La violencia en las parejas jóvenes: ¿qué está pasando?

La violencia en las parejas jóvenes: ¿qué está pasando?
Sergio De Dios González

Revisado y aprobado por el psicólogo Sergio De Dios González.

Escrito por Equipo Editorial

Última actualización: 18 diciembre, 2023

La violencia en las parejas jóvenes es un tema poco tratado. A pesar de los miles de estudios sobre el maltrato en parejas casadas, el sector más neófito de las relaciones apenas ha sido analizado. Es un hecho bastante llamativo, ya que quizás si atajáramos el problema desde sus inicios podríamos evitar situaciones dramáticas.

Todos conocemos a alguien que agrede o ha agredido a su pareja. No solo hablamos del ámbito físico, sino también del verbal, emocional o incluso sexual. Desgraciadamente estas situaciones son más comunes de lo que imaginamos. Incluso, a pesar de encontrarnos en un período en el que se anima a pedir ayuda y a no callar cuando se es víctima de una situación de maltrato, el número de casos de violencia en las parejas jóvenes ha ido en aumento. ¿Qué está pasando?

La violencia en las parejas jóvenes, ¿consecuencia de un ambiente inapropiado?

Según un estudio realizado por la Universidad de La Laguna, existe una estrecha relación entre personas que maltratan (ya sean hombres o mujeres) y lo que observan en sus familias. Es bastante curioso que ante una situación de cólera, las reacciones de los hombres y mujeres adultos sean significativamente distintas, algo que no ocurre con los más jóvenes.

Padres gritando delante de su hija

En la muestra, en la que participaron 1146 estudiantes entre 16 y 18 años de edad, ambos géneros solían gestionar la ira contra sus parejas de formas bastante similares. Mientras que en el caso de los adultos los hombres son más agresivos y las mujeres más pasivas, con los adolescentes los resultados permanecen casi idénticos.

La mayoría de los encuestados afirmaban que ante una pelea en casa, lo más común era que sus madres lloraran y que sus padres tiraran objetos al suelo o los golpearan. El 12% de los jóvenes confesaba haber visto a su progenitor agrediendo físicamente a su madre, porcentaje que se sitúa en un 6% en el caso contrario.

Ante sus propias peleas, cabe destacar que ambos sexos resultan ser bastante más violentos que sus padres. Las encuestadas reaccionaban con llantos y gritos en un mayor porcentaje que las mujeres adultas, algo que también se incrementaba en el caso de los chicos. Lo realmente alarmante de este estudio es comprobar que en el apartado sobre agresiones físicas el porcentaje de los dos géneros era prácticamente el mismo: un 7%.

¿A qué se debe el incremento de la violencia en las parejas jóvenes?

Tal y como concluye el estudio, la transmisión no tiene por qué darse por culpa del contexto familiar violento. Hay muchos hijos que ante las situaciones vividas en casa aprenden a no repetir esas pautas. Lo que sí es cierto es que en la muestra de hombres jóvenes más agresivos existen dos clases de sujetos determinantes:

  • Individuos con alta autoestima, que utilizan la violencia como arma de control hacia su pareja.
  • In<con baja autoestima, que ahogan su frustración hiriendo a su pareja.

Como respuesta a esto cabe destacar que la educación para que no se sobrepasen ciertos límites es fundamental. Las instituciones educativas deben ser responsables, en estos casos, de explicar a los adolescentes que las agresiones de pareja, sean cómo sean, no deben tolerarse.

Algunos factores a tener en cuenta para estudiar este aumento de la violencia en las parejas jóvenes son el romanticismo exagerado y la idealización. Las nuevas generaciones han crecido con unas expectativas irreales en cuanto sobre el amor y las relaciones. Creen que el control, los celos y la dependencia exacerbada son síntomas de enamoramiento, no de obsesión.

“Nunca seas maltratado en el silencio. Nunca te permitas a ti mismo ser una víctima. No permitas que nadie defina tu vida, defínete a ti mismo”.

-Tim Fields-

Además de estas formas malsanas de manifestación sentimental, existen una serie de teorías que tratan de explicar estos comportamientos. Las más interesantes en este caso son la teoría del apego y la perspectiva feminista.

Hombre gritando a su pareja

La teoría del apego y su relación con la violencia de pareja

La teoría del apego, formulada por el psiquiatra y psicoanalista John Bowlby, se centra en la construcción del vínculo emocional entre los niños y las personas que los cuidan y aportan seguridad.

El apego se forma de manera natural e influye tanto en el comportamiento de los niños como en el establecimiento de sus relaciones, llegando incluso a marcar la etapa adulta.

Así, la forma en la que se forjan estos vínculos influye en la forma de relacionarnos con los demás. De ahí, que sea importante conocer sus tipos y de qué manera pueden estar relacionados con el desarrollo de la violencia en las parejas jóvenes.

Patrón de apego seguro

Los niños que han experimentado un patrón de apego seguro son aquellos que tienen una relación sana con su cuidador principal, que generalmente suele ser su madre.  Cuando ella no está pueden interactuar con otras personas, pero en su presencia siempre la eligen como prioritaria, ya que la admiran y consideran como una fuente consuelo. Se sienten protegidos y a gusto, porque saben que ella no va a permitir que les ocurra nada malo.

En la etapa adulta, las personas con apego seguro no tienen problemas a la hora de establecer relaciones con los demás. Saben identificar qué persona es tóxica para ellos y quién no, y se niegan a establecer relaciones solo por el miedo a quedarse solos. Además, no temen pedir ayuda si lo consideran necesario. Son personas con las que se puede tener una relación honesta, madura y responsable.

Así, la violencia en las parejas jóvenes se nutre de individuos que, al contrario que estos, no han tenido figuras de cuidado que les hayan aportado esas sensaciones de seguridad y protección que crecen a través de un vínculo de apego seguro.

Patrón de apego evitativo

El patrón de apego evitativo se da en aquellos bebés en los que la ausencia de su madre o cuidador principal, les genera indiferencia. Pueden estar sin ella, y cuando esta reaparece no reaccionan de ninguna forma. Esto se debe a la falta de atención reiterada de sus necesidades afectivas.

En este caso, el progenitor o progenitora huye del contacto con su hijo, rechazando cualquier tipo de muestra de cariño. Así, los niños que crecen con esta ausencia de afecto se convierten en adultos con problemas para establecer relaciones íntimas y de confianza. Por ejemplo, esconden sus emociones y necesidades por miedo a ser rechazados.

En algunos casos, las personas que han crecido con un apego evitativo pueden llegar a manifestar un comportamiento autodestructivo. Inhiben sus sentimientos, evitan el compromiso, no suelen ser honestos y se escudan en su supuesta independencia, que solo es una barrera para establecer conexiones íntimas con los demás.

Por otro lado, se sienten incómodos si su pareja les pide ayuda, aunque no tienen problemas a la hora de expresar el deseo sexual, siempre y cuando solo sea eso. Sus relaciones son superficiales y la hipotética pareja tiende a sentirse desatendida y poco querida. Así pues, ese desapego emocional no suele convertirles en sujetos propensos a la violencia. 

Pareja triste

Patrón de apego inseguro ansioso-ambivalente

Este tipo de apego corresponde a los bebés que son incapaces de prever la conducta de sus madres o cuidadores principales. A veces se muestran cariñosos y cercanos con ellos, pero otras completamente hostiles. Esta ambivalencia genera una gran angustia y desconcierto en los niños, que se vuelven tremendamente hipersensibles.

Intentan buscar el acercamiento maternal a toda costa, algo que seguirán desarrollando de adultos con sus posibles parejas y amistades. Son personas que ante cualquier tipo de separación (aunque solo sea de horas) se sienten desatendidas y abandonadas. Su hipersensibilidad favorece las situaciones de ira y angustia, provocando que sus relaciones sean extremadamente tóxicas.

Los orígenes de la violencia en las parejas jóvenes podría tener aquí su base. Estos adolescentes y adultos son los más propensos al maltrato. Sus cambios de comportamiento son muy bruscos: tan pronto colman a su pareja de atenciones como la odian. La razón de ello puede encontrarse en las experiencias vividas en la infancia y en la necesidad extrema de evitar otro sentimiento de abandono traumático.

La perspectiva feminista

Desde el feminismo, la violencia en las parejas jóvenes se debe a la desigualdad social en los roles de género. Según la mayoría de estudios e investigaciones, el porcentaje de hombres que maltratan a mujeres es mucho mayor que el de mujeres que lo hacen con hombres. Curiosamente, el estudio anterior muestra que estos porcentajes se igualan en el caso de las parejas más jóvenes.

Según esta perspectiva, mientras que las chicas que agreden a sus parejas lo hacen debido a patrones violentos de comportamiento, la gran mayoría de chicos que agreden a sus novias lo hacen guiados por una perspectiva machista. Estos consideran que la mujer es un objeto de su posesión y para reafirmar su estatus de poder necesitan agredirla y humillarla. El rol femenino es para ellos un rol inferior, que debe ser dominado.

Por otro lado, existen casos en los que es el hombre quien sufre el maltrato. En estas situaciones se observa un comportamiento muy común y es que estos no se atreven a denunciar porque temen que la sociedad los humille. La razón de esto podemos encontrarla en la fuerte convicción de que los hombres deben esconder sus emociones porque si las expresan dan imagen de ser débiles, fruto de la educación recibida.

Hombre maltratado por su pareja

La educación temprana, el arma contra la violencia en parejas jóvenes

Estas teorías nos demuestran que los padres tienen una tremenda responsabilidad con respecto a la crianza de sus hijos. Sus acciones repercutirán en unos niños que más adelante serán adultos. Ahora bien, hay que tener en cuenta que no solo la violencia marital es la desencadenante de la agresividad en los jóvenes, ya que hay muchos que no han sido testigos de ello en casa. La confluencia de variables como el contexto, la personalidad, las relaciones y la educación generan este tipo de comportamientos.

Educar en igualdad enseñando a respetar a los demás es imperativo en esta sociedad actual. Es importante concienciar sobre que todos tenemos los mismos derechos, a pesar de nuestras diferencias físicas, psicológicas y sociales, sin importar tampoco el género.

Estar en contacto con los niños, demostrarles atención y afecto y por supuesto, favorecer que se sientan seguros y protegidos son factores que deben tenerse en cuenta. Un niño que se haya sentido atendido, protegido y acogido tiene muchas más probabilidades de establecer relaciones fructíferas en el futuro.

Por otro lado, los niños que pertenecen al grupo evitativo o al ambivalente según la teoría del apego, tendrán problemas a la hora de construir y mantener relaciones sanas. La indiferencia hacia sus seres queridos, el miedo al abandono y la obsesión son comportamientos tóxicos que deben ser tratados, si realmente se quiere disfrutar de relaciones sanas y prósperas.

Referencias bibliográficas

González Méndez, R; Santana Hernández, J.D.(11 de julio de 2.000). La violencia en parejas jóvenes. Psicothema, Volumen 13, nº 1, pp.127-131.

Garrido-Rojas, L. (2006). Apego, emoción y regulación emocional. Implicaciones para la salud. Revista Latinoamericana de Psicología, Volumen 38, nº 3.

Barroso Braojos, O. (2014). El Apego adulto: la relación de los estilos de apego desarrollados en la infancia en la elección y las dinámicas de pareja. Revista Digital de Medicina Psicosomática y Psicoterapia, Volumen 4, nº 1, pp. 1-24.


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