Si nos vamos a arrugar que sea de tanto reír

Si nos vamos a arrugar que sea de tanto reír
Gema Sánchez Cuevas

Revisado y aprobado por la psicóloga Gema Sánchez Cuevas.

Escrito por Raquel Aldana

Última actualización: 11 abril, 2017

Dicen que las arrugas nos recuerdan el lugar en el que han estado las sonrisas. Por eso, cada pliegue de nuestra piel puede ser el reflejo de una alegría inesperada que probablemente ni siquiera recordamos pero que nos solucionó la vida en los momentos más difíciles.

Hay surcos que guardan en su misterio la belleza del paso del tiempo y de las alegrías vividas los años. Nuestras sonrisas arrugan nuestro rostro y pliegan nuestros ojos, ejerciendo un gran poder y forjando a su vez una mirada limpia y noble que nos llena de bondad.

Así, la belleza envidiable es aquella en la que reposa plácidamente la serenidad. Esta se hace eco de lo ilimitada que es nuestra capacidad de sentir, aceptar y disfrutar de nuestras emociones.

“Déjenme todas las arrugas. No me quiten ni una. He tardado toda una vida para procurármelas”.

-Anna Magnani a su maquillador antes de cada rodaje-

Pareja de ancianos mirándose a los ojos sonriendo

Lo importante no es sumar años de vida, sino vida a los años

Nuestro presente ha sido sembrado con las semillas del pasado. Por esta razón y dado que ya no podemos hacer retroceder las manecillas de nuestro reloj, es el momento de convertir nuestro presente en un buen futuro.

Solo nosotros podemos lograr vivir en plenitud, cuidarnos y disfrutar de cada día, siempre y cuando sea a nuestra manera. Somos los responsables de lidiar con nuestras propias guerras y ponerle entusiasmo a nuestras andanzas.

Para sumar vida a nuestros años no se nos pasa el arroz; por eso, debemos tomar conciencia de que cada sonrisa que acumulemos será un orgullo el día de mañana cuando miremos al pasado.

“Los años arrugan la piel, pero solo el abandono del entusiasmo arruga el alma. El pesar, la duda, la propia desconfianza, el miedo a la desesperación, son los años que encorvan el corazón y conducen el espíritu floreciente a las sombras.

Ya se tenga dieciséis o sesenta, siempre existe en cada corazón humano el impulso a la maravilla, el suave asombro ante las estrellas, el desafío a los acontecimientos, el apetito infantil por la vida”.

-Autor desconocido-

Borrón y sonrisa nueva

Cuando menos nos lo esperamos, todo puede salir bien. Por eso, cada día tenemos en nuestras manos la decisión de vestirnos con una sonrisa o con una triste decepción. Somos nosotros quienes determinamos lo que merece la pena y lo que merece la alegría en nuestra vida.

Una persona no envejece cuando se le arruga la piel, sino cuando se le arrugan sus sueños y sus esperanzas. En esto poco tiene que ver la cantidad de años que haya vivido, pues en realidad la suma de sus actos y de su espíritu se resume en la persecución de sus metas e ideales.

Mujer cosiendo sentada en una silla

Borrón y sonrisa nueva. Me levanté un día y, como no sabía qué ponerme, me puse feliz. Es mi vestido de la suerte, mi traje de gala.

Podemos ponerle ganas a todo aquello que nos aporta y que nos suma a la vez que dejamos de lado todo lo que nos resta. Destierra de tu mente el “no puedo” y proponte que normalmente el obstáculo principal en tu vida es la edad. Piensa que cuanto más disfrutes de los mares que surcan tus sonrisas, más grande se hará tu alma y tu corazón.

Porque el brillo de nuestra mirada crece y enriquece, haciendo que no perdamos la ilusión de vivir aunque nos falten las fuerzas. Haz que cada año de tu vida surque tu piel, convierte en eterno cada segundo de tu vida y no renuncies al placer de sentir un golpe de aire fresco en tu rostro.

No permitas que la amargura le gane la batalla a tus ganas, mira con orgullo tu vida, sonríele siempre que puedas y gana un lugar tranquilo en el que dormir junto a tu paz interior. Recuerda que estamos gozando de un viaje sin retorno.

Permite que la vida te hechice, atesora recuerdos, arráncale destellos a los años y recuérdale a tu piel dónde estuvieron aquellas sonrisas de las que disfrutaste.

Imágenes cortesía de Natilles, David Padilla y Nuvolanevicata


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