No dejaré que te sientas sola
Esta carta es para ti. Para que sepas que no permitiré que te vuelvas a sentir sola, que no permitiré que nadie te pase por encima, que no dejaré que te puedas sentir pisoteada, menospreciada o incluso alejada de ti misma. No dejaré que te sientas sola porque simplemente por ser tú ya mereces lo mismo que los demás. Mereces todo lo que vales.
Quizás nada empezó como pensabas, quizás las cosas se torcieron cuando creías que algo cambiaba, quizás te esforzaste por algo que estaba ya roto y acabado, quizás no viste lo que otros desde fuera vieron con más facilidad o quizás incluso gritaste ayuda y nadie lo oyó. Da igual como todo empezara, da igual lo que pasó, ahora es ahora y te toca a ti, ¿Qué quieres? ¿Hacia dónde vas? ¿Cuál es tu meta para hoy?
Ni un día más permitiré que dejes de ver tu rostro, ni un momento más apartarás la vista de ti porque tú eres lo más importante, y aunque a veces se te olvide, aquí estoy yo. Estoy con lo poco o lo mucho que pueda hacer, pero lo haré, no dejaré que te sientas sola. Porque, aunque ni te conozca sé que mi voz llega lejos, sé que mis palabras pueden sanar.
¿Sabes por qué lo sé? Porque soy la voz de todos. Porque todos podemos hacerlo, porque cada uno puede poner su granito de arena y ayudar, a su modo, a su forma, con lo que pueda.
Ahora tú somos todos, para que nunca más te sientas sola
Esta carta me la escribo también a mí, por si me he podido sentir sola como tú, o incluso para el futuro, cuando podamos sentirnos abandonadas. La escribo porque me niego a que sigamos sintiendo miedo.
No dejaré que te frenen, que golpeen tu orgullo, que rasguen tu amor propio, que dañen tus ilusiones, que persigan y tiñan de miedo tu camino seguro. No dejaré que te pase a ti y tampoco permitiré que nadie de mi alrededor así lo viva.
No dejaré que te sientas sola, no dejaré que vivas con miedo, estaré ahí para ayudar a buscar tu voz interior, para darte aliento cuando falte y, aunque solo pueda hacerlo con palabras te animaré a seguir, a levantarte y continuar.
“No podemos ayudar a todo el mundo, pero todo el mundo puede ayudar a alguien”.
-Ronald Reagan-
Con mi ayuda podré hacer algo, porque debes saber que no estás sola, que todos podemos ayudar, que todos uniendo nuestras manos somos más fuertes, más grandes y más poderosos. Podemos hacer frente, podemos decir que aquí estamos y que no nos vamos a mover, podemos dar la cara y mirar bien alto.
¿Conoces el efecto espectador?
Kitty Genovese fue asesinada en 1964 en su portal. Durante una hora y media su asesino estuvo cometiendo el acto y algunos de sus vecinos pudieron, por desgracia, presenciarlo. Algunas fuentes informan de que 38 de sus vecinos estaban presentes desde sus casas, pero no avisaron a la policía o tardaron demasiado en hacerlo. ¿Por qué ocurre esto?
Este fenómeno psicológico se denomina efecto espectador y pone de manifiesto que la ayuda que damos es inversamente proporcional al número de personas que presencie el acto. Es decir, cuantas más personas comparten la situación, mayor probabilidad hay de que se tarde más tiempo en pedir ayuda.
Este efecto se ha repetido en otros muchos estudios y siguen obteniendo los mismos resultados, la ayuda se demora cuanta más gente hay presente, lo que se conoce también como difusión de la responsabilidad.
Por ello es bueno saber que todos somos importantes, que nuestra ayuda cuenta, que no podemos permitirnos el lujo de esperar a que los demás actúen, que somos responsables de lo que ocurre y que podemos actuar. Aunque tan solo sea con pequeños gestos toda ayuda siempre es importante.
No puedo cambiar el pasado pero sí decir que estoy aquí y ahora, que puedes contar conmigo. No dejaré que te sientas sola más, no dejaré que te rindas y te abandones, no dejaré que contemos una menos en las noticias, no dejaré que esto pase. Unamos nuestras voces para que ninguna de nosotras se vuelva a sentir abandonada.