Ansiedad por comer: no es hambre, son tus emociones

Las emociones también se comen. Sin embargo, más allá de producir sobrepeso o evidentes problemas de salud, lo que generan sobre todo es infelicidad, sufrimiento y sentimiento de culpa. Es necesario saber distinguir el hambre real del hambre emocional.
Ansiedad por comer: no es hambre, son tus emociones
Valeria Sabater

Escrito y verificado por la psicóloga Valeria Sabater.

Última actualización: 25 julio, 2020

La tristeza también se come, al igual que el estrés o la frustración de ese mal día en el trabajo. Las personas no siempre somos capaces de distinguir el hambre real del hambre emocional y algo así provoca que la ansiedad por comer acabe traduciéndose muchas veces en colesterol, hipertensión, sobrepeso u otros problemas de salud. Ahora bien, más allá de esos problemas orgánicos hay otro desafío más complejo.

Hablamos del sufrimiento. Nos referimos a la insatisfacción, al sentimiento de culpa y la infelicidad. Bien es cierto que hay matices. Todos hemos pasado por esa época puntual en el tiempo en la que los nervios nos han hecho caer en unos patrones alimentarios más inadecuados. Las épocas de exámenes o de mayor carga laboral hacen que derivemos a veces en estos comportamientos.

Ahora bien, hay otras realidades que, a menudo, nos pasan desapercibidas. Los trastornos de conducta alimentaria se manifiestan muchas veces de esta forma. Al fin y al cabo, la alimentación está íntimamente condicionada por nuestro estado de ánimo y, en ocasiones, caemos en estados de los cuales nos es muy difícil salir. El hambre emocional nunca nos va a pedir un plato de verduras.

La ansiedad tiene predilección por la «comida basura». Así, en caso de no tratar aquello que hay detrás de la propia ansiedad, reforzaremos una y otra vez la misma conducta, esa en la que la alimentación se convierte en el vehículo de desahogo emocional.

Hombre ante nevera abierta que sufre ansiedad por comer

Ansiedad por comer:  síntomas, causas y estrategias de afrontamiento

La ansiedad por comer, en caso de convertirse en una constante, refleja ya un trastorno alimentario. Es más, gran parte de los estudios científicos al respecto de este tema demuestran que los desórdenes de ansiedad son, en la mayoría de los casos, el factor etiológico de este tipo de problemas de la alimentación.

Investigaciones, como la llevada a cabo en el departamento de Psiquiatría de la Universidad de Minnesota (Estados Unidos), nos hablan de esta relación. La doctora Corine Webb autora del estudio señala que gran parte de estas personas disponen, por término medio, de escasas habilidades para manejar esos estados emocionales que impulsan el hambre compulsiva. Estas son, sin duda, situaciones complejas de las que deberíamos tener mayor conocimiento. Las analizamos.

¿Cómo saber si tengo ansiedad por comer?

Puede parecer una obviedad. «¿Cómo no voy a saber si tengo ansiedad por comer?».  Por llamativo que parezca no lo es siempre, puesto que son muchas las personas que no saben diferenciar el hambre real del hambre emocional.

Veamos algunas datos característicos de esta última.

  • La necesidad de comer algo aparece de forma repentina e impulsiva y en forma de antojos.
  • Generalmente, esos episodios de ingesta de comida por ansiedad lo hacemos en soledad, sin nadie delante.
  • El cerebro busca básicamente alimentos que generen placer, que nos aporten un cóctel elevado de serotonina. Algo así solo lo produce la llamada «comida basura», la cual podemos comer de manera compulsiva.
  • El hambre emocional surge con mayor intensidad justo cuando tenemos muchas obligaciones y presiones. Por ejemplo, hoy teníamos que habernos puesto con ese proyecto que hay que presentar la semana próxima en el trabajo. Sin embargo, en lugar de hacerlo, nos hemos sentado en el sofá con un par de paquetes de patatas fritas, una pizza y un helado.
  • Ese apetito no es fisiológico, pero aún así rara vez se ve saciado. Ingerimos e ingerimos hasta sentir la clásica llenura en el estómago, aunque en realidad lo único que buscamos es sanar vacíos, apagar la ansiedad y engañarla con algo gratificante.
  • Ahora bien, es necesario tener en cuenta que comer por ansiedad produce sentimientos de culpabilidad. Procedemos a comer para calmar el ansia emocional, pero al hacerlo, lejos de sentirnos satisfechos, aparece el malestar.
  • Nos sentimos mal con nosotros por no haber mantenido el control. Sabemos que esos alimentos no son saludables y sentir que no hemos podido evitarlo produce aún más frustración.

Hambre emocional ¿cuál es la causa?

El desencadentante de la ansiedad por comer son, evidentemente, nuestras emociones. Estos estados anímicos suelen venir orquestados a su vez por situaciones muy diversas, pero por término medio vale la pena destacar las siguientes:

  • Elevada autoexigencia
  • Necesidad constante de tener todo controlado. Esto puede parecernos una ironía, pero tiene su explicación: la necesidad de que todo esté bajo nuestras riendas y en orden puede agotarnos y generar de pronto un efecto rebote. Ese agotamiento busca una válvula de escape con la ingesta de comida basura.
  • Baja autoestima y ver en la comida un refugio gratificante.
  • La comida se ve como un mecanismo de evasión para los momentos de elevado estrés o simplemente, cuando tenemos un mal día.
Mujer mirando dulces en la nevera

Estrategias para reducir y controlar la ansiedad por comer

Para reducir la ansiedad por comer debemos tener en cuenta un aspecto. Si llevamos mucho tiempo arrastrando esta conducta, es prioritario consultar con un profesional especializado en trastornos alimentarios. Tanto los psicólogos como los nutricionistas son los mejores aliados en estas situaciones.

Por otro lado, si es algo ocasional, si somos conscientes de que en determinadas épocas nos da por estas conductas, por caer en hábitos alimentarios poco saludables, es recomendable seguir las siguientes pautas.

  • Clarifica los focos de estrés y ansiedad que te impulsan a comer de manera impulsiva. Manéjalos, enfócalos de manera distinta y ten control sobre ellos.
  • Introduce cambios en tu rutina, algo motivador que te sirva para canalizar la ansiedad: hacer deporte, apuntarte a clases de baile.
  • Buscar otro tipo de recompensas puede ayudar.
  • Evita comer solo.
  • Planifica qué vas a comer. No dejes espacio a la improvisación.
  • Ve al supermercado con una lista ya detallada de alimentos saludables. Recuerda a su vez el clásico consejo «lo que no pongas en el carro de la compra no estará en casa y por tanto, evitarás tentaciones»
  • Aprende a gestionar tus emociones, practica técnicas de relajación.

Para concluir, todos hemos lidiado en más de un momento con el vacío del hambre emocional. Con ese hueco en el estómago que rara vez sacia la comida. Esas hendiduras internas son siempre producto de una mente que demanda atención, de una autoestima que debe ser reparada y reforzada. No dudemos en consultar con un buen profesional; nuestra salud física y psicológica es importante.


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  • CM Webb (2011) Eating-related anxiety in individuals with eating disorder.Eat Weight Disord. 2011 Dec; 16(4): e236–e241. doi: 10.1007/BF03327466
  • Fairburn, C.G. (1995). Overcoming Binge Eating. New York: Guilford Press.
  • Yanovski, S.Z. (1993). "Binge Eating Disorder: Current Knowledge and Future Directions". Obesity Research.

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