Patria, la serie: ¿se puede vivir con rencor toda una vida?
Patria es una adaptación a la pequeña pantalla de la novela homónima de Fernando Aramburu. La adaptación se ha llevado a cabo por el guionista y productor ejecutivo Aitor Gabilondo. Tras la proyección de la serie de ocho capítulos en el festival de cine de San Sebastián, ya podemos verla en HBO.
La serie cuenta el drama de dos familias en un contexto muy marcado por el terrorismo de ETA. Una banda terrorista, mafia en realidad, que asesinó a 853 personas con la intención de presionar al gobierno e imponer su voluntad independentista.
Sin embargo, lo valioso de Patria es que se aleja del análisis político para dar paso a la reflexión humana a través de la expresión artística. No pretende exculpar, comparar o relativizar el papel de ambos bandos en el relato. Simplemente, nos traslada el sentir de aquellos que apoyaban a los terroristas y aquellos que eran perseguidos, amenazados y asesinados por ellos.
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Patria, la serie: no es lo que cuenta, sino cómo lo cuenta
Durante 40 años, la banda terrorista ETA, mediante la violencia, pretendió ser y acaparar el poder como interlocutora del sentir del País Vasco. En muchos casos, la sociedad civil fue víctima de sus ataques, sus chantajes y sus amenazas.
Frente a este posicionamiento, el Estado no siempre aguantó la presión. Existieron grupos, como el denominado (GAL), patrocinados por el estado, que también mataron y torturaron a militantes de ETA o sospechosos de serlo. Una forma de intentar terminar con ellos que, en muchos ambientes, solo justificó o hizo partidarios de la banda terrorista.
Después de declarar un alto el fuego permanente en 2011, ETA comenzó a entregar armas en 2017, antes de disolverse por completo en mayo de 2018. Lo que no hizo fue pedir perdón, ni su entorno favorable señaló a muchos de los asesinos que hoy siguen paseando por las calles.
Dos mujeres, dos ideologías
Patria cuenta la historia, durante tres décadas, de dos familias vascas destrozadas por el conflicto armado. El anuncio, en 2011, de que ETA se disuelve, impulsa a su viuda Bittori (Lena Irureta) a regresar a su pueblo natal desde San Sebastián, donde se vio obligada a huir a raíz del asesinato de su marido, Txato (José Ramón Soroiz); un empresario vasco de transportes.
Con su regreso, se abrirán muchas heridas. Allí se encuentran Miren (Ane Gabarain) y su esposo Joxian (Mikel Laskurain). Familias amigas hasta que ETA puso la diana en una de ellas. Lo que desea Miren son respuestas, alejada de cualquier revanchismo ideológico. Solo quiere saber si Joxe Mari (Jon Olivares), el hijo de su antes matrimonio amigo, fue el asesino material de su marido. Sabe que está en la cárcel, pero desconoce cuál fue su verdadero papel en el crimen.
Una historia de pasado y presente que no arroja lógica para vivir
A medida que Patria avanza, retrocede y cuenta la amistad entre las dos familias, entendemos que hay hechos que marcan un antes y un después. La necesidad imperiosa de posicionarse por mandatos familiares, geográficos o políticos dinamita los lazos emocionales más fuertes.
Volviendo en numerosas ocasiones a la muerte de Txato y reproduciendo la secuencia desde diferentes perspectivas, la serie detalla con precisión los efectos de la extorsión y el señalamiento de ETA en las relaciones sociales y el miedo, que no respeto, que era capaz de generar.
Patria es honesta con el dolor que pueden haber sufrido las familias de los asesinos, pero tampoco esquiva el desafío de contar quienes eran y cómo llegaron a serlo.
Patria, la serie: cuando el rencor se impone, nada progresa
La serie nos muestra cómo todas las familias están destrozadas emocionalmente. Como el hecho de que ETA haya bajado las armas no ha hecho que muchos dejen de pensar que asesinar era el único camino para intentar someter las disposiciones del Estado legítimo. Por otro lado, como hemos dicho, la serie intenta sobre todo dar una visión de la tragedia en su conjunto.
Sin exculpar a los asesinos, nos explica la transición de un joven abertzale que considera la entrada a la banda como una especie de aventura con su amigo, para adentrarse en progresivo infierno personal. El relato de la serie a veces es tan equidistante que en algunos momentos parece -y para muchos es- demasiado generosa con quienes mataban con un tiro en la nuca, a niños o después de días de secuestro.
Gabilondo lleva al espectador dentro de una pequeña comunidad y muestra cómo es vivir bajo amenaza y cómo una amistad de por vida entre familias puede transformarse en odio. La ideología política ha envuelto a ambas partes y parece deshumanizar las relaciones.
En Patria no hay lugar para la superficialidad en las ideas y emociones
Especialmente desgarradora es el papel de Miren, una madre que más que comprensión hacia su hijo, solo parece esparcir rencor. Como antítesis, está su hija Arantxa (Loreto Mauleon) que, con una visión valiente, demuestra que lo realmente revolucionario y transgresor es la humanidad hacia los demás y seguir despertando buenos sentimientos, aun cuando la vida te golpea sin cesar. Arantxa es el resquicio por el que la esperanza se cuela en Patria.
Una serie que trata menos de lo que nosotros creíamos y más de lo que somos, pedacitos de historias determinadas por un contexto que a veces puede sacar lo peor de nosotros. También nos hace preguntarnos: ¿cómo muchos pudieron abrazar o apoyar el terrorismo? ¿Cómo una ideología puede cegarnos tanto para matar amenazar, secuestrar o intentar someter al otro? ¿Por qué hoy no conocemos la identidad de los asesinos que faltan por identificar y hemos escuchado al menos un “lo siento” por parte de los verdugos?