Ningún niño debería creer que el amor tiene condiciones
Uno de los pilares fundamentales de una educación emocional adecuada es que el niño siempre se sepa querido y, sobre todo, se considere merecedor de amor.
Esto es importante porque nuestras primeras experiencias con el mundo siempre marcan nuestro desarrollo emocional a la vez que entretejen una enorme tela que conecta nuestra capacidad de sentir y amar con nuestro cuerpo.
Que nos quieran o no nunca debe depender de nuestros comportamientos, palabras, éxitos o fracasos. Así, es importante nos deshagamos de ciertas costumbre si queremos que los niños de hoy en día comprendan que el amor no tiene condicionantes.
El amor no se condiciona, el amor se da
La habilidad y el crecimiento emocional de una persona dependen en gran parte de sus primeros intercambios. Por eso sembrar las semillas del amor determinará su capacidad de dar cariño y de desarrollarse de forma saludable.
Si le transmitimos a un niño la idea de que si hace las cosas bien (o lo que se entiende por bien), le querremos más, al final el niño entenderá que de sus éxitos depende su valía personal.
Así, cuando el niño cometa un error no nos debe extrañar que se le venga el mundo encima, pues al fin y al cabo etiquetándolo de listo y extraordinario tras su logro lo único que le quedará será concluir que si no consigue lo que buscaba es porque es un “tonto y un mediocre”.
Dicho así suena duro, pero es que en la mente de un niño lo es aún más. ¿Cómo podríamos sostener una casa con pilares de paja? Cualquier golpe la derrumbaría. En estas condiciones es imposible construir una identidad personal fuerte y emocionalmente adaptada.
No podemos decirles a los niños que si hacen algo no les vamos a querer, no podemos intentar chantajearlos con el amor, el cariño no es una moneda de cambio. Tenemos que tener claro que el niño por encima de infante es una persona que algún día se convertirá en un adulto y como tal se sentirá completo o derruido. ¿Qué es lo que preferimos?
Todas las personas son merecedoras de amor por quienes son, no por lo que hacen ni por sus éxitos. Por eso, al igual que “portarse bien o cumplir una norma” no tiene como consecuencia el afecto, no cumplir con ello tampoco debería suponer una amenaza.
Es importante proteger a la infancia, cuidar de su inocencia y respetarla a través del amor. Recordemos que los niños amados se convierten en adultos que saben amar, respetar y cuidar.
Las consecuencias de criarnos en un ambiente en el que el amor tiene condiciones
Probablemente muchos de nosotros hayamos crecido en un ambiente en el que el amor tenía condiciones. Otros tantos habremos pagado las consecuencias de que otras personas hayan crecido bajo estas premisas.
Sea cuál sea nuestro caso esto genera dificultades en cualquier etapa de nuestra vida. No obstante, si no se sanan, las heridas emocionales del amor con condiciones tienen una gran repercusión en la vida adulta.
¿Por qué? Porque a un adulto se le supone una vida emocional equilibrada. Aunque todos sabemos que esto no es así no podemos evitar esperar que nos amen sin condiciones sin la necesidad de tener que “enseñar” o “reaprender” que el amor es eso y nada más.
Al fin y al cabo esperamos poder confiar en que quien nos dice amar quiera permanecer a nuestro lado pase lo que pase. Lo que ocurre es que esto no es tan sencillo y puede que nos hayan enseñado a huir o a condicionar nuestro afecto o cariño.
Así que encontramos patrones de amor huidizos que pueden llegar a resultar egoístas. Pero al final la cuestión radica es que esas personas creen que el amor es eso, obtener lo que está bien y desechar lo que no interesa.
Visto así podemos entender mucho mejor qué efecto tiene la educación emocional en las relaciones futuras. La clave está en que tenemos que alimentarnos de amor, pues solo a través de él lograremos conocernos, ser felices y disfrutar de la magia de la vida.