Pédida de apetito: ¿por qué aparece?

La pérdida de apetito es un síntoma de algunas enfermedades, pero también puede aparecer por estar pasando por etapas de la vida complicadas o estresantes. Descubre algunas de las causas más frecuentes de este síntoma.
Pédida de apetito: ¿por qué aparece?
Laura Ruiz Mitjana

Escrito y verificado por la psicóloga Laura Ruiz Mitjana.

Última actualización: 23 octubre, 2020

¿A quién no la he ocurrido? Sentir una repentina (o gradual) pérdida de apetito. Se trata de un síntoma que puede llegar a ser normal si sucede en momentos puntuales de nuestra vida. Sin embargo, cuando esto se torna recurrente o intenso, deberemos acudir a un médico para no poner en riesgo nuestra salud.

Hemos recogido aquí algunas de las posibles causas que explicarían la pérdida de apetito. Como veremos, se trata de causas tanto médicas como psicológicas (a veces, incluso se produce una combinación de las mismas).

Pérdida de apetito: ¿por qué aparece?

Antes de ahondar en las posibles causas que pueden explicar la pérdida de apetito, vamos a explicar en qué consiste. Ocurre cuando el deseo de comer disminuye o desaparece. La pérdida anormal del apetito, según la RAE (Real Academia Española de la Lengua), se denomina anorexia (que no debemos confundir con el TCA -trastorno de la conducta alimentaria- que recibe el mismo nombre).

Aunque la pérdida de apetito puede suceder en diferentes momentos de nuestra vida (y no tiene por qué ser preocupante) -por ejemplo por estar pasando una época puntual de estrés-, si esto se produce de forma recurrente o intensa, la situación podría llevarnos a enfermar. Así, cuando esto ocurre, se recomienda acudir a un profesional médico para que evalúe nuestro caso.

Pero, ¿por qué aparece la pérdida de apetito? Vamos a enumerar algunas de sus posibles causas, aunque, insistimos, deberá evaluarse cada caso en particular.

Mujer con pocas ganas de comer

Enfermedades infecciosas

Hay ciertas enfermedades infecciosas que podrían explicar una pérdida de apetito, sobre todo, aquellas que afectan al tracto digestivo, inhibiendo las apetencias por la comida.

Algunas de ellas son las derivadas de intoxicaciones alimentarias. Por otro lado, ciertas intolerancias alimenticias, como a la lactosa o al gluten, también podrían disminuir el apetito cuando aparece un episodio.

Estrés emocional intenso

Cuando vivimos situaciones (o épocas) de estrés emocional intenso también puede producirse una pérdida de apetito. El estrés emocional puede surgir como consecuencia de múltiples causas: proceso migratorio, cambio o pérdida de empleo, mudanza, pérdida o fallecimiento de un ser querido, ruptura amorosa, enamoramiento, nacimiento de un hijo, etc. Es decir, tanto las situaciones positivas como las negativas pueden generar este estrés emocional.

Efectos secundarios de fármacos

También puede aparecer una pérdida de apetito por los efectos secundarios de ciertos medicamentos, como los que producen los fármacos para perder peso o los psicoestimulantes (para tratar trastornos como el TDAH). Por otro lado, la quimioterapia también puede causar este síntoma.

Otras enfermedades

Hay ciertas enfermedades que también pueden ocasionar pérdida de apetito o disminución del mismo. La insuficiencia renal o cardíaca y la hepatitis serían algunas de estas enfermedades, así como el VIH, tal y como sugiere un estudio de Domínguez, Nold, Llorente y Ramírez (2011) realizado por el Instituto Superior de Ciencias Médicas de Santiago.

Otra enfermedad que explicaría una reducción del apetito es el cáncer. A veces, la pérdida de apetito ocurre en etapas avanzadas de la enfermedad (como por ejemplo en la insuficiencia cardíaca o renal). Otras, al inicio de la misma.

Trastornos mentales

Algunos trastornos mentales también podrían explicar el origen de la pérdida de apetito. Los más frecuentes son la depresión, la distimia, la anorexia, los trastornos de ansiedad, la esquizofrenia…

El estado de ánimo

Un estado de ánimo bajo también podría explicar una repentina pérdida de apetito; así lo revela un estudio de Baena, Sandoval, Urbina, Juárez y Villaseñor (2005). Así, cuando estamos de “bajón” o más tristes, tendemos a tener menos hambre (aunque hay personas a quienes les sucede justamente lo contrario, que comen más).

“El cuerpo y la mente son universos paralelos, todo lo que sucede en uno deja sus huellas en el otro”.

-Deepak Chopra-

La vejez

La vejez es una etapa de la vida donde aparece con frecuencia la pérdida de apetito (Bofill, 2005). En estos casos, se denomina hiporexia (incluye también la pérdida de apetito en niños).

Algunas de las causas que explicarían la hiporexia en personas mayores son, por un lado, que las personas ancianas tienden a percibir menos los olores y los sabores, y por el otro, ciertas circunstancias sociales y personales (pérdida de seres queridos, sentimiento de soledad y/o abandono, efectos secundarios de algunos fármacos, etc.).

Mujer mayor con pérdida de apetito

La época del año (verano)

En verano se produce con más frecuencia una pérdida de apetito; esto es así porque en esta época el cuerpo no necesita tanto alimento para mantener el calor (cosa que no ocurre en invierno, por ejemplo). Además, el metabolismo puede relentecerse y por ello perderíamos las ganas de comer.

Por el contrario, ¿qué ocurre en invierno? Que tenemos más hambre porque nuestro cuerpo necesita más alimento para conservar el calor y más energía para quemar y mantener la temperatura corporal.

Pérdida de apetito: escuchar nuestro cuerpo

Como vemos, las causas que explicarían por qué sentimos una pérdida de apetito repentina o gradual, transitoria o prolongada son muy variadas: desde estados emocionales intensos o negativos, hasta situaciones estresantes, pasando por enfermedades médicas o trastornos mentales.

Lo que importa aquí, para evitar poner en riesgo nuestra salud, es estar atento a nuestro cuerpo y observar nuestros síntomas, así como nuestras situaciones vitales, estado de ánimo, etc. Esta vigilancia hará más fácil que pidamos ayuda cuando la necesitemos.

“La salud no lo es todo pero sin ella, todo lo demás es nada”.

-Schopenhauer-


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  • Austin, J., & Marks, D. (2009). Hormonal Regulators of Appetite. International Journal of Pediatric Endocrinology. https://doi.org/10.1155/2009/141753.
  • Baena, A., Sandoval, M.A., Urbina, C., Juárez, N.H. y Villaseñor, S. (2005). Los trastornos del estado de ánimo. Revista Digital Universitaria, 6(11): 2-14.
  • Bofill, S. (2005). Cuerpos inapetentes. La pérdida de apetito y la desgana en el proceso de envejecimiento de Cataluña. Trabajo social y salud, 51: 47-74.
  • Domínguez, R., Nold, R., Llorente, Y.B. y Ramírez, M.C. (2011). Estado de los conocimientos sobre alimentación y nutrición de las personas que viven con VIH/SIDA. Influencia en la prevención del síndrome de desgaste. Rev Cubana Aliment Nutr, 21(2): 263-274.

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