Neuronas, hormonas y amor
Nos gusta pensar en el amor como algo etéreo sobre el que influyen fuerzas que escapan a nuestra comprensión. Es lindo (mágico) pensar así, pero no por ello debemos olvidar que el enamoramiento, el deseo, la pasión y el sufrimiento amoroso también son un cóctel de neuronas, hormonas y amor.
Hablar de lo amoroso en términos biológicos puede producir un cierto desencanto: para algunos esta desnudez afea al sentimiento. Sin embargo, también nos permite comprender mejor qué es lo que sucede cuando nos enamoramos. Este es también un camino para vivir esos procesos con mayor conciencia y, si se quiere, control sobre lo que nos ocurre.
Neuronas, hormonas y amor siempre van juntas. Los afectos nacen, crecen y mueren en las células del cuerpo. Más exactamente en las neuronas. Hormonas y amor son la expresión de lo mismo en dos planos diferentes. Uno el fisiológico y otro el mental. Ambos procesos tienen su residencia en el cerebro. Veamos con mayor detalle esa neuropsicología de lo amoroso.
“Cuando uno era joven hablaba de ‘enamorarse’ con divertida solemnidad, como si fuera un acontecimiento memorable, aunque ¿Qué era en realidad? Química. Hormonas. Una jugarreta de la mente”.
-Liane Moriarty-
Apego, hormonas y amor
El apego es el primero de los vínculos afectivos que hay en la vida. Lo experimentamos con nuestros padres, abuelos o hermanos durante los primeros años. Literalmente, no podemos vivir sin estas figuras de referencia. Entre el mundo y nosotros están las personas que nos quieren de manera incondicional, dispuestas a protegernos y a guiarnos en esa aventura de conocernos y conocer el mundo.
El apego no solamente está presente durante los primeros años. Resulta que en el amor romántico y en la amistad también aparece. Hormonas y amor vuelven a conjugarse para dar como resultado esa sensación de no poder vivir sin el otro, como cuando éramos más pequeños.
Las hormonas que se ponen en juego en el apego son la oxitocina y la vasopresina. La oxitocina se libera durante la lactancia, pero también durante el orgasmo. Mejora el vínculo por las asociaciones positivas que inspira o fortalece.
Por su parte, la vasopresina se libera, por ejemplo, después de mantener relacione sexuales. Genera una sensación de apego por el otro. Por eso es presumible que cuanto más sexo tenga una pareja, más fuerte es el vínculo. Hormonas y amor están en la base de una relación duradera.
La selección de pareja
Las razones que inciden en la selección de pareja son controvertidas. Mientras que algunas corrientes piensan que esto se encuentra directamente asociado con factores inconscientes, otras señalan que es uno de los ejemplos clásicos de la combinación entre hormonas y amor.
Para quienes consideran que la elección de pareja está determinada por la combinación entre hormonas y amor, el elemento definitivo en esa selección son los genes. Cada uno elegiría a quien tenga los mejores genes. Tal elección sería instintiva, porque, obviamente no disponemos de un mapa genético del otro cuando decimos que una persona nos gusta como pareja.
Según ellos, se decide si alguien nos atrae o no en un lapso de entre 3 y 4 minutos. En esto no influye ni la labia del seductor, ni el vestido de marca, ni el coche. Lo definitivo son las feromonas. Son imperceptibles de forma consciente, pero nuestros mecanismos atávicos de percepción son sensibles a ellas. Nos hablan de sexo y de fecundidad, e inciden en la atracción y el enamoramiento.
Otros datos interesantes
Hay varios elementos que juegan en la atracción amorosa y que solo se han revelado a través de estudios detallados. Se ha comprobado, por ejemplo, que las personas tienden a elegir como pareja a alguien que tenga un volumen pulmonar parecido al suyo. Lo mismo ocurre con el tamaño de las orejas, en particular del lóbulo, y la circunferencia del cuello y de la muñeca.
Las neurociencias también nos dicen que durante la fase del enamoramiento, hormonas y amor sufren un estado de exaltación muy elevado. Básicamente hay una mayor producción de “monoaminas” en el cerebro. En particular de norepinefrina, dopamina y serotonina. Cada una de ellas genera diversas reacciones e induce a determinados comportamientos. Veamos.
- La norepinefrina es la que hace sentir “mariposas en el estómago”. Se trata de una emoción fuerte, en la que se mezclan la dicha y el nerviosismo. Similar a la que se siente cuando caemos en un paracaídas.
- La dopamina genera sensación de bienestar y poder. Es la hormona responsable de que comience a desarrollarse el apego. También tiene que ver con que el amor se torne adictivo para alguien.
- La serotonina nos lleva a sentirnos entusiasmados y exultantes. Medio locos de dicha. Genera sensaciones muy agradables.
Como vemos, hormonas y amor siempre van juntas. Esto no quiere decir que todo pueda explicarse por la fisiología. Las emociones y los imaginarios también hacen que la fisiología cambie. Eso somos: materialidad biológica y abstracción psicosocial al mismo tiempo.
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- Suárez-Lledó Alemany, J. (2007). Las hormonas, el pensamiento sexual y el amor. León, Edilesa.