Si eres padre o madre, respira
Todos necesitamos parar y respirar, recargar energía o cambiar de actividad. Cuando somos padres estas necesidades se multiplican y sacar tiempo y espacio para cuidarnos a nosotros mismos se convierte en todo un reto. Piensa que hemos de afrontar no solo nuestros momentos difíciles -personales, laborales, emocionales, etc.-, sino también las situaciones con nuestros hijos, que pueden desencadenar en conflicto y desatar una batalla familiar.
Si eres padre o madre, respira. Porque nosotros estamos cansados, porque ellos no saben expresar lo que les pasa o quizá porque no sepamos qué decirles. Es necesario parar. Si nuestros hijos son adolescentes, los momentos críticos están asegurados. Veamos cómo reducir las batallas y hacer de ellas situaciones de aprendizaje y crecimiento.
Carlos, 15 años
La madre de Carlos vino al psicólogo porque se sentía desbordada. A nivel laboral sufría mucho estrés, estaba cansada, triste, lloraba a menudo en casa. Su marido y su hijo no entendía que siempre estuviera de malhumor. No sabía qué hacer. Tenía la sensación de que no controlaba nada, que todo se le escapaba… y los conflictos con su hijo eran diarios.
Intentaba estar mejor, hablar con su familia, delegar en el trabajo, bajar su nivel de exigencia y perfeccionismo. Aún así, había días que no podía con todo…
Cuando acude a consulta, Carlos está nervioso. Sabe que su madre ha venido un par de sesiones, y que ahora queremos verlo a él y conocer su punto de vista. En casa las cosas van bien, dice, su madre es un poco pesada, quiere controlarlo todo… Pero bueno, él con su padre está bien. En vacaciones, al estar más tiempo juntos, discutían más, y ahora como cada uno va un poco “a la suya”, es mejor.
Le sigo preguntando y admite que su madre no lleva bien eso de que él se haga mayor. Que está más tranquila últimamente, pero que enseguida salta por todo. Al final todos nos enfadamos por tonterías, pero acabamos enfadados. Siempre quiere controlarlo todo, se queja y nunca está conforme con nada.
Adolescentes en casa, motivo para respirar más
El caso de Carlos y su familia es habitual. Tener un adolescente en casa es motivo para respirar más. Cuando una familia llega a la consulta del psicólogo es porque no puede más. Entonces deciden buscar ayuda profesional, alguien que sepa ver y escuchar a los niños, a los adolescentes y a los padres. Que haga ver a esta familia que pueden cambiar, que tienen las claves, que son un equipo. Necesitan desaprender ciertos hábitos y aprender otras dinámicas de actuación.
Lo primero de todo es la necesidad de parar, de ver al hijo. De ver a ese niño o a ese adolescente que nos quiere decir algo. Y respirar. Ver la relación existe entre cada uno de los padres con el hijo. No reaccionar de inmediato ante el hijo.
Es preciso estar plenamente presentes en el momento. Estar abiertos, sin juzgar, con atención plena. Conectar con el hijo y con la propia sabiduría y vitalidad. Para eso es necesario cultivar la valentía la confianza y la compasión. Compartir ratos especiales con el hijo, no sólo de tareas, esfuerzo y trabajo, sino también de diversión, emociones y complicidad.
“El arte de escuchar
Cuando te pido que me escuches y tú empiezas a dar consejos
no estás haciendo lo que te pido”
-Leo Buscaglia-
Adolescentes, esos mágicos seres
Los adolescentes son seres mágicos, capaces de hacernos ver lo mejor y lo peor de nosotros mismos. Son así, adolescentes, divertidos, enérgicos, imprevisibles. A veces difíciles de manejar, con cambios de humor y problemas de concentración. Tienen miedo al fracaso, pavor a sentirse rechazados, no queridos, y nos necesitan. Tienen sus necesidades, necesitan el amor de sus padres, el pilar familiar, a sus amigos, y no sentirse solos.
El adolescente puede sentirse desbordado por sus emociones, confundido con sus pensamientos y dudoso en la toma de decisiones. Necesita unos padres que lo escuchen. Que estén calmados y que puedan acompañarle en su desarrollo. Lo mejor que podemos hacer por él es estar tranquilos.
“Haz el favor, solo escúchame e intenta comprenderme.
Y, si quieres hablar, espera unos minutos
y te prometo que te escucharé”
-Leo Buscaglia-
Si eres padre o madre, respira más
Como padres hemos de comprenderlos, seguir poniéndoles límites como cuando eran niños (aunque flexibilizándolos) y acompañarlos en la gestión de sus emociones. Esto requiere mucha energía, y hemos de recargarnos de ella, respirando.
Podemos fomentar ratos de conversación, de hablar, pero sobre todo de escuchar. Ellos confían en nosotros, y nos requieren. Saber gestionar nuestras emociones es el mejor ejemplo. Cuando creamos que se va a desbordar la situación, podemos respirar, seguir escuchando, de manera activa a nuestros hijos, intentar comprenderlos y dejar que sean ellos mismos desde la confianza, el amor y la calma.