Oliver Sacks y su viaje psicotrópico al origen de la religión
Cuando leemos a Oliver Sacks al afirmar que “si nos privaran de soñar sencillamente enloqueceríamos”, podemos interpretarla en no menos de dos sentidos. Por un lado, el hombre sin sueños podría acabar siendo un loco, un necio e incluso una persona triste. Por otro, el sueño mientras dormimos es una necesidad neurológica para interiorizar experiencias y aprendizajes. De lo contrario, perderíamos la percepción de la realidad e incluso el sentido lógico.
Ahora bien, ¿qué sucede con los sueños mientras sufrimos un proceso provocado por las drogas o por una enfermedad?, ¿podrían ser las visiones durante ataques de epilepsia o el consumo de psicotrópicos el origen de las religiones?
El origen de la religión es una pregunta sin respuesta clara a la que muchos científicos, antropólogos, investigadores e historiadores han tratado de aportar claridad. Oliver Sacks es uno de ellos, y apuesta por la vertiente psicotrópica. Sepamos más sobre este tema.
¿Quién es Oliver Sacks?
Antes de continuar, conozcamos un poco mejor a Oliver Sacks. Este hombre fue un neurólogo y divulgador científico que incluso fue digno de recibir la Orden del Imperio Británico por su trabajo en el campo de las ciencias.
Como profesor y divulgador, pasó muchos años en la Escuela de Medicina Albert Einstein de la Universidad de Yeshiva, aunque también desarrolló su carrera profesional en otros centros como la Universidad de Nueva York, la de Columbia o la de Warwick.
Además, como divulgador científico, publicó un buen número de libros, algunos de ellos best sellers. Para la posteridad quedará “Despertares”, un libro autobiográfico que incluso tuvo una adaptación cinematográfica de la mano de Penny Marshall, con actores de la talla de Robert de Niro o Robin Williams.
Epilepsia, la enfermedad sagrada
Fue el célebre pensador griego Hipócrates quien consideró a la epilepsia como la “enfermedad sagrada”. Y este ha sido el punto de origen de los estudios de Sacks, ya que antaño y durante siglos, esta afección era considerada como un contacto directo con dios. Todo ello relacionado con la incapacidad científica del hombre de la época para explicar estas crisis transitorias.
Siguiendo en esta línea de razonamiento, Sacks estima que que cerebro humano no acepta un cuento narrativo que esté incompleto. No obstante, los mensajes “psicodélicos” que se producen durante una crisis son confusos y desordenados.
“A veces la enfermedad nos puede enseñar lo que tiene la vida de valioso y permitirnos vivirla más intensamente”
-Oliver Sacks-
La incapacidad para dar una explicación racional a los ataques epilépticos y la necesidad de montar un mensaje completo y con sentido del cerebro humano llevó a la creencia de que era una entidad metafísica quien elegía a una persona en concreto para ser receptora de sus “enseñanzas”.
Sacks y sus experimentos
Si hay algo cierto en todo esto, es que Oliver Sacks sabe de forma certera y en primera persona de qué habla. Él mismo se usó como conejillo de indias y experimentó con diferentes drogas psicotrópicas como el LSD, el cannabis o la mescalina.
La gran revelación que recibió Sacks no fue un mensaje de dios. Su descubrimiento fue el observarse a si mismo inventado realidades que provocaba su cerebro. En una ocasión incluso preparó comida para su familia británica, pues creía con certeza que le iban a visitar a Norteamérica. Todo había sido producto de su mente y los efectos neuroquímicos de las sustancias que se suministraba.
Si esto sucedió en la mente de Oliver Sacks, un hombre preparado para entender los efectos de la enfermedad y la droga sobre el cerebro humano, es obvio que en cualquier mente menos preparada estas alucinaciones podían ser perfectamente el carro de los dioses que anunciaban su llegada.
“El ser humano no carece de mente, no es mentalmente deficiente, porque no disponga de lenguaje, pero se halla muy gravemente limitado en el ámbito de su pensamiento, confinado en realidad a un mundo inmediato, pequeño”
-Oliver Sacks-
Conclusiones de Sacks
De todo ello dedujo que el ser humano parece tener una predisposición natural a pensar que la mente se separa en procesos fisiológicos y neurológicos. Y aunque el estado natural del cerebro sea considerado como mente errante, al ser usado de forma ejecutiva y exigente, hace falta mayor cantidad de glucosa. De no haberla, la metafísica puede ser una buena respuesta para aquello que no somos capaces de explicar.
Así pues, no es extraño que todavía hoy creamos en fantasmas y retengamos actitudes juveniles, ya que nuestro cerebro se niega a rechazarlas. No es extraño que milenios de creación de cuentos épicos y metafísicos hayan servido como inspiración para dar respuesta a problemas aparentemente irresolubles a través de la religión.
Es más, todo ello nos ha llevado a seguir creyendo fervientemente en la religión, aun a pesar de que muchos de los problemas y misterios que antaño no tenían solución y encontraban respuesta en la metafísica, hoy ya han sido resueltos. Así al menos lo estipuló Oliver Sacks. ¿Cómo lo ves tú?