
Nos encantaría sin duda que la sororidad fuera ese nutriente indiscutible entre todas las mujeres. Sin embargo, a día de hoy esto no se aprecia tanto como nos gustaría.
Pediríamos al menos, que sí existiera el respeto, la habilidad para saber convivir. No obstante, las mujeres que odian a mujeres visibilizan un tipo de misógina altamente lesiva que coloniza muchos lugares.
¿A qué puede deberse? Hay algunas teorías que lo explican.
Las conductas de odio siempre tienen un origen
El comportamiento agresivo rara vez es casual. En buena parte de los casos se explica mediante el aprendizaje social y el modelado. En ocasiones, muchas de estas mujeres han sido criadas y educadas por una madre hiriente y narcisista que le ha servido de modelo. Es muy fácil repetir esas mismas pautas si no existe otro referente.
Por otro lado, no podemos pasar por alto que estas conductas de violencia -indirecta- en su mayoría, pueden tener detrás factores como la baja autoestima.
Reaccionar con violencia contra otras mujeres motivada por su propia insatisfacción existencial es otro factor. Asimismo, es interesante hablar también de la ambición, la presión social y la competitividad. Esto es algo que se aprecia a menudo en el trabajo.
Hay mujeres que, en su afán por ascender posiciones, no dudan en invalidar a otras. Muchas sienten que tienen que trabajar más o demostrar ser más competentes que los hombres. Y en ese proceso, excluirán a otras compañeras.
Para concluir, señalar que estas actitudes son las que nos impiden avanzar como sociedad. La clave para evitar estas dinámicas está siempre en nuestra educación. Educar para saber convivir, sin competir, sin agredir, sin invalidar a quien tengo al lado.
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